Invocando a la Virgen Desatanudos, el PRO realizó una cumbre de urgencia para reparar conflictos personales, egocéntricos, escandalosos para cierta feligresía que se ofende con insultos y amenazas. Se observa cierta justicia en apelar a un recurso religioso: la advocación mariana se origina en un príncipe que la convirtió en santa por sus milagrosas bendiciones para sanar las desavenencias de su matrimonio. Un fin semejante al que acaba de propiciar el partido que fundó Mauricio Macri en su última reunión mañanera, tan cerca del divorcio y en calurosa efervescencia por la ambición individual de sus capitostes.
Ruego entonces a la Virgen todo terreno que atiende problemas de salud y del corazón, colabora inclusive en la prosperidad, imagen que en la Argentina multiplicó su fama gracias a un joven jesuita que la trajo de Alemania. Como se sabe, aquel cura se ha convertido en el Papa Francisco. Ahora esa patrona espiritual auxilia al PRO para calmar las ansiedades en la agrupación y, de paso, a todo el frente opositor. Efímero. La secta cupular de la fracción (Rodríguez Larreta, Bullrich, Macri, Vidal, Ritondo & Cía.) consumó un frágil acuerdo de silencio en ese desayuno exclusivo del martes, cara a cara, mientras por la tarde extendió por Zoom sus instrucciones a una pléyade de radicales eminentes, López Murphy y algún enviado de la Coalición Cívica. Un curioso sistema democrático del bloque opositor, según las horas del día, con mayoría de personal rentado o contratado en la Municipalidad, otros distritos o gobernaciones.
Las primarias agitan a todos y todas
Como es más sencillo iluminar enemigos que zanjar disidencias propias, el primer saldo de la cumbre apunta a objetar a un nuevo contendor por la Presidencia, Sergio Massa, quien preocupa por su humeante hiperactividad como ministro de Economía aunque la mayor parte del tiempo la derrite en política. La presión opositora contra Massa endulza al funcionario: cree que sus nuevos encubiertos rivales lo transforman en candidato oficialista. Quizás un gesto amistoso de su viejo partner Rodríguez Larreta. También se ocupó la elite del PRO por la renovada ambigüedad de Cristina —igual a la de Mauricio sobre futuras actuaciones en grandes premios— quien duda postularse o no, de nuevo. Al menos de palabra.
Otro ítem escondido de la reunión ha sido el terror escénico que provoca la sostenida figuración de Javier Milei en las encuestas. Enfrente de Cambiemos no solo está el gobierno de los Fernández a la espera de una división interna, progresa además la marabunta del economista, quien sigue creciendo ya sin distinciones etarias. Los sondeos indican que Milei se expande entre los jóvenes y que estos, singularmente en relación con el pasado de las conductas sociales, ejercen una influencia sobre los mayores que era patrimonio de los viejos. Explica un observador: “Antes, en la raviolada de los domingos, los abuelos solían decirle a hijos y nietos a quién debían votar. Ahora cambió esa ecuación, es al revés. Primero, ya no es común la raviolada y, segundo, hijos y nietos imponen condiciones por el fracaso de sus antecesores en las últimas décadas, al tiempo que se incorporaron como protagonistas del consumo y el mercado e influyen en los comportamientos de otras edades por el desarrollo sustentable, la diversidad o la protección del planeta”. Conclusión: Milei cosecha lo propio y lo que siembran otros, al tiempo que le muerde la pantorrilla a Cambiemos. En esa ruta confronta con la UCR y desafía a Rodríguez Larreta, mientras simpatiza con la Bullrich y conserva en suspenso un vínculo con Macri, quien no sabe cuál es la estrategia a desarrollar con el personaje (de ahí que evita cualquier entrevista, solo cruza mensajeros hasta ahora). Por supuesto, estas discreciones no figuran en el último comunicado de Cambiemos, juramentados en no violar la unidad, criticando la situación económica, su conducción oficial y los electorados en las provincias.
