En un momento en que EE.UU. tensa las sanciones, el nuevo plan de Rusia de reactivar su economía confía en la inversión estatal a la vieja usanza para impulsar el crecimiento antes que en los consumidores.
De acuerdo con un programa publicado por el Ministerio de Economía, el gobierno del presidente Vladimir Putin desea duplicar el gasto total en bienes de capital del país en rublos para 2024. Esto llevaría su porcentaje de la producción interna bruta del 21 por ciento actual a la cuarta parte, ritmo de crecimiento que es dos veces mayor que el aumento que contempla para las ventas minoristas.
Con la economía escasa de capital extranjero después de años de sanciones occidentales y con la probabilidad de enfrentar más, el vuelco al gasto estatal pone al consumidor en la mira. Tomando como modelo las estrategias de China de una década atrás, cuando se volcó a la inversión para impulsar el crecimiento económico, Putin se prepara para un cambio drástico después de producir la mayor prosperidad para los consumidores en la historia moderna de su país durante los años de auge del petróleo.
Con medidas como un impuesto al valor agregado más alto, la nueva visión de Rusia para la economía concentra recursos en manos del Estado -los canaliza a través de proyectos costosos como ferrocarriles y puentes- y abandona prácticamente la privatización en los años venideros. La inversión, medida por la formación bruta de capital fijo no alcanza el 25 por ciento del PIB desde la caída de la Unión Soviética en 1991, según datos del Banco Mundial.
“Si aumentamos la inversión, desalentaremos el crecimiento de los salarios”, dijo Valery Minorov, subdirector del Centro de Desarrollo de la Escuela Superior de Economía de Moscú. “No hay necesidad de empezar la casa por el tejado -la inversión por delante del crecimiento- porque son las exportaciones, en primer lugar, las que impulsan el crecimiento económico y no la inversión”.
La demanda interna, que supo ser la savia de la economía de Rusia, ha avanzado con dificultad en tanto los ingresos no pudieron recuperarse tras la dolorosa recesión que sobrevino luego de la caída de los precios del petróleo. Pero dado que el banco central ya espera enfriar el crédito a los hogares con ponderaciones de riesgo más elevadas para los préstamos, el gobierno descuenta que el aumento del IVA a partir del año próximo sumará 630.000 millones de rublos (US$9.300 millones) anuales a sus arcas.
Impedido de usar las ganancias provenientes de la energía en el gasto conforme a un mecanismo fiscal vigente desde 2017, el gobierno necesita movilizar capital recaudando ingresos no petroleros con impuestos y endeudándose para financiar el gasto en infraestructura. El máximo asesor económico de Putin también ha propuesto impuestos más altos para las compañías mineras, diciendo en una carta que se necesita un ingreso fiscal adicional para poder solventar las promesas del presidente después de su reelección esta primavera.
“Las exportaciones disminuirán, mientras que el consumo final crecerá, pero a un ritmo más lento”, dijo a Bloomberg el ministro de Economía, Maxim Oreshkin.
Las autoridades no realizaron avances significativos en sus esfuerzos anteriores de destrabar la inversión en un país paralizado por instituciones débiles y un clima de negocios malo. Si bien el gasto en capital fijo ha ido creciendo lentamente, se apoyó sobre todo en iniciativas públicas, en tanto Alfa-Bank estima que tres grandes proyectos estatales representaron 90 por ciento de la inversión el año pasado.