Un 20 de diciembre, pero de 1945, Argentina tuvo un Decreto (33.302) que ordenaba el pago del aguinaldo, el sueldo anual complementario.
Juan Domingo Perón, entonces Vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión del presidente de facto, Edelmiro Farrel, creó el Instituto Nacional de Remuneraciones para instituir el aguinaldo, pero también regular los salarios mínimos de los trabajadores, las vacaciones pagas y las indemnizaciones por despido injustificado.
Perón ya había tenido su 17 de octubre, pero una semana antes de la detención en la Isla Martin García -y la libertad posterior- había dejado ciertas cosas armadas.
«También dejo firmado un decreto de una importancia extraordinaria para los trabajadores. Es el que se refiere al aumento de sueldos y salarios, implantación del salario móvil, vital y básico y la participación en las ganancias. Dicho decreto, que he suscripto en mi carácter de Secretario de Estado tiene las firmas de los ministros de Obras Públicas y de Marina, y beneficia no solamente a los gestores de la iniciativa -la Confederación de Empleados de Comercio-, sino a todos los trabajadores argentinos», avisó el mismo Perón el 10 de octubre antes de renunciar a sus cargos y ser detenido por otros militares.
Aguinaldo y Juan Domingo Perón
Sin embargo, el decreto quedó dormido y recién se activó cuando el 11 de diciembre hubo una marcha de la CGT a Plaza de Mayo, para pedir que se firmara, lo que sucedió el 20 de diciembre, jornada que quedó en la memoria argentina como “el día del aguinaldo”.
Sin embargo el aguinaldo no fue un hecho hasta un año más tarde.
La Unión Industrial y la Bolsa de Comercio dijeron que la medida era ilegal, imposible de aplicar. Más de dos mil delegados del Comercio, la Industria y la Producción se reunieron unos días después en la Bolsa de Comercio para negociar, pero el empesariado no quiso rever su postura y respondió con un lock out (cierre de producción) entre 14 y el 16 de enero de 1946.
La Argentina se paró por completo durante tres días mientras los trabajadores se movilizaban y realizaron varios paros reclamando que se respetara lo establecido en el Decreto 33.302: Se dejó en suspenso la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas, pero todos querían cobrar el aguinaldo.
Las negociaciones continuaron bastante tiempo aún y sólo se convirtió en ley (Nº12.921) un año más tarde, el 20 de diciembre de 1946, cuando la fórmula Perón-Quijano ocupaba la presidencia luego de imponerse sobre la Unión Democrática en las elecciones de febrero de 1946.
Sin embargo, leyes de 1968 y 1974 terminaron de perfilarlo tal como hoy se lo conoce.
Aguinaldo, estreno con suerte
Aguinaldo significa “dar fuerza”: hay que aguantar. La costumbre de recibirlo viene de la época de los romanos y se vincula a la diosa Strenua o Strenia: Diosa de la fortaleza y la resistencia.
Se cree que el aguinaldo nació en Roma y fue una práctica ligada a la naturaleza. Según la tradición, el rey Tito Tacio acostumbraba ir cada 1º de enero al bosque sagrado de la diosa Strenua (o Strenia) para recoger flores de verbena, que se creía traía felicidad.
Strenua no sólo le daría fuerza al monarca sino también salud y energías para el año que estaba por comenzar.
De Strenua deriva etimológicamente nuestra palabra “estreno” y le debemos a la diosa la costumbre de estrenar algo “nuevo” (valga la redundancia) el primer día del año.
Aguinaldo, de pobres a ricos
La sencillez del “aguinaldo ecológico” se fue perdiendo y los regalos fueron cambiando primero a intercambio de comida y luego a dípticos (una agenda de dos hojas) y piezas de oro, plata, bronce, cuando no muebles pomposos.
Los campesinos cristianos, por ejemplo, cada 31 de diciembre, armaban delante de sus casas generosas mesas de fin de año con todos los alimentos que podían ofrecer, para que los que pasaban se sirvieran.
El aguinaldo, inmediatamente después derivó en el regalo de los pobres a los ricos, para que siguieran protegiéndolos, con lo cual, a fin de año, eran más pobres aun.
Fueron los Padres de la Iglesia los primeros en comentar que esta práctica clientelista y de origen pagano era un poco extraña cuando se la vinculaba al espíritu sacro que la Navidad y el Fin de Año tiene para la cristiandad.
Pero como no hay más sordo que quien no quiere oír, la práctica dadivosa no sólo continuó sino que se expandió a la celebración de los bautismos con “aguinaldos bautismales”, pero eso sí, los regalos ya no eran unidireccionales sino cruzados entre curas, padrinos y la familia de los cristianos flamantes.
En el siglo XVI ya era vox populi en toda Europa intercambiar regalos para Navidad y Fin de Año a tal punto que en Francia se los llamaba “étrennes”, el término con el que aun hoy se designa el aguinaldo de fin de año.
El tiempo los fue amalgamando con la propina, que es otra cosa, hasta que en 1793, Luis XIV, el monarca absoluto que creía que el mundo se reducía a Versalles, sin tener idea de lo que sufrìa la gente prohibió los aguinaldos.
Aguinaldo en Argentina
El aguinaldo es el salario número 13 y en el año 1968 se acordó que era legal pagarlo en dos pagos (Ley Nº17.620/68), estableciéndose como el 50% de la mayor remuneración devengada por todo concepto dentro del 1er. semestre o 2do., según corresponda.
En 1974, se aprobó la ley 20.744 de Contrato de Trabajo cuyo artículo 121 se refiere al aguinaldo. Dice que el SAC es la doceava parte del total de las remuneraciones percibidas por el trabajador durante el año calendario.
Desde luego, la inflación endémica, más las devaluaciones y varias erupciones de la economía argentina terminaron haciendo hilachas el aguinaldo.
El aguinaldo se calcula a partir del sueldo bruto, las comisiones, las horas extras, viáticos, premio por asistencia y premio por puntualidad. Es a cuenta de futuros aumentos, pero en el cálculo no pueden incluirse las asignaciones familiares, los beneficios sociales, viáticos pagados contra entrega de comprobantes y rubros no remunerativos.
Las empresas pueden pagarlo entre los cuatro días hábiles posteriores a los vencimientos del 30 de junio y el 31 de diciembre.
Aguinaldo para Año Nuevo
Aunque sorprenda, Argentina ya había conocido el aguinaldo en el año 1910. Dispuesto a “tirar la casa por la ventana” con las celebraciones del Centenario de la Revolución de Mayo, Manuel Güiraldes, entonces intendente de Buenos Aires, dispuso el pago “excepcional” del "Aguinaldo del Centenario", pero fue solo para echar paños fríos sobre las protestas y reclamos sociales.
Tiempo después, en 1924, la provincia de Jujuy sorprendió con un aguinaldo que sólo fue provincial. El gobernador radical Benjamín Villafañe logró que se aprobara con la ley 619, pero fue solo empleados públicos y personal de servicio, según investigó el periodista especializado en la historia jujeña Jorge Delfín Calvetti. Además fue un pago por única vez.
Gracias a los radicales, Jujuy se benefició con otras medidas de justicia social en los albores del siglo XX. La Ley 569, anterior, había prohibido que el pago de salarios de trabajadores y jornaleros fuera con vales, fichas u otra clase de moneda que no fuera la de curso legal.
Para entonces –e incluso hasta no hace tanto tiempo atrás no sólo en Jujuy sino en varias provincias argentinas- los jornaleros de la zafra, el sector minero y los agricultores cobraban con cualquier cosa menos dinero. La medida generó protestas de los empresarios de provincias vecinas que temían que se generalizara.
