La implementación de la ley de alquileres llevó a incrementos superiores al 60% para los inquilinos. El dato viene generando una fuerte discusión al interior de Juntos por el Cambio, pero también en el sector inmobiliario, que tomó la iniciativa como un problema adicional al que ya existe en materia habitacional en el país.
Mientras hay quienes, en Juntos por el Cambio, creen que la norma no fue bien implementada, otros piensan que fue un error haberla votado. Si bien la ley de alquileres fue acompañada por buena parte del bloque del partido opositor.
Uno de los autores del proyecto, Daniel Lipovetzky, aún defiende la iniciativa aunque cree que, con la pandemia, se deformó el espíritu de la ley. Es más: cree que la política económica del Gobierno y el congelamiento de los alquileres, sumados a la suspensión de los desalojos impuesta por DNU de Alberto Fernández, generaron un marco propicio para que la ley fracasara.
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Por su lado, el diputado Waldo Wolff no opina lo mismo. “Yo no la voté. Fue un horror”, dijo por la red social Twitter el diputado en referencia al proyecto, en respuesta a un usuario que la cuestionó. Ya meses atrás su par Fernando Iglesias había opinado algo similar.
Yo no la vote. Fue un horror. Saludos
— Waldo Wolff (@WolffWaldo) January 13, 2021
Por su lado, en el sector hay una opinión negativa. En diálogo con PERFIL, Federico López Castromil, ex vicepresidente de la Cámara Argentina Inmobiliaria y titular de López Castromil Propiedades, explicó que, desde el inicio del debate, la idea era que sea beneficioso para inquilinos y propietarios a la vez.
“Cuando se hacen regulaciones excesivas y se mete demasiado el Estado en relación a los particulares empieza el susto. A eso se suma un cóctel: un decreto sobre desalojos, pasar de 2 años a 3 el mínimo de permanencia en un momento de incertidumbre, y tener un solo índice para medir los alquileres y que sea anual, sin saber si va a haber hiperinflación o si van a tocar los números como con el Indec”, expresó el referente del sector inmobiliario.
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López Castromil ahondó: “Además es el momento de menor rentabilidad en alquileres de la historia, menos de la mitad que el promedio del resto de Latinoamérica, y obviamente el resultado es la falta de alquileres temporarios o con destino habitacional. Hoy la mayoría se inclina por la venta”.
“Seguir congelando los alquileres y extendiendo los contratos cuando hay muchos que llevan casi dos años con el mismo valor, genera un gran retrasado. Y los pocos que hay disponibles aumentaron mucho el precio”, concluyó.
