La industria de los medicamentos está bajo mucha presión: altos precios de medicamentos de marca, problemas de calidad con píldoras cardíacas genéricas de bajo costo, datos manipulados para una revolucionaria terapia genética...
Pero esta semana, el gobierno de EE.UU. anunció que una empresa de biotecnología, Regeneron Pharmaceuticals, había desarrollado una tratamiento altamente efectivo para el ébola. De los pacientes que lo recibieron con la suficiente anticipación, más de 90% vivió. Merck, la gigante farmacéutica de Nueva Jersey, también está produciendo lo que parece ser una vacuna eficaz para prevenir el virus, una protección crucial para los trabajadores de la salud y las poblaciones en riesgo.
Como enfermedad, el ébola es material para películas de terror: causa fallas de órganos mientras el cuerpo sufre una hemorragia mortal. Como generador de dinero para las compañías farmacéuticas, probablemente no sea mucho de qué hablar. Afecta a las partes más pobres del mundo, lugares que no pagarán precios exorbitantes por un medicamento revolucionario, incluso uno que salve vidas. El mayor beneficiario de un medicamento y una vacuna para el ébola es la humanidad, no un resultado financiero.
La tensión entre los beneficios corporativos y la ciencia de salvar vidas no va a desaparecer. Pero la industria parece haber progresado sustancialmente contra una de las peores enfermedades del mundo. Vale la pena recordarlo: tanto los críticos de la industria y como sus líderes.