El Retreat at the Blue Lagoon –un acogedor hotel de 62 habitaciones escondido en medio del paisaje agreste justo en las afueras de Reikiavik– ha estado abierto apenas durante tres meses, y ya es uno de los lugares de lujo más visitados de Europa. Ubicado a orillas de una laguna geotérmica –la Laguna Azul, de donde proviene su nombre–, cuenta con enromes ventanales que van desde el piso hasta el techo que ofrecen espectaculares vistas del campo de lava, además de un spa que ofrece masajes dentro de la laguna. Los huéspedes obtienen un beneficio especialmente atractivo: acceso fuera de horario al espectacular sitio natural, cuyas aguas están llenas de visitantes durante las horas punta.
Pero dentro del retiro hay un espacio ultra exclusivo que pocos visitantes sabrán que existe. Con dos niveles y 2.100 pies cuadrados (195 metros cuadrados), el tamaño de la suite Blue Lagoon es casi el triple de cualquier otra. Tiene un balcón privado con vistas al paisaje de lava, una cocina y un comedor además de un dormitorio con cama extragrande con walk-in closet. Lo mejor de todo es que tiene su propio spa privado con baño de vapor, sauna, chimenea y un área privada de baño dentro de la laguna.
¿La trampa? La lujosa suite cuesta US$10.500 por noche, con un mínimo de dos noches, y no aparece en el sitio web del hotel. No hay fotografías, ni descripción, nada en absoluto.
La suite Blue Lagoon es como una mezcla entre un número de teléfono privado y un asiento reservado para un invitado especial en un teatro: no se puede encontrar a menos que uno sepa que existe, y la reserva es solo por invitación. En los hoteles de alta gama de todo el mundo, estas habitaciones no publicadas son un elemento básico sutil, cuyas razones de ser son tan variadas como las habitaciones en sí mismas.
De acuerdo con Mar Masson, el director de marketing del hotel, la suite Blue Lagoon está pensada como el escondite máximo. Para quienes quieran pasar desapercibidos, una entrada privada y el helipuerto cercano permiten conexiones discretas y privadas desde el Aeropuerto Internacional de Keflavik.
Buenas condiciones
La privacidad no es la única razón para no publicar una habitación, ya sea en el propio sitio de un hotel o en socios como Booking.com. A veces se trata de proteger su activo más valioso.
"Digamos que tienes una suite superior que cuesta US$2.000", señala el veterano de hotelería Stephen Brandman, quien dirige la empresa de gestión Journal Hoteles. "No quieres que lleguen 10 personas juntas y que cada una ponga US$200 para tener una gran fiesta. Piénsalo. Una gran cantidad de estudiantes de bachillerato alquilan un penthouse, y de repente tienes un gran problema".
El profesor de hospitalidad de la Universidad de Nueva York Bjorn Hanson concuerda. "Las habitaciones que tienen algo frágil –obras de arte, un piano de cola Steinway– donde hay demasiado riesgo de desgaste se guardarán", sostiene. "No estarán disponibles para el público, sino que se asignarán a los VIP".
A menudo, este tipo de habitaciones reciben el nombre de "suites del propietario". En el Hotel Bennett, en Charleston, Carolina del Sur, que está próximo a abrir, por ejemplo, la suite de Michael Bennett de un dormitorio y 2.000 pies cuadrados solo está disponible bajo petición especial. Incluso entonces, los huéspedes solo se confirman después de la aprobación personal del propio desarrollador.
En otras propiedades, se llaman "habitaciones de asociación", lo que significa que solo están disponibles a través de clubes de membresía exclusiva que requieren cuotas de seis cifras. En Paradise Beach en la isla caribeña de Nevis, dos de las nuevas casas de playa del complejo, construidas sobre pilotes en la orilla del agua, solo se pueden alquilar a través de Exclusive Resorts LLC, un club de vacaciones cuya cuota de incorporación es de US$125.000.
En otras palabras: no asuma que todas sus opciones están publicadas en el sitio web de un hotel. Y sepa que, como cualquier buen secreto, las suites no publicadas siempre corren el riesgo de hacerse públicas.