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Umbral, una exposición colectiva que busca atravesar límites

Una muestra itinerante se propone llevar a todo el país la obra de siete artistas, parte de los 35 muralistas que participaron en la realización de 25 intervenciones urbanas en el barrio de Barracas.

Muestra itinertante Umbral, en MARCO de La Boca.
El cuerpo femenino en tres momentos de rituales cotidianos bajo la mirada de la mujer. Obra de Florencia Durán. | Marcelo Parajó

El Museo de Arte Contemporáneo de La Boca inauguró en su sede MARCO Arte Foco la muestra colectiva Umbral, con curaduría de Lucas Marín, que reúne las obras de siete artistas que tienen en común una gran trayectoria en el arte urbano y en esta oportunidad muestran una selección de obras de taller. 

Se trata de la primera muestra itinerante que tiene como objetivo llevar el arte a varios puntos del país (Buenos Aires es el segundo distrito donde se presenta, luego de haber sido expuesta en el espacio Le Parc de Mendoza) y que se inscribe dentro de un proyecto cultural llevado adelante por Sullair, una empresa dedicada a la fabricación de maquinaria para la industria y la construcción.

La exposición toma su nombre como un juego a partir de la palabra “mural”. En ese salto desde el street art hacia el arte contemporáneo la expresión artística se desprende del muro y cruza este “umbral” a través del cual se desplazan en forma paralela otros conceptos opuestos entre sí para borrar el límite que los separa.

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“Es un pasaje entre el arte urbano y el arte contemporáneo, pero cada obra trabaja en un punto con un tipo de territorio al que pone en crisis” señaló Lucas Marín, en diálogo con PERFIL.COM. “El territorio del cuerpo, el territorio específico de lo que podría ser la Argentina, el territorio de América a través de una serie de retratos de mujeres, la construcción del territorio que conforma a un artista, la misma praxis artística puesta en crisis. Algo de todo eso está en la muestra. Por eso cada obra también abre un umbral para pensar en eso”.

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Monumentos nacionales destruidos, donde ya no hay una idea de construcción de nación, sino de ruinas de una nación. Obra de Franco Fasoli (Jaz). (Foto: Marcelo Parajó)

Con esta idea como disparador y eje, se pensó en obras que lejos de tener una semejanza entre sí marcan un contraste entre las temáticas que abordan y ponen en relieve el carácter de cada artista y la idea de cada uno de ellos con respecto a su producción. 

En ese sentido, Marín asegura que se pensó en una selección de artistas que pudieran potenciarse a partir de la diferencia de técnicas y lenguajes. Durante el proceso se dio un diálogo constante entre los expositores, el curador, el muralista Pol Corona y Anahí Traba, gestora del proyecto. 

El conocimiento del cuerpo, la sacralidad de la herencia histórica y social, los tabúes culturales o la relación del ser humano con la naturaleza son temas que son puestos en juego en las diferentes obras desde un lenguaje contemporáneo.

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La muralista Milagros Correch (Milu) es una muralista reconocida en diversos países de Europa. La obra que presenta en Umbral tiene a la mujer como protagonista.

“La muestra tiene mucha presencia de mujeres. Por ejemplo, el caso de Friz (Florencia Durán), la actitud que toma es pensar en el autoconocimiento, en cómo se percibe el propio cuerpo femenino a través de la artista. Hay un corrimiento de la mirada masculina y hay algo de eso que está muy presente en la muestra” destaca Marín.

Se trata de tres obras en las que se aparece la mujer en su intimidad, lejos de la intervención de terceros -salvo en el caso de la que da el pecho a un bebé, donde el acto íntimo se da en la comunión entre la madre y el hijo- y en un ambiente que destaca un disfrute pleno de la soledad.

“Pensando en la mirada femenina, Milu Correch pinta mujeres que se han puesto un pasamontañas, de alguna manera se ocultan a la mirada y son ellas las que están mirando y las que están posicionándose” refiere el curador.

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Obra perteneciente a la serie expuesta por la artista Milu.

Las mujeres en la obra de Correch tienen actitud combativa y parecen exigir derechos que la historia les ha negado. No reclaman desde un lugar de sumisión, sino que asumen un rol activo con el rostro cubierto y antorchas encendidas en las manos. Los colores ocres no son casuales. Las mujeres tienen y visten el color de la tierra, un gesto de la artista que vincula la protesta con la necesidad de adueñarse de un territorio, tal vez el de su cuerpo y el de su deseo.

En un sentido quizás más literal, Paula Tikay recuerda luchas relacionadas con los derechos humanos a través de mujeres que han sido perseguidas o asesinadas a raíz de las causas que defendían o han sido víctimas de estados represivos. 

