ECONOMIA
EL ASCENSO DEL ECONOMISTA

Kicillof se convierte en el ministro con más poder y abre grietas en el Gobierno

Es el hombre a quien más escucha la Presidenta. Avanzó contra Zannini y Capitanich. Escaló gracias a la batalla contra los buitres. Influye en diferentes áreas del Ejecutivo.

Abanderado. Un sector del kirchnerismo se ilusiona y lo imagina como candidato presidencial.
| Telam

No tiene despacho en la Casa Rosada, pero se convirtió en el ministro con más poder del Gobierno. Axel Kicillof (42) se transformó en el hombre al que más escucha la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en momentos en que la economía es vital para el oficialismo. Su dominio de los asuntos cruciales de la administración despierta malestar y celos en sus pares del gabinete porque saben que ninguno de ellos puede avanzar si Kicillof no da la bendición a sus planes. Esta semana, la extensión de su influencia se plasmó como nunca. “Hoy nos gobierna Kicillof”, resumió ante PERFIL un importante funcionario, que ironizó: “Es lógico que la economía vaya tan bien”.

Controla directores del Banco Central y a los que el Estado tiene en las empresas privadas; acaba de colocar al reemplazante del secretario de Energía, Daniel Cameron; tiene influencia en Aerolíneas Argentinas –empresa de la que fue funcionario–; se disputa con Julio De Vido el manejo de Enarsa; tiene acceso al área de finanzas de YPF; diseña las políticas domésticas y traza la estrategia para acomodar el frente externo de la Argentina. Fue el responsable de cerrar un acuerdo con el Club de París y el que negoció con los fondos buitre. Esa última negociación lo colocó en la cúspide de su poder: se llevó por delante al secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini; al titular del Banco Central, Juan Carlos Fábrega; y al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Todos ellos avalaban la propuesta de cerrar un acuerdo entre privados para que los bancos les compraran la deuda a los holdouts. Pero el ministro fue a Estados Unidos y les ofreció pagarles lo mismo que a los bonistas que habían entrado en el canje de 2005 y 2010, es decir, con una quita de la deuda, dinamitando la posibilidad de un arreglo paralelo.

En su conferencia de prensa posterior, criticó a los bancos: “Que pongan plata de la suya”, dijo. El blanco del ataque era el presidente de la Asociación de Bancos (Adeba), Jorge Brito. Pero también sus pares del gabinete que lo apoyaban. Ese discurso, en el que mantuvo la épica de la batalla contra los buitres, tuvo el aval de Cristina Kirchner. Un día después, el jueves, ella lo sentó a su lado en un acto que se transmitió por cadena nacional. “Asistimos al lanzamiento de Kicillof como candidato”, indicó una fuente de Gobierno. Agregó que no sólo voces marginales como la del piquetero Luis D’Elía ven en la figura del ministro un potencial postulante del kirchnerismo, sino que La Cámpora –agrupación del hijo presidencial, Máximo Kirchner– también lo apadrina. “Tienen la idea de ir con Kicillof, perder y abroquelarse en el Congreso”, manifestó la fuente. Los encuestadores del Gobierno todavía no lo miden. Por ahora, los precandidatos son los que ya se conocen.

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Que Kicillof tiene la última palabra lo saben hasta los sindicalistas. El ministro de Trabajo, Carlos Tomada; y el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, le habían acercado a la Presidenta, en marzo, un proyecto para tratar el impuesto a las ganancias. Tomada les confió a los gremios que el ministro de Economía lo freezó. El tema todavía sigue en discusión, y los titulares de los sindicatos, que se reúnen con Capitanich, se retiran de la Rosada sin esperanzas. Hasta que Kicillof no dé el aval, no se moverá el mínimo no imponible.

Kicillof ingresó al gabinete como un académico. Se convirtió en el hombre más influyente del Gobierno.