Como se sabe, la kryptonita es un mineral del planeta Krypton, también conocido como “metal K”. Es un metal capaz de exprimirle el poder a cualquier kryptoniano, como es el caso de Superman. Aunque se comprobó que la exposición continua al metal K termina afectando a cualquier humano.
Tanto el planeta, como su letal mineral como Clark Kent, surgieron de la imaginación de Jerry Siegel, el genial creador del cómic que aún perdura.
Sin embargo, en la Argentina hay una persona capaz de ejercer sobre la realidad efectos similares a los de la kryptonita.
Multiletalidad. Cómo funcionaría el Gobierno si Cristina Kirchner no hubiera tomado la decisión de enfrentarlo abiertamente a partir de la derrota electoral del año pasado. Cómo funcionaría la economía si la vicepresidenta no generara la constante incertidumbre de seguir haciendo lo posible para cambiar el rumbo económico. Cómo se reacomodaría el ecosistema político si tanto ella como Mauricio Macri se convirtieran en dos ex presidentes, dignos de ser respetados por haber sido la representación democrática de una mayoría social, pero dejando paso a nuevos liderazgos dentro de sus respectivos espacios.
Voluntaria o involuntariamente, Cristina actúa como una suerte de kryptonita que le saca poder al Presidente y promueve tensión sobre la política y la sociedad. La semana que pasó volvió a mostrar su multiletalidad.
En un solo acto (de la CTA) acusó:
- Al Gobierno, por haber perdido la “auditoría y control” sobre los movimientos sociales y por “ganar la elección para no cambiar nada”.
- A la AFIP, al Ministerio de la Producción y al Banco Central, por no contar con una estrategia para controlar el “festival de importaciones”.
- A la oposición, por el “endeudamiento criminal”.
- A los empresarios y al FMI, por decir “que no tienen nada que ver con la formación de precios y la inflación”.
- Al Poder Judicial, por ser “un partido Judicial”.
- Y al país, en general, por ser “el tercer evasor” de impuestos en el mundo.
También homenajeó a Belgrano, reivindicó el rol del Estado, señaló como problemas estructurales la escasez de dólares y la economía bimonetaria y debatió con quienes ven una relación directa entre déficit e inflación enseñando un gráfico con el resultado fiscal de los países del G20: allí se ve que, en los últimos diez años, el déficit fiscal cruza a todos ellos, desarrollados o en desarrollo, pero solo la Argentina padece inflación.
El problema es que, puesta en modo “Cristonita”, cualquier argumentación debatible se vuelve parte de una historieta agrietada en la que una chica superpoderosa lucha contra la maldad del mundo.
En un solo acto, acusó a: AF, BCRA, AFIP, Producción, jueces, empresarios, oposición y FMI
Malentendido. Es la primera vez desde el regreso de la democracia que un Presidente se enfrenta a la presión de una vice que, a la vez, es la líder creadora de la coalición gobernante (lo más parecido había sido el duelo Chacho Álvarez-De la Rúa).
Alberto Fernández entendió al principio que, otorgándole respetabilidad histórica, repartiendo puestos de gestión y criticando a sus enemigos (Macri, jueces, etc.), la lograría satisfacer.
Según ella, Alberto entendió mal: su misión debería haber sido la de aplicar y gestionar las ideas políticas y económicas de quien lo designó para encabezar la fórmula electoral.
Estamos en medio de este malentendido histórico. Seguramente se hubiera subsanado hablando antes de las elecciones de 2019, pero ambos tuvieron la precaución de no hacerlo en pos de llegar primero al poder y esperar luego a que las piezas se acomodaran solas. Que no es lo que estaría ocurriendo.
El Presidente optó por naturalizar las críticas de su vice, bajo el supuesto de que tanta exposición continua al “metal K” lo termine inmunizando. “Cuanto más pega, más se debilita”, repiten en el Gabinete, como si hubieran descubierto un antídoto frente a sus ataques.
Además, AF decidió peronizar el Gobierno y acercarse más a Sergio Massa, en un intento por neutralizar el poder del cristinismo e imaginar unas PASO que le abran el camino a la reelección.
Declaran la extinción del kirchnerismo
Pero el camino definitivo se lo va a abrir, o cerrar, Martín Guzmán.
Cargo. Hoy, Alberto Fernández se aferra a él y a sus promesas de una Argentina sustentable. Esta semana, se conoció que en el primer trimestre del año la economía creció un 6% con respecto a igual período de 2021 y un 0,9% sobre el último trimestre de ese año. Lo que marca una desaceleración con respecto al tercer trimestre de 2021 (+4,1%) y el cuarto trimestre (+1,9%).
Hubo otros datos que, en medio de la interna oficial, sumaron algo de alivio al Gobierno.
La inversión interanual subió el 12,7%, acumulando seis trimestres con alzas de dos dígitos; el consumo privado creció 9,3% en doce meses, la cuarta suba consecutiva; y la desocupación cayó del 10,2% a 7% en el mismo período.
Por lo bajo, Guzmán interpreta que tal desaceleración es lógica y hasta deseable, pensando en términos de inflación. Sus proyecciones marcan un PBI creciendo alrededor de 5% este año. Y un 2023 con un porcentaje algo menor más la apuesta a que el gasoducto de Vaca Muerta esté finalizado para el próximo invierno, por el ahorro que significaría en términos de balanza comercial.
Pero no solo se trata de llegar a 2023 con índices económicos que continúen en alza, en el caso de que eso suceda. Su desafío es llegar a las Primarias con niveles inflacionarios significativamente más bajos que los actuales.
Mucho antes de eso, deberá verse si la tendencia de los precios a la baja se mantiene o si el aumento mensual volverá a superar el 6%. Con todo, todavía quedaría cumplir con las metas del FMI y resolver la urgencia por la falta de gasoil.
El mayor tabú de Gobierno y oposición
Si las cosas sucedieran como el ministro espera y si, al mismo tiempo, Cristina Kirchner continuara atacando sus políticas económicas, es probable que el Presidente entienda que defendiendo a su ministro se defiende él. Y le siga garantizando su permanencia en el cargo.
Cómic. Desde 1983, pasaron 26 ministros de Economía. Martín Guzmán se acaba de convertir en el cuarto que más tiempo duró detrás de Cavallo, Sourrouille y Lavagna. En el supuesto de que llegara a acompañar a Fernández hasta el final, sería el segundo desde Urquiza que habría estado durante toda la gestión de un mandatario (el anterior fue Domingo Salaberry en la primera presidencia de Yrigoyen). Entre 1854 y la actualidad, hubo 127 ministros de Economía. La duración promedio en sus cargos es de 15 meses.
El mejor ejemplo de una histórica frustración económica.
Con el tiempo, Jerry Siegel “descubrió” que el “metal K” original, de color verde, al pasar por una nube radiactiva roja no solo hacía perder los poderes a los nacidos en el planeta Krypton, sino que los volvía malvados. La llamó kryptonita roja. También está la de color negro, que fue creada en un laboratorio y produce el efecto de dividir físicamente a las personalidades buenas y malas.
Los cómics no son la realidad, pero ayudan a simbolizar los miedos y aspiraciones de cada época. Hasta ahí llegan.
Después está la propia realidad, que a veces se esmera tanto por parecerse a una historieta.