”Es una cantidad de retratos de mujeres que han sido asesinadas como Marielle Franco en Brasil, o que han luchado por el territorio, volviendo al tema del territorio, y que han peleado en lugares como Chile, en la cultura Mapuche, o en Honduras, o en Ecuador, en Canadá” explica Marín.

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Paula Tikay retrata a mujeres que han sido víctimas de la violencia, la represión y el asesinato a raíz de sus luchas. 

“Entonces hace un recorrido con los retratos de estas mujeres como Marielle Franco, Lorenza Cayuhan, Berta Cáceres, retratos específicos que también dan cuenta de otra América. La palabra América es usada en general por Norteamérica. Podríamos decir que también ahí hay otro posicionamiento de la América”.

En la lista también están Macarena Valdés, Joan Jara (esposa del cantautor asesinado por la dictadura pinochetista, Víctor Jara), Patricia Gualinga, Nicolasa Quintreman, Autum Peltier y Máxima Acuña, entre otras.

Por su parte, la obra de Franco Fasoli (artista que firma sus murales como Jaz) interpela a una historia oficial y un sentido de nación al que va a buscar justo en el momento en que esa construcción se consolida para mostrar desde su origen las grietas de ese edificio erigido sobre un relato endeble.

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Un monumento que fue proyectado para estar en Plaza de Mayo y que nunca vio la luz.

A la vez que una pintura collage muestra un monumento fantasmal muerto antes de nacer que fue proyectado para la conmemoración del Centenario y ser emplazado en la Plaza de Mayo (un plan que nunca se concretó), deconstruye los monumentos más emblemáticos sobre la historia argentina y los convierte en ruinas, escombros de una nación que soñó con un destino de grandeza y que a pesar de haber fracasado ante cada intento y haber boicoteado sus propios triunfos sigue en su ímpetu incansable por alcanzar su objetivo.

Sebastián Daels, por su parte, recorre otro camino al poner en un exuberante paisaje natural la huella del ser humano -una plantación de zapallos-. La naturaleza y el hombre forman parte de un mismo entorno al que la cultura occidental dividió en dos por medio de una línea a la que hoy se trata de borrar de forma desesperada en una lucha contra reloj.

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Con un pasado como guardaparques, Tatu tiene una mirada particular sobre la relación del hombre con la naturaleza,

Desde esta perspectiva, Tatu (así firma Daels sus murales) revaloriza la idea de pertenencia del ser humano a un medio al que históricamente dio la espalda y trató como ajeno a sus intereses.  

Julián Manzelli, en cambio, presenta una obra que pone el foco en las formas y los volúmenes. Con distintos materiales compone una pieza que toma elementos de la escultura y el diseño y la apoya sobre una base que se integra y deja de ser una simple instancia de soporte para formar parte de un objeto artístico.

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La obra de Julián Manzelli (Chu) está entre la escultura, el diseño y el objeto.

Las referencias a las vanguardias y al arte geométrico son innegables y parecen encontrarse citas a las imágenes del futuro que eran propuestas en las primeras décadas del siglo XX en un ejercicio lúdico de repetición de las formas.

A su vez, Martín Fiorio, toma parte de su firma (durante años firmó sus murales como Mart Aire) y la saca del muro para transformarla en una instalación que desde lo formal da una perspectiva semántica a la obra, donde la palabra Aire se convierte en un conjunto de formas suspendidas en el espacio.

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Aire, la firma del artista Martín Fiorio convertida en instalación.

“La muestra plantea todo el tiempo pensar en los límites, amplificarlos. El arte contemporáneo trabaja con eso en un punto. Ampliar el umbral, el espectro de lo que puede entrar ahí” concluye Marín.

Las primeras incursiones de la firma Sullair en el arte tuvieron lugar cuando se le pidió a una serie de artistas que utilizaran como soporte para sus obras las maquinarias industriales que la empresa alquila. De este modo, lograron que intervenciones artísticas circularan por avenidas y rutas y llegaran directamente al público sin necesidad de que éste fuera hasta una galería de arte. 

Más adelante decidieron pintar los muros de la empresa que dan a la calle y junto con esa iniciativa vino el proyecto Siete Murales que se propuso cambiar el barrio de Barracas. Hoy ya son 25 los murales y hasta el momento participaron unos 35 artistas

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Obra que forma parte de la serie expuesta por Paula Tikay.

En ese sentido, Rodrigo Cadenas, presidente de la Fundación Tres Pinos (a la que pertenece el museo MARCO), destacó que “sacar el arte a la calle” es una idea que la fundación y Sullair comparten, lo que facilitó el entendimiento para poder llevar a cabo esta muestra en la sala.

La muestra Umbral se puede visitar en MARCO Arte Foco, Avenida Pedro de Mendoza y Wenceslao Villafañe, en el barrio porteño de La Boca, hasta el 7 de diciembre de miércoles a domingo de 12.00 a 18.00 con entrada gratuita.