El polémico príncipe Andrés, alejado de la vida oficial de la monarquía británica desde hace casi cuatro años, hizo un breve regreso a la escena pública este sábado al asistir a la coronación de su hermano mayor, el rey Carlos III.
Andrés, despojado de sus títulos militares a principios de 2022, llegó a la abadía de Westminster junto a sus hijas y yernos, y lució la túnica y las insignias de la Jarretera, la orden de caballería más antigua del mundo.
Personaje impopular después de la demanda por abuso sexual y cuestionado por su amistad con el fallecido pedófilo convicto Jeffrey Epstein, el duque de York fue relegado a un segundo plano durante la coronación.
Como una muestra la incomodidad que plantea la presencia de este príncipe, de 63 años, la transmisión oficial de la BBC casi no mostró el rostro del hijo de Isabel II, que se sentó en una muy discreta tercera fila, cerca de su sobrino Harry.
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Después de la ceremonia, los miembros trabajadores de la familia acompañar0n al rey Carlos III en la ‘Procesión de la Coronación’ por Londres y en el saludo desde el balcón del palacio de Buckingham.
Pero Andrés relegado a las sombras por Carlos III, al igual que sus hijas Beatriz y Eugenia, brillarán por su ausencia.
Para evitar que se note la presencia de su hermano menor, Carlos III había pedido simplificar la coronación y pidió que el rito del homenaje, en el que los varones de la familia real le rinden pleitesía al nuevo rey, se limite solo al heredero Guillermo, príncipe de Gales.
De esta forma, el príncipe Andrés -al igual que Harry- solo asistió a la coronación como un espectador en la tribuna de familiares del rey.
En el balcón Carlos y Camilla quisieron aparecer coronados ante la nación junto con los pocos miembros de la realeza que se dedican al servicio público y que la escena del balcón mostrará "el latido del corazón y el futuro de su familia".
Y una fuente del palacio de Buckingham explicó a The Mirror: "El rey tuvo muy claro a quién quiere que represente a la monarquía. Hay poco espacio para el sentimiento, esta es una ocasión de Estado, no una ocasión familiar y es correcto que solo los miembros de la familia que trabajan estén allí en el gran momento público".
La monarquía no se recupera del escándalo de abuso sexual de Andrés
El "exilio" de Andrés refleja el grave daño que se estima que hizo a la familia real con su amistad con el magnate Jeffrey Epstein, quien se suicidó en agosto de 2019 en Estados Unidos tras ser acusado de explotación sexual de menores.
En 2020, la estadounidense Virginia Giuffre presentó una demanda civil contra Andrés en un tribunal en Estados Unidos afirmando que mantuvo relaciones sexuales con él en Londres cuando ella tenía 17 años y era menor de edad para la legislación estadounidense.
A principios del año pasado Giuffre llegó a un millonario acuerdo económico extrajudicial con el príncipe que se estimó que alcanzó unos US$16,3 millones para evitar un vergonzoso proceso para la familia real británica. El príncipe no fue procesado penalmente y sigue negando las acusaciones.
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Isabel II, de quien se dijo durante mucho tiempo que veía a Andrés como su "hijo predilecto", lo despojó de sus cargos y honores militares a principios de 2022, supuestamente bajo la presión del actual monarca Carlos III y del flamante príncipe heredero Guillermo.
Una fotografía de Andrés con su mano en la cintura de Giuffre y su socia Ghislaine Maxwell en el fondo, que se estima que fue tomada en Londres en 2001, es considerada como una pieza crucial en las acusaciones contra el príncipe Andrés.
Muestra de la incomodidad que causa la presencia del duque de York fue el grito lanzado por un joven en las calles de Edimburgo, mientras la familia real caminaba en silencio detrás del coche fúnebre que transportaba los restos mortales de Isabel II, en septiembre.
El biógrafo real Robert Jobson asegura que el príncipe Guillermo se opone a un regreso de su tío a la vida pública y ahora Andrés, antes un popular miembro de la familia real por su servicio activo durante la Guerra de Malvinas en 1982, parece destinado ahora a responsabilidades privadas más modestas.
La última aparición pública de Andrés con la familia real fue durante la misa de Pascuas en el castillo de Windsor. Un cronista de la realeza dijo que "aunque Andrés se puso al frente durante la caminata familiar a la iglesia, el príncipe y la princesa de Gales se quedaron atrás porque no querían ser fotografiados con él".
Él y su exesposa Sarah Ferguson, que continúan compartiendo una casa cerca del Castillo de Windsor, adoptaron a los amados perros corgi de la reina, Muick y Sandy, luego de la muerte de la soberana, pero no tienen un sitio especial en el corazón de la familia. Por eso, la duquesa no fue invitada a la coronación.
El "viejo duque al borde de la quiebra"
Andrés volvió a ser noticia apenas una semana antes de la coronación de su hermano después de que se supiera que, después de años de una búsqueda aparentemente incesante de dinero que llevó a algunas situaciones sorprendentes, está al borde de la quiebra.
El duque de York, que no trabaja como miembro de la familia real desde hace casi cuatro años, enfrenta un recorte dramático en los ingresos anuales libres de impuestos de casi 320.000 dólares que su madre le había dado procedente de la renta del Ducado de Lancaster.
Pero ahora que el ducado -que se hereda de monarca a monarca- es propiedad de Carlos, se informó que a todos los miembros de la casa real que no trabajan se les advirtió que se aprieten el cinturón y esperen menos dinero en sus cuentas.
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Para empeorar las cosas, Andrés no recibió nada del testamento de Isabel II, ya que toda su fortuna, estimada en 850 millones de dólares, pasó directamente al rey Carlos a efectos fiscales, por lo que ahora se mantiene gracias a una modesta subvención que recibe como compensación por sus servicios en la Armada.
Para amargar aún más a su hermano, Carlos le pidió abandonar la mansión Royal Lodge, donde vive desde hace años, porque está destinada a los príncipes trabajadores. Los amigos de Andrés dicen que está "desconcertado" por una situación que lo obligó a "ir con la gorra en la mano a su hermano mayor para mantener un techo sobre su cabeza".
Después de años de vivir con grandes lujos y gastos cuantiosos, incluida la compra de un chalet de US$ 17 millones en el exclusivo centro turístico suizo de Verbier, y la remodelación de US$ 22 millones de su mansión, ahora el "viejo duque al borde de la quiebra", como se lo apodó, se pregunta de dónde sacará el dinero que necesita para vivir como un príncipe.