
Licenciado en Sociología, Universidad de Buenos Aires. Fundador y director de Poliarquia Consultores. Analista político e investigador social. Ex columnista semanal del diario La Nación. Miembro de número de la Academia Nacional de Periodismo. Ex profesor titular regular de la UBA.
Uno de los problemas de la política argentina de este momento es que no tiene el Gobierno una estrategia clara de acción, vamos a tratar de ver por qué. Podemos ilustrarlo con una de las series más vistas en este momento, Borgen, sobre la política en Dinamarca. Vemos ahí a una primera ministra que encabeza un gobierno formado por distintos partidos que convergen en muchos puntos, pero tienen intereses contrapuestos en otros. ¿Qué hace de la primera ministra? Ejercer un liderazgo dialogante pero fuerte para sintetizar estos puntos de vista distintos.
Veamos la política argentina. También hay dos coaliciones que en la última elección acapararon el 90 por ciento de los votos. Una de ellas es clásica, que la oposición está formada por tres partidos políticos. El oficialismo también es una coalición pero sui géneris. Está conformada no por partidos, sino por sectores. Veamos el kirchnerismo o cristinismo, el massismo, los sindicatos, los gobernadores, los intendentes del Gran Buenos Aires, los movimientos sociales.
Alberto Fernández y una pelea inesperada con la Corte Suprema de Justicia
Otra vez hay intereses convergentes y divergentes, pero en este caso parece que el presidente no puede ejercer el papel de sintetizar estos intereses contrapuestos. No sabemos si no quiere, no sabe o no puede. Pero esto está teniendo un costo. Veamos ejemplos. Un caso es la Corte Suprema de Justicia. Hace pocos días una diputada kirchnerista propuso hacerle un juicio político al presidente de la Corte, Carlos Rosenkrantz. El Gobierno emitió un mensaje a través de voceros oficiosos despegándose de esa propuesta, pero pronto el diputado Moreau reforzó esa ataque a la Corte Suprema diciendo que debía ser juzgados todos sus miembros porque no tiene sentido así como está.
El otro tema de la política internacional. El Gobierno condenó la violación de derechos humanos en Venezuela. El kirchnerismo se opuso y ahora el presidente el día de hoy tiene que hablar con Nicolás Maduro para explicarlo. Evidentemente, si se ve, se observa la política muy errática en materia internacional.
En tercer lugar, la actitud hacia la oposición y la búsqueda de consensos, donde el Gobierno busca encontrar fórmulas para que los distintos sectores sociales y económicos converjan. No hay una sola palabra de la vicepresidenta a favor de esto. Bueno, esto le está costando mucho al Gobierno, mucho al país, en un momento de crisis e incertidumbre.