Frente al Vesubio, en la periferia napolitana, donde la pobreza aumenta y la Camorra se dedica al crimen organizado, la fundación Famiglia di Maria encaró un emprendimiento medioambiental inédito que ahora es un prototipo que quiere copiar el resto de Italia.
Para fomentar la conciencia social y luchar contra las desigualdades sociales crearon un laboratorio energético que muchas ciudades del país quieren imitar.
Con el apoyo parcial de la Alcaldía de la ciudad, cada semana esta fundación napolitana recibe 120 chicos para ayudarlos con actividades extracurriculares y alejarlos del ambiente de delito del barrio desfavorecido en el que viven. Una parte de esos chicos proviene del barrio Secondigliano, considerado el más peligroso de Italia.
Mientras los jóvenes son adiestrados en el manejo ecológico, la huerta propia y otras actividades, en la terraza del edificio se instalaron 166 paneles fotovoltaicos. “La energía que se produce aquí, gracias al sol, evita 30 toneladas anuales de CO2, es como si hubiésemos sembrado 140 árboles”, explica Illuminato Bonsignore, administrador de la empresa 3e Environment Energy Economy que hizo la instalación y hace controles periódicos.
La instalación tiene una garantía de 25 años y permite conservar los excedentes de energía que no se utilizaron, para aprovecharla, por ejemplo, durante la noche.
Modelo napolitano
El emprendimiento fue tan exitoso que la Alcaldía conectará en breve la instalación al resto del barrio para que al menos 40 familias de bajos recursos puedan también recibir esta energía limpia.
Por utilizar esta energía renovable, la empresa de suministro eléctrico le descontará por año entre 200 y 350 euros del consumo tarifado. Esta fuente energética provee el equivalente de 65.000 kw/h al año.
“Eso nos permitirá destinar ese dinero a otros bienes, tal vez comprar un par de zapatos. Desde que mi esposo tuvo un infarto ya no tenemos ingreso fijo; entonces es una ayuda muy valiosa” “ declaró Rita Palmieri a la agencia france24.
La iniciativa también contempla una formación pedagógica a las familias que reciban el beneficio. Un miembro de Legambiente Campania los visita a domicilio y les da consejos para reducir el consumo energético y aprovechar al máximo el suministro. Por ejemplo, llenar el tambor de su lavarropas en cada lavado y no utilizarlo de noche.
En paralelo, los chicos están en la Fundación tomando sus talleres sobre energías renovables, en donde se los instruye sobre “comunidad y energía”, beneficios de energías limpias, cuáles son las energías fósiles, por qué hay que ir dejándolas de lado, etc.
Anna Riccardi: “Ahora son los jóvenes quienes instruyen a sus familias sobre cómo clasificar los desechos, tal como se los enseñamos aquí. A veces llaman las familias para pedir que nos detengamos porque los chicos quieren que de ahora en más se haga eso en sus casas. Y para mí esto es una satisfacción, porque es un trabajo de conexión entre generaciones.
Este modelo de producción autónoma de energía renovable vinculado a actividades sociales es toda una innovación en Italia. En este país ya surgieron 11 comunidades energéticas.
“Recibimos llamados de toda Italia, desde la fría Liguria del norte hasta Sicilia en el sur. Todos piden que los orientemos para hacer proyectos de este tipo. Nos volvimos un laboratorio a escala real para todo Italia”, se enorgullece Mariateresa Imparato, presidente de Legambiente Campania.
Un laboratorio del futuro que hace converger la protección del medioambiente y la lucha contra las desigualdades sociales. En Italia, ya hay alrededor de un millón de instalaciones de energía renovable, que producen el 19% de la energía del país.
MM / ED