Son varias la suma de nudos a desatar en el PRO por la intangible Virgen Desatanudos: en la reunión no se despejó ninguno de los conflictos, promesa para evitar desatinadas imputaciones y operaciones encubiertas, mientras se aprobaba hibernación y bálsamo entre los ambiciosos litigantes Patricia y Horacio, una en estado de gracia por su ascenso en las encuestas, recurriendo a la pureza partidaria y, el otro, en derrumbe por esas mismas encuestas, buscando —y consagrando— una transfusión con la UCR para proclamarse candidato y gobernar en un eventual futuro con un elenco más amplio.
Debido a las recientes exaltaciones de ambos, Macri los convocó para alcanzar una tregua en esa pelea de semifondo al enumerar peligros de otra calaña. Pidió suspender el reñidero grotesco, costumbrista y discepoleano (de Armando) al que él mismo contribuyó subiendo las acciones de uno y bajando las del otro como forma de equilibrar su propia injerencia. En ese ejercicio, de acuerdo a Carrió, convirtió al PRO en un cabaret. Como antaño en Boca, debe recordar la futbolera, empeñada contra el ingeniero y sobreprotectora del jefe de Gobierno, al que alaba y encumbra por la amplitud de sus gastos.
Macri piensa en 2023 desde afuera y se apresta a repetir el peligroso rol de Cristina
Fue ardiente el mitin del PRO en el que no brillaron otros socios, menos los radicales. Al contrario, parece que han permitido la sepultura diez metros bajo tierra de Facundo Manes candidato, quien cometió el atrevimiento de despacharse contra la doble hegemonía, macrista y larretista, también contra hábitos consuetudinarios de su propio partido. Lo estaquearon: no en vano ahora evalúa una nueva estrategia y con colaboradores de índole menos vehemente, se ha quedado solo por sus declaraciones y flirteos ocasionales. Por ejemplo, con el gobernador Juan Schiaretti, que irrita al primer y último radical.
Su caso, sin embargo, es raro: ha conmovido la burocracia del partido que preside su hermano Gastón. Pero esa estructura, para sacar provecho, prefiere encolumnarse con Rodríguez Larreta, proveedor de cargos, quien según el tándem Macri-Bullrich le obsequia a la UCR más de lo que merece. O de lo que el centenario partido cree merecer. Otro detalle del encuentro: no participó Ernesto Sanz y la dupla Lousteau-Morales aun exhibe diferencias a pesar de que se toman las manos en público. Tanto que se sometieron al retraso de Macri y Cristina, por la tarde, y aguantaron la espera para empezar el diálogo. Papel secundario o pacientes para la venganza. Permanecen al acecho por una mejor presa.
Ninguno de los que participó en la aristocrática convocatoria de la mañana y mucho menos en la amplia de la tarde pareció interesarse en un costado más importante como el abrumador contingente de impuestos que aplica la Ciudad a sus contribuyentes. No es un tema que le interese a sus dirigentes de una coalición que, de un modo u otro, gobierna hace 16 años. Casi un plagio de la misma nefasta inequidad tributaria del kirchnerismo en el orden nacional que explica, según más de un autor, la falta de cohesión social en el país. Parte de ese cargamento impositivo en la Ciudad, por ejemplo, anida en un ABL que ajusta por inflación todos los meses (está prohibido por ley), los ingresos brutos crecen más que la inflación porque el jefe de gobierno gravó las Leliqs y creció 3,5 veces más desde agosto del 2020. Atroz como el impuesto a los sellos, el último extraordinario con respecto al mismo año. De eso no se habla, sí de las insolencias escandalosas que pueden afectar el próximo reparto político, las candidaturas y cargos. Para eso fue la urgencia del último martes: miserias del ser humano que, tal vez, uno no sabe ver. Algo que le cuesta también a la Virgen Desatanudos.