COLUMNISTAS
PASION ARGENTINA

Pensamientos de la Brujita

El mundo del fútbol argentino siempre ha sido materia de discusión filosófica.

|

El mundo del fútbol argentino siempre ha sido materia de discusión filosófica. Desde los tiempos de Dante Panzeri en los momentos previos al Mundial de Suecia de 1958 se discute sobre la esencia e identidad de nuestro fútbol. Borocotó, Frascara, el mencionado Panzeri, elogiaban en la previa al viaje a Malmöe, sede argentina de aquella competencia, la picardía, calidad, habilidad y espontaneidad de nuestros talentosos muchachos en desmedro de la mecanicidad y la hiperorganización de los europeos.

Todo comenzó cuando Checoslovaquia nos ganó 6 a 1 y nos eliminó. Desde entonces la identidad de nuestro fútbol ha sido un tema obsesivo y ha dividido bandos irreconciliables. El destino de la patria, y el universo de las conductas se juegan según nos decidamos a bajar a una de las dos trincheras en pugna por obtener el galardón canónico sin árbitro de mediación.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Apenas terminado aquel mundial los elogios se volvieron insultos y maldiciones, y el mismo Panzeri cambió la orientación de la brújula y condenó a nuestros jugadores como fiel reflejo de una mentalidad negligente y perezosa acorde con lo que calificaba como años de demagogia en los que había vivido el país.

En la década del sesenta se pone de moda el fútbol espectáculo, que pobló los equipos de jugadores extranjeros hasta el punto que en la delantera de River del técnico húngaro Emérico Hirschl no había ni un solo argentino y Boca jugaba con peruanos y brasileños. La llegada al fútbol argentino de Juan Carlos Lorenzo y los éxitos del Estudiantes de Zubeldía espesaron los nubarrones y sólo faltaba un rayo en las tinieblas para que la reacción al europeísmo resultadista esperara su oportunidad.

El momento esperado llega con Menotti, que volvió a encumbrar nuestra esencia, la identidad de nuestro fútbol, la belleza del juego, el valor de la libertad, la cuna barrial, la mística del potrero, lo sublime de la creatividad y la importancia de la fidelidad.

El Mundial del 86 con Bilardo a la cabeza hundió aún más el foso que separaba a los dos bandos y desde ambos márgenes aceleró la lluvia de piedras que vuelan sin detenerse hasta hoy, ya que el cansancio de viejos militantes es refrescado con nuevos contendientes que mantienen así, en alza, la tensión y el sentido de sus existencias.

Es cierto que la filosofía quedó del lado menottista ya que enarboló los grandes valores de la tradición emancipatoria y nacional, mientras que del otro nada había que no fuera el mercantilismo más despreciado y cipayo. Algunos escritos del mánager del Real Madrid Jorge Valdano y últimamente el creador del tiki tiki de Patricios Angel Cappa nutrieron con sus reflexiones al fútbol vida y avivaron la pastoral futbolera.

No hay mesa de café ni mesa redonda de las decenas de los programas de televisión y radio relacionados al fútbol que no ponga en escena este debate y lo teatralice ya que se ha convertido en algo tan importante como la pelota. Si no se toma partido por una de las dos opciones se corre el riesgo de quedar fuera de ese mundo que para muchos es primordial.

Atados a postes bien clavados por Horacio Pagani y Fernando Niembro se extiende una red de comentarios e insultos con sus respectivos portavoces que estimulan un ambiente algo deteriorado por la fuga de pies y la corrupción dirigencial.

El otro día, en Fútbol de Primera, Niembro entrevista a la Brujita Verón. En estos últimos tiempos el jugador de Estudiantes se ha puesto de moda por la levantada de su club, que lo tiene como líder, por sus declaradas ambiciones políticas en el fútbol, y en especial porque se ha convertido en la otra cara de Maradona, que permite que cada desquicio del Diego se compense con la madurez de Verón que templa los ánimos sin decir nada, pero con equilibrio.

Me sorprendió la Brujita. Fue la primera vez que escuché una declaración de principios morales de parte de alguien formado en las lides del fútbol de Bilardo. Hasta el momento la trinchera bilardista era calificada por sus adversarios de exitista, resultadista, tramposa, violenta e inescrupulosa.A todas luces una mentalidad así catalogada no daba para sermón alguno, ni para educar a nuestros jóvenes, ni reconfortar a los viejos.

Pero Verón con su tono mesurado dijo que para él Estudiantes fue una escuela de vida. Allí aprendió que el grupo no mata al individuo, por el contrario, que cada uno puede ser cuidado por los otros si el espíritu colectivo respetaba los siguientes valores: solidaridad, cooperación, compañerismo, dedicación, entrega, concentración, aprendizaje y estudio.

Ninguno de estos atributos ha formado parte de la declamación moralista de los pastores del tiki tiki embelasados con la libertad de lo lúdico y el esteticismo paternalista. Nada de resultadismo ni de rigidez profesional salió de la boca de Juan Sebastián Verón, sino otros valores no precisamente individuales ni originados en la retorta de la creatividad.

Más me sorprendió la Brujita en el reportaje que le hizo hace poco Alejandro Fantino. Sabía por haber leído y escuchado otras entrevistas que Verón mostraba preocupación por la educación del joven jugador argentino. Me interesaba conocer las razones que tenía para insistir en la necesidad de formar en la escolaridad a los aspirantes a la gloria deportiva. En el reportaje dice que aprendió en su estadía en Europa la importancia de la educación. Pero no habló de la educación en general, sino que se refirió a uno de los aspectos con los que el jugador se enfrenta apenas llega a los primeros planos. Confesaba que sentía vergüenza por su modo de hablar al presentarse ante los medios. Creía que ahora hablaba mejor. En nada intentaba ocultar su origen popular por ser hijo de un jugador de fúutbol y alguien que dejó la secundaria. Hablaba a la pequeña platea juvenil del programa como un padre a sus hijos. Llamaba la atención a los jóvenes de hoy sobre los perjuicios que ocasiona la pobreza de vocabulario, el no tener otros recursos que el “todo bien, ché bolu y hay onda”, insistía así que la comunicación es un puente que hay que cuidar y que la multiplicación de los recursos lingüísticos dignifica a la persona y enriquece la percepción.

Todo esto más allá de la necesidad de pensar en un oficio o profesión en un sistema selectivo en el que el éxito le llega a uno en mil.

Un equipo sin grandes talentos, sin lujos, ni recursos, ni estrellas fulgurantes puede dar un espectáculo conmovedor aunque juegue a la defensiva, con una presión constante sobre el adversario, sudando la gota gorda, corriendo hasta vomitar las tripas, dejando todo. En la historia del fútbol argentino ha habido ejemplos numerosos en los que la ausencia de talento natural fue suplido por las virtudes enumeradas por Verón en la escuela de vida por la que transitó en La Plata. Su vecino y maestro de juventud Carlos Griguol, técnico durante años del archienemigo de los pincharratas, era conocido por agarrar de las orejas a los juveniles y sacarlos del entrenamiento si habían faltado al colegio.

No todo en el fútbol ni en la vida es tiki tiki, hay cosas más grandes y maravillosas.

 

*Filósofo (www. tomasabraham.com.ar).