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Sin ironías

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Entiendo que la ironía no es derecho de todo el mundo. En muchos casos, la ironía no se reconoce como tal (lo contrario de lo que se quería decir) y el emisor irónico queda en problemas.

Cito de memoria una publicidad del diario Clarín, así que pido disculpas si me equivoco. Hay una foto del primer hombre pisando la Luna seguida de la frase “¿Por qué seguís pensando que no llegó si ya te dijimos que llegó?”. En otra publicidad están las Torres Gemelas en llamas y la frase es “¿Por qué trajiste un hijo al mundo si ya te dijimos que no era un lugar seguro?”. Ambas propagandas terminan con el mismo remate: “Porque con el diario vos hacés lo que querés”.

¿No es un poco desafortunado el eslogan? ¿Cómo debo leerlo? Como quiera, eso ya lo entendí. Pero lo primero que pienso es interpretarlo así: “Metete el diario por el culo, que las noticias nos importan un bledo”. Una manera curiosa de publicitar el periodismo.

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La propaganda ha surtido –como todos los venenos– su efecto. Es el oficio de la publicidad. Dudo mucho que compre el Clarín si ellos mismos me sugieren que me va resultar difícil creer en las noticias que me den, pero hacer propaganda de un diario no necesariamente es un acto que persiga las ventas. Es más bien un acto ideológico de afianzamiento de una voz. A ésta no le importa cuántos quieran escucharla (o comprarla) sino infiltrarse y permear sobre lo real, gratis y sin pagar precio alguno.

¿Por qué les queda tan mal la ironía? Algo parecido pasó con una propaganda de ArteBA, aquel video entre la estupidez total y el elitismo mersa, que generó tantas críticas que sus ideólogos tuvieron que salir a pedir disculpas. No se terminó de entender si el fenómeno fue publicidad u obra de arte. Pero ésa es harina de otro costalito, ya que en terrenos artísticos lo escandaloso es incluso lícito.

Y al fin de cuentas, es en buena ley que nos avisen que no creamos en las noticias si no tenemos ganas.