Marcelo Fernández (45) maneja con destreza por las montañas. A bordo de una 4x4 equipada especialmente con tubos de oxígeno y una estructura de caños anti-vuelco, recorre diariamente decenas de kilómetros para supervisar una de las obras más ambiciosas de Mina Veladero: la construcción del Valle de Lixiviación, correspondiente a la Fase 6. Perfil.com recorrió el predio y experimentó cómo es trabajar a más de 4.500 metros de altura en una de las minas de oro más importantes de la región.
Fernández vive, siente y respira su trabajo. Habla con pasión y desestima ciertos planteos u objeciones hacia la minería. Se muestra pragmático. Con dos hijas de 13 y 19 que viven en Chile y a las que ve fin de semana de por medio (viaja seis horas en camioneta y otra hora en avión hacia Santiago) cuenta que este proyecto le salvó la vida: “Tuve la oportunidad de quedarme allí por quince años más en una empresa en la que no me pagaban nada mal, llegaba todos los días a mi casa y veía a mis hijas, pero estaba en un estado de aburrimiento y me sentía envejecido. A los 50 sentí que se me venía el mundo encima, porque estaba sin acción. Llegué a este proyecto y fue como tener 35 años de nuevo”, sostiene mientras recorre el camino de ripio hacia el Valle de Lixiviación.
Su jornada comienza a las 5 AM. Previa ducha, a las 5:30 ya está en el comedor junto a su equipo para desayunar “como una familia” como le gusta decir. A las 6 ya se encuentran rumbo al “Truck Shop” (su base de operaciones desde donde planifica y diagrama la labor diaria del proyecto), o mejor dicho un POD (Play of the Day), como suelen llamarlo. En enero trabajaron en el predio 4458 personas de las cuales 97,7% son Argentinos y 84,4% son de la provincia. Dato: el 75% del personal que trabaja es de la provincia
¿En qué consiste el proyecto? Básicamente la finalidad de esta megaobra es permitirle a la compañía apilar 58,3 millones de toneladas de mineral de roca, lo cual dará lugar a recuperar, aproximadamente 1.2 millones de onzas de oro.
La Navidad la pasó en el campamento, con los compañeros de trabajo. “El estar con las personas que uno aprecia, sin importar el día del calendario, es lo relevante”, explica. Los que tienen hijos más chicos son los que vuelven a sus hogares en esta fecha especial. En Año Nuevo se repite la dinámica y el 1 se encuentran trabajando nuevamente.
Trabajar en Veladero no es fácil. Quizás tampoco sea para cualquiera. Y tampoco es una rareza. Lo cierto es que en Mina Veladero, en la Cordillera árida al noroeste de San Juan, trabajan más de 4.000 personas. Con temperaturas que oscilan entre los -20°C y 20°C, los trabajadores de la mina Veladero se convirtieron de en la columna vertebral del proyecto que busca extender su vida útil hasta 2030.
A raíz de la fuerte inversión, se realizarán tres proyectos estratégicos (Valle de Lixiviación, exploración y una pista de aterrizaje) por un valor de US$224 millones.
Arriba de camiones gigantescos, manejando bulldozers y removiendo minerales o trabajando en la perforación de nuevas zonas, entre otras tareas, al trabajo en Veladero hay que ponerle el cuerpo. En todas las operaciones conviven las más variadas profesiones: desde ingenieros, ingenieros metalurgistas, topógrafos, especialistas en Medio Ambiente, choferes, entre otros.
Geográficamente, Mina Veladero está ubicado a 375 kilómetros de San Juan capital y para llegar allí hay que transitar una ruta sinuosa que invita -por sectores- a transitar entre las nubes. En el corazón del predio se ubica el campamento central: un complejo de varios edificios prefabricados que no solamente tiene habitaciones individuales con televisión y conexión a internet (un poco inestable por momentos) y calefacción, sino que tiene áreas de esparcimiento (pooles, metegoles, computadoras, gimnasios y canchas de fútbol y básquet. Por su comedor desfilan cientos de trabajadores en el que les sirven las cuatro comidas diarias y sirve como punto de encuentro.
Así como Marcelo, el día a día del resto de los más de 4.000 empleados es más o menos similar. La ubicación inhóspita y la cantidad de días que comparten, terminan de hermanar a los que viven en Veladero. Saben que cada diez o quince días volverán a ver a su familia. La historia de los trabajadores es una mezcla de sacrificio y orgullo. Al recorrer las instalaciones queda la sensación del compromiso tanto por el éxito de la obra y la producción. También hay un éxito personal. Trabajar sobre las montañas es todo un desafío.