CULTURA
ENTREVISTA AL PERIODISTA JON LEE ANDERSON

"El che dejó de buscar alternativas"

Nació en los Estados Unidos pero se apasionó por América Latina. Hoy escribe crónicas para The New Yorker y se convirtió en uno de los grandes maestros del periodismo contemporáneo. A caba de reeditarse Che Guevara: una vida revolucionaria, su biografía de Ernesto Guevara, cuya investigación ayudó a encontrar los restos del guerrillero argentino.

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GUEVARA-CHE. "Ahora entiendo mejor el proceso de mitificacin, pero no por eso es menos fascinante". | Cedoc

La primera vez que lo vi fue hace unos cinco años, con bermudas y algo despeinado: había ido a dar una charla sobre cómo cubrir la guerra, en un pequeño periódico de Cartagena de Indias, pero terminó hablando de flores. Contaba que una vez el fact checker (el chequeador de datos) del New Yorker le retuvo una nota porque no daban con el nombre exacto de una flor que el personaje de su crónica tenía sembrada en el jardín. ¿Por qué simplemente no eliminaba la flor de la historia? Porque la flor, dijo él, le daba un rasgo distintivo, particular, a su personaje. Jon Lee Anderson, un clásico del periodismo contemporáneo, es una persona rigurosa y sensible. Ahora acaba de reeditarse, en una nueva traducción y revisada, la biografía que “el gringo feo” –como le decían en Cuba– realizó sobre Ernesto “Che” Guevara casi diez años atrás: una pieza de oro de la literatura revolucionaria.

Se puede decir de Anderson –que ha escrito perfiles de Fidel Castro, Gabriel García Márquez, Augusto Pinochet, el rey Juan Carlos, Saddam Hussein y Hugo Chávez, entre otros–, que ha cubierto más de una decena de guerras alrededor del mundo, y ha publicado libros como La tumba del León y La caída de Bagdad, es todo un personaje: usa guayaberas, habla en cubano y a veces se le escapa un ¡coño caballero!. Se puede decir que odia la injusticia, que tiene vena revolucionaria y alma latinoamericana. Se puede decir que este humilde y brillante periodista es, y no es poco, una de las personas que más cerca ha estado de la vida de Guevara.

—¿Cómo describiría el trabajo de un biógrafo?
—Adentrarse en la vida de su personaje sin preocuparse por las consecuencias ; revelar su vida y, si se puede, encontrar su ‘verdad’.

—Se dice que algunos biógrafos terminan odiando al personaje, porque le ven fisuras imperceptibles para un espectador común. ¿Podría mencionar algo que no haya gustado del Che después de “conocerlo” a fondo?
Su tendencia al dogmatismo. Después de adoptar su ideología, el marxismo-leninismo, dejó de buscar alternativas, y si bien era un crítico acérrimo dentro del credo, dejó de mirar o buscar más allá. Esto le cerró los horizontes, y le hizo delimitar el mundo entre ‘compañeros’ y ‘enemigos’.

—¿Qué significaba para usted Guevara antes de investigar exhaustivamente su vida y qué significa hoy?
—Para mí, el Che representaba un hombre singularmente fascinante, un hombre de interés universal, como pocos. Me intrigaba su mitificación. Me era atractivo por su valentía y su sentido de sacrificio. Ahora siento esencialmente las mismas cosas. Es decir, mis intuiciones previas sobre el Che que me impulsaron a biografiarlo fueron confirmadas por mi labor de investigar su vida, y si bien ahora es menos ‘mito’, porque entiendo mejor su proceso de mitificación, no por eso es menos fascinante.

—Con su investigación ayudó a encontrar el cuerpo del Che, ¿siente que eso lo hizo pasar del lugar del observador a ser parte activa de la historia?
—No sé si de una parte importante, pero sí fui partícipe de hechos que ayudaron a esclarecer una historia oculta de mucha resonancia en América Latina, y de una especie de recuperación de la memoria histórica en Bolivia, ya que la búsqueda de los restos del Che y sus compañeros sirvió de destape de toda una era de asesinatos y desapariciones en ese país.

—En un escenario fáctico, no ideológico, el Che fracasó. ¿Qué hace que hoy se lo considere un triunfador?
—Que se lo recuerde no como un fracasado sino como alguien que tuvo la valentía de “intentar”. La hazaña de intentar en sí es una virtud para mucha gente. En términos prácticos, dejó una mística potente que ha inspirado a muchos otros.

—¿Cuál diría que fue su mayor fracaso?
—Creer que se podía replicar la experiencia cubana en otros países –no hay sino que mirar más allá del Congo y Bolivia para confirmarlo–, y ni hablar de la expedición que envió a la Argentina previamente; y creer su propia teoría elaborada en base a su experiencia personal: es decir, que la lucha guerrillera produciría nuevas victorias, y el “nuevo hombre socialista” que tanto anhelaba.

—En algunas entrevistas ha dicho que como periodista de guerra tiene una misión (dicho de algún modo, la de acercar al mundo: “Que un hombre en Ohio vea que otro hombre en Mali tiene algo en común con él”); esa misión existe previamente a su inmersión en la vida del Che. Después de concluido el trabajo, ¿cree que su misión se vio modificada, reforzada o influenciada de alguna manera por él?
—Inconscientemente, quizá, pero honestamente, no lo sé. No me he puesto a indagar en mis propias patologías. Pasé cinco años de mi vida adentrándome en la vida de un hombre con quien sentía muchas afinidades y seguro que resulté influenciado por él. él. Comparto mucho el sentimiento internacionalista y humanista del Che, aunque el mío no tiene que ver con un propósito determinista e ideológico, sino con una filosofía de vida personal y un instinto que, creo, es fundamentalmente antisectario.