Cada cual tiene sus sueños. Y cada cual tiene su historia. La de Soledad Jaimes me conmueve muchísimo. Su lucha, su perseverancia y sus triunfos se destacan por varios motivos. El principal: es mujer. Porque nada es igual cuando sos mujer. Las críticas se orientan a tu condición de mujer, los golpes son más dolorosos y continuos, la marginación se profundiza y siempre, sin discusión mediante, hay un plus negativo que la sociedad nos cobra por ser mujer y tenemos que lidiar y redoblar esfuerzos. Siempre.
Las crisis económicas nos afectan más a nosotras y la pobreza nos pega más fuerte. No faltará quien piensa que esto es una victimización, pero no tenemos problema en aclararles, una vez más, que es una realidad. Se empieza con la desigualdad de oportunidades, los ámbitos de decisión en cuanto a la economía, la política y en lo social son ocupados en su enorme mayoría por hombres. Sorteado ese obstáculo, nos encontramos con la brecha salarial. En Argentina ronda el 27 por ciento de diferencia. A todo esto, también chocamos con el conocido “trabajo doméstico” que recae sobre las mujeres. Entonces, además de nuestros trabajos, le agregamos el cuidado de nuestras familias y nuestros hogares. Todo esto tiene otra cantidad de microcomponentes sobre la cotidianeidad con la que convivimos, como los prejuicios a la hora de cualquier decisión que tomemos, sobre todo si es en terrenos hegemónicamente masculinos.
En este contexto de machismo y patriarcado profundo, me emociona hasta las lágrimas escuchar hablar a una chica como Sole Jaimes.
El viernes conduje un evento en el que las protagonistas eran jugadoras de la Selección argentina. Pude escuchar la historia de Jaimes relatada por ella y la piel de pollo me recorrió todo el cuerpo. Su mayor anhelo siempre fue jugar al fútbol de forma profesional. Hermana de seis varones e hija de Aurora, una mujer luchadora de quien sacó el ejemplo de guerrera. El pueblo entrerriano de Nogoyá fue testigo de sus primeras corridas y sus primeros goles cuando jugaba descalza en la plaza. Tenía un solo par de zapatillas y era los que usaba para ir a la escuela. Era consciente de que tenía que cuidarlos como a nada, porque sabía que si se le rompían la madre no la iba a dejar volver a jugar a la pelota.
Con todas esas limitaciones, Sole se probó y quedó en Boca en 2004. Tuvo un paso por River y volvió al Xeneize hasta 2014. El viaje empezó con los clubes más grandes de Argentina. Y todavía faltaba. De ahí, se fue a Brasil donde abandonó el amateurismo y llegó como profesional. El primer gran salto. Foz Cataratas, Sao Paulo y Santos fueron los tres equipos por los que pasó entre 2015 y 2017. En este último año, fue la primera extranjera en conseguir el Balón de Plata con 18 goles en 19 partidos. Una carrera en ascenso constante. Luego de sus logros en Sudamérica, viajó a China donde, si bien la calidad del fútbol es menor, el ingreso de dinero era un aliciente importante. Sole nunca dejó de pensar en su familia y ese sueldo era una suma interesante que permitía ayudarlos.
En enero de este año, mientras ella estaba de vacaciones, su representante le acercó la propuesta de Lyon, un grande no solo de Francia sino de toda Europa y multicampeón en fútbol femenino. Un club modelo con una estructura igualitaria entre hombres y mujeres. Mantiene la brecha salarial, sí, pero se destaca el mismo trato e importancia. Tanto es así que el fin de semana pasado lograron su cuarta Champions League consecutiva, la sexta en la historia del club. Si bien Sole no participó de la final, integró el plantel, donde ya jugó cinco partidos y convirtió un gol.
La niña de Nogoyá, esa que corría descalza y le metía goles a sus hermanos, se transformó en la mujer que hoy entrena a la par de las mejores del mundo y sigue sus sueños.
Ahora se viene el Mundial en Francia. Y en el mismo país donde juega Soledad. El fútbol femenino está dando sus primeros pasos como profesional en la Argentina, por eso es lógico que no seamos favoritas. Pero es probable que seamos las más soñadoras, las que sabemos que todo llega y que esos deseos que abrazamos desde chiquitas se cumplen y nos llevan a lo más alto. De algo estoy segura: estas mujeres nos van a representar de la mejor manera y van a dejar todo. Con garra, con ovarios y con mucho corazón.