Junto con otros grupos distribuidos en distintas partes del mundo, el Observatorio Astronómico de Córdoba (OAC) comparte el desafío de detectar las contrapartes ópticas de las ondas gravitacionales detectadas por el Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO) de Estados Unidos. “Queremos ver lo que LIGO siente. Ellos con el detector sienten la onda, la vibración y nosotros queremos ver la onda de luminosidad, cuando la haya”, explicó a PERFIL Diego García Lambas, director del OAC.“El objetivo de la astronomía óptica, en este caso, es la detección de la contraparte, cuando la hubiera, porque vamos a tener objetos que sentiremos, pero no veremos y otros que sentiremos y veremos y ahí creo que vamos a aprender un montón”, agregó.
La parte que les toca no es sencilla ya que sólo cuentan con una orientación poco precisa de la galaxia en donde se produce el evento que LIGO detecta y deben buscar entre muchas. En este primer evento de detección de ondas gravitacionales ninguno de los grupos pudo ver aunque hicieron el intento. “Fue a unos mil millones de años luz, es un horizonte un poco lejano, aún para los astrónomos”, bromeó García Lambas, quien continúa con el optimismo inicial cuando entre los astrónomos ganaba el escepticismo. “Nosotros somos uno de los pocos grupos entusiastas previos a esta detección, ahora van a surgir muchos”, aclaró.
El equipo del OAC que forma parte del proyecto Toros (Transient Optical Robotic Observatory of the South, según sus siglas en inglés) trabaja con tres telescopios, dos ubicados en Córdoba y otro en Tolar Grande, Salta. “El origen de la onda gravitacional estaría unas horas antes de lo que sería el destello luminoso. En LIGO deberían detectar primero la onda gravitacional y nosotros después el fogonazo. En ese lugar es el fin del mundo, pero desde tan lejos es algo muy pequeño”.
Además de intentar observar el destello luminoso de este primer evento, los astrónomos argentinos estuvieron grabando las imágenes de las galaxias que pueden ser candidatas a generar una onda gravitacional para que cuando se produzca una nueva detección, puedan comparar imágenes y verificar si hay variaciones en algunas de sus estrellas. “Se abre una nueva astronomía. Siempre observamos el cielo, pero en la astronomía de las ondas gravitacionales no se ve aunque se puede sentir aquello que no emite luz. Esto recién comienza”, concluyó García Lambas.