INTERNACIONAL
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El nuevo frente de combate contra el yihadismo será el territorio libio

El Consejo de Seguridad autorizó bombardeos y acciones de comando contra los miles de yihadistas que combaten en el país, a menos de 300 kilómetros de Europa.

Estrategia. Los yihadistas quieren utilizar el territorio libio para replegarse en caso de derrotas en sus posiciones de Siria e Irak.
| Cedoc

Desde Paris

Con la resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU, las potencias occidentales tienen ahora el marco legal para poder intervenir en Libia a fin de combatir a Estado Islámico (EI).
   Ex potencia colonial, Italia piloteó esa iniciativa destinada a ayudar al gobierno de unión nacional a “restaurar la estabilidad” en el país y “vencer a EI”.

Todas las hipótesis. “Este marco legal admite todas las hipótesis”, afirmó el canciller italiano, Paolo Gentiloni. El documento abre el camino para autorizar bombardeos aéreos e incluso acciones de comando contra los 2 mil a 3 mil combatientes libios y extranjeros que EI concentró en una franja costera de 250 kilómetros en torno de la ciudad de Sirte, más otros bolsones cerca de Trípoli, Sabratah, Bengasi y Derna, a orillas del Mediterráneo, y en Sebba, en el centro del país.
   El objetivo del líder de EI, Abu Bakr al Baghdadi, es convertir a Libia en una base de repliegue por si debe abandonar sus actuales posesiones en Siria e Irak luego de la intervención de Rusia en Siria y la intensificación de los bombardeos de los países occidentales sobre la “capital” yihadista de Raqqa.
   La decisión de Baghdadi introduce un grave elemento de inestabilidad en la región, pues “Libia amenaza con transformarse en el nuevo santuario de EI”, advirtió a fines de noviembre el canciller libio, Mohamed Dairi. Más pesimista que los servicios de inteligencia occidentales, Dairi calcula que en realidad hay “de 4 mil a 5 mil combatientes extranjeros”, en su mayoría tunecinos, sudaneses y yemenitas, a los cuales se agregaron recientemente fuerzas de Boko Haram procedentes de Nigeria.
   “Ahora EI se encuentra a menos de 350 kilómetros de las costas de Europa”, se alarmó el ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian.
   Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos –al igual que Rusia y países árabes como Egipto– quieren impedir el enlace de los yihadistas libios con las fuerzas de AQMI y de Boko Haram en el Sahel, en el centro de Africa.
   “Si no hacemos nada, dijo el canciller argelino Abdelmalek Sellal, en menos de un año habrá otro EI a las puertas de Europa”.

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Un país, dos gobiernos

Libia tiene dos autoridades antagónicas. Los federalistas, único gobierno reconocido a nivel internacional, asentado en Beida y con el Parlamento en Tobruk, controla la rica región de la Cirenaica, en la frontera con Egipto, donde están la mayoría de los pozos de petróleo, oleoductos, refinerías y puertos. Pero la franja costera está infestada de grupos yihadistas de Ansar el Sharia, rama local de EI, y milicias locales, que controlan ciudades como Sirte, Bengasi y Ayabiya, con importantes terminales petroleras. La otra autoridad, instalada en Trípoli, está atomizada entre katibas (unidades de combate) de Ansar el Sharia y fracciones de fundamentalistas islámicos que responden a diferentes orientaciones. La más importante es Fajr Libya (Aurora de Libia), cercana a AQMI (Al Qaeda del Magreb Islámico).

 

Rebelde sirio abatido

El líder del poderoso grupo rebelde sirio Jaish al-Islam, Zahran Allush, murió ayer en un bombardeo cerca de Damasco. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) confirmó la noticia, citando a “altos responsables” de esta formación rebelde apoyada por Arabia Saudita, que Allush y otros cinco comandantes habían “muerto en ataques aéreos” en la región de Ghuta oriental. Analistas coinciden en que la muerte de Allush, que tenía 44 años, es uno de los golpes más duros sufridos hasta ahora por la oposición siria.