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Desde la otra orilla

Cuando un pueblo se expresa

Ni su edad ni su personalidad ni su incesante actividad pública hacían prever esta adelantada partida del del ministro del Interior de Uruguay, Jorge Larrañaga.

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Larrañaga. Fue uno de los dirigentes políticos uruguayos de mayor relevancia. | cedoc

La lluviosa tarde del sábado 22 de mayo se ensombreció aún más por la noticia de la muerte del ministro del Interior de Uruguay, Jorge Larrañaga. Ni su edad ni su personalidad ni su incesante actividad pública hacían prever esta adelantada partida.

Jorge Larrañaga no solo era ministro del actual gobierno sino uno de los dirigentes políticos de mayor relevancia en la vida pública del país a partir de la recuperación democrática, en 1985. Intendente de su Paysandú natal por dos períodos, senador nacional a partir del año 2000, candidato a presidente en 2004 y a vicepresidente en 2009 y 2014, entre otros roles, encabezaba el ala interna del Partido Nacional (o Blanco), que seguía la corriente que había liderado Wilson Ferreira Aldunate.

En 2018, mientras disputaba la candidatura presidencial de su partido, encabezó una campaña denominada “Vivir sin miedo” para reformar la Constitución Nacional y poder introducir reformas al sistema de seguridad, tema que se tornó en su principal desvelo. Desde el Senado  organizó un movimiento de recolección de firmas para impulsar el plebiscito que permitiera introducir esas modificaciones. Logró que suficientes personas firmaran la propuesta, cuyo contenido más notorio era la creación de una Guardia Nacional con efectivos de las Fuerzas Armadas del Uruguay y la posibilidad de allanamientos nocturnos, que la Constitución prohíbe aun con orden judicial.

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Estas medidas, que implicaban un plan de seguridad, no solo causaron el rechazo de las fuerzas de izquierda nucleadas en el Frente Amplio sino también de figuras de su partido, como el actual presidente, Luis Lacalle Pou, y el candidato a presidente del Partido Colorado, Ernesto Talvi. Sectores sociales vinculados a organizaciones de defensa de derechos humanos, a la academia y a grupos artísticos expresaron su oposición, lo que culminó en una multitudinaria marcha. El plebiscito no logró la cantidad de votos requeridos para promover la reforma pero contó con un respaldo del 46,83% del electorado y puso el tema de la seguridad interna entre los grandes debates públicos que hubo en Uruguay en la última década.

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Relato este acontecimiento para destacar el carácter controversial de su actuación pública, aún más marcada que en otros dirigentes por su vehemente personalidad y la frontalidad de su discurso. Desde el Ministerio del Interior llevaba adelante un plan de gobierno que despertó el debate tanto en los sectores políticos como en la opinión pública.

Sin embargo, la reacción de la sociedad uruguaya frente a su muerte imprevista fue de consternación y reconocimiento a sus valores personales. No solo los organismos oficiales de las agrupaciones políticas opositoras expresaron sus condolencias, sino que los adversarios que protagonizaron con él confrontaciones públicas expresaron su respeto en las diferencias. Una de las primeras voces fue la del ex presidente José Mujica, quien destacó el vínculo cordial que los unía y aspectos singulares de su personalidad. La actual intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, que como precandidata a presidenta del Frente Amplio tuvo un debate televisivo con Larrañaga, entonces precandidato del Partido Nacional, envió en su cuenta personal de Twitter un “apretado abrazo” a su familia y seres queridos, y un pésame al Partido Nacional.

La misma reacción tuvieron los medios de comunicación. Muchos periodistas compartieron anécdotas personales que destacaban los rasgos que singularizaban al político que tan imprevistamente se despedía. Igual respeto se advirtió en las dislocadas redes sociales, tan proclives al agravio, en una elocuente demostración de que la democracia no solo tiene sus espacios para la controversia sino también tiene sus tiempos, y que su lenguaje se expresa con acentos y silencios.

En este agitado vecindario que es Sudamérica, donde los discursos de odio se promueven desde diversas esferas, donde todo podio es útil para denostar al adversario, Uruguay es un genuino ejemplo de que la democracia no es solo un sistema de elección de gobernantes y distribución de funciones entre diversos órganos, sino fundamentalmente un modo de convivencia basado en el respeto por la diversidad.

*Profesor de Derecho Constitucional.