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inversores en espera

El mercado llama al delivery

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El humor WALL STREET. Despegar tocó la campanita esta semana en el NYSE. | GENTILEZA DESPEGAR

“Los inversores querrán ver ahora cómo es el delivery de la gestión de Mauricio Macri”. La expresión es de José Echagüe, estratega de Consultatio Asset Management, el brazo inversor del holding que tiene a la cabeza al rey del real estate Eduardo Costantini. Desde las elecciones primarias, varios gurúes financieros empezaron a usar con más frecuencia ese término en inglés, que todos ligamos a los imanes de la heladera con teléfonos para pedir comida, pero en este caso para referirse al “envío a domicilio” o a “la entrega” de las reformas que los mercados están esperando.


Tiene lógica. Todas las entidades que se esconden detrás de esa entidad “los mercados” –pongamos bancos o fondos de inversión– vienen pagando en forma anticipada el pedido y todavía no les termina de llegar la motito. Son quienes financiaron con cerca de US$ 50 mil millones de deuda estos casi dos años de gradualismo fiscal a la espera de (vale tocarse partes íntimas) “reformas estructurales” que favorezcan la inversión, desde la concreción real de la reducción del gasto público hasta cambios en las leyes laborales.


El Gobierno pareciera estar ensayando la respuesta “ya salió” o “ya está en la calle”, típica de los restoranes cuando se les reclama un envío demorado. Manda señales de que después de las legislativas habrá una especie de Pacto de la Moncloa (vez 1.514 que se menciona en la historia) para tratar con todos los actores sobre la mesa los cambios de fondo que, a criterio de la inversión extranjera, “el país necesita”.

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Hasta ahora, los que esperan el delivery parecieran tener paciencia. Están entusiasmados, sienten que la Argentina es un negocio con “cambio de firma” y que Cambiemos al menos puso marquesinas y un teléfono para hacer pedidos, después de una década de persianas bajas. Tal vez por eso el riesgo país sigue cayendo y, como suelen celebrar en la Casa Rosada, está en los valores más bajos de la última década.


Pero no es descabellado pensar que el mercado pueda entrar en modo Pedidos Ya, con menos tolerancia a las demoras. “El mercado le ha dado un margen al Gobierno para que pueda corregir las distorsiones, el año que viene le van a exigir reformas más concretas”, asegura Juan Cruz Elizagaray, de Compass Group, uno de los mayores fondos de inversión de la región.


Al mostrador. En ese contexto, aparecen tensiones en el reparto de tareas en el delivery. El que toma los pedidos y recibe los fondos, el ministro de Finanzas, Luis Caputo, no puede asegurar que va a mandar todo lo que le encargan porque no tiene del todo claro qué están cocinando en la jefatura de Gabinete con el Ministerio de Hacienda. De hecho, se esfuerza para que no parezca que les va a llegar alguna sorpresa, como por ejemplo, un impuesto a la renta financiera. Esta semana trató de marcar sus reparos. Dijo que tiene mixed feelings con el tributo y que tal vez no es el momento adecuado para imponerlo. Siente que sería mandarle una mosca en la muzzarella a los tipos que le ayudan a bancar los gastos fijos de la pizzería “El déficit”.


Los números son contundentes. Un bono argentino Discount con vencimiento en 2033 tiene una tasa de retorno del 6,5%, pero que termina siendo del 10,5% si se considera que no paga ni Ganancias ni Bienes Personales. Un bono similar peruano o uruguayo, que están gravados con ambos tributos, rinden menos de 4%. El retorno de un bono similar de Brasil, donde están exentos de Ganancias pero no de Bienes Personales, ronda el 4,50%. Los datos los aporta Mariano Sardáns, de la gerenciadora de patrimonios FDI, quien sin embargo aclara: “Los países emergentes no gravan la inversión en títulos públicos de los residentes, están exentos”.


Son las reglas del delivery. Uno nunca sabe con qué se va a encontrar cuando toquen el timbre. Y en la pizzería “El déficit” Macri sabe al riesgo que se expone: que si no reciben el encargo los inversores ya dejen de llamar.