El exdictador Jorge Rafael Videla me dijo que los militares derrocaron a la presidenta Isabel Perón convencidos de que tenían que “eliminar a un número grande de personas para ganar la guerra contra la subversión”.
“Pongamos que eran 7 mil u 8 mil. No podíamos fusilarlas. Tampoco podíamos llevarlas ante la Justicia”, señaló en una de las entrevistas que le hice en la cárcel federal ubicada dentro de la guarnición militar de Campo de Mayo.
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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Esas entrevistas, junto con reportajes a militares, guerrilleros, empresarios, políticos y sindicalistas, integran la edición definitiva de mi libro Disposición Final.
Esa cifra contrasta con los 30 mil desaparecidos de los que siguen hablando las organizaciones de derechos humanos. Videla relativizó la importancia de la cifra de desaparecidos. “La clave no está en el número; está en el hecho”, puntualizó.
En mi opinión, son palabras adecuadas a un político que no quiere que se menee mucho un tema sobre el que estima que perderá más de lo que ganará. Lo mismo le sucedía al Partido Popular español cuando la centroizquierda colocaba en la agenda política la Guerra Civil y la dictadura de Francisco Franco.
Pero, a la historia no le interesa quién gana o quién pierde; busca la verdad más allá de los intereses particulares de cada grupo. En ese sentido, no es verdad, como dice el Presidente, que “hay gente que investigó y dijo que fueron 9 mil a 12 mil, otros que investigaron y que dicen que fueron 30 mil".
No: hubo una sola investigación y la hizo la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), que en 1985 publicó su informe titulado Nunca Más. Luego, en 2006, el gobierno del presidenteNéstor Kirchner difundió la actualización del Nunca Más incorporando nuevos datos y nuevas denuncias.
Según esos listados, que constituyen el último documento oficial y público, hubo 6.415 desaparecidos y 743 víctimas de “ejecución sumaria” durante la dictadura. Una matanza tremenda, una violación masiva de los derechos humanos.
Pero, entonces, ¿qué razones existen para no adoptar esa cifra?
