El 27 de octubre quedará sellada la salida de Mauricio Macri de la Casa Rosada. Lo saben el Presidente y gran parte de sus funcionarios. También lo decretó en los últimos días el círculo rojo mientras el kirchnerismo intenta no hacer olas para tomar otra vez el control del poder. Luego de la trompada electoral que recibió el domingo pasado, Macri se enfrenta a un desafío más allá de las variables económicas que le seguirán quitando el sueño y que en su entorno es un tema de debate y fuertes disputas internas. Cómo llegar, y especialmente hacerlo, al próximo 10 de diciembre y de esa manera dejar la presidencia en los mejores términos posibles en medio de la debacle.
Macri analiza si mete cambios en el gabinete para garantizar su supervivencia
Caído el velo del marketing que lo llevó a ganar elecciones y bailotear sobre globos amarillos, el domingo quedó al descubierto la incapacidad de torcer la pesada herencia kirchnerista y como resultado se acentuaron la mayoría de los problemas que sufren los argentinos: inflación, pobreza, deuda externa. Mientras una parte del oficialismo intenta mostrar que todavía “hay octubre”, Macri deberá sacar a relucir cuánto tiene de estadista. Y empezar a pensar cómo transformar el espacio que forjó en una oposición que tenga chances de volver al poder, de la mano de María Eugenia Vidal o de Horacio Rodríguez Larreta.
El laberinto del Presidente parece tener hoy dos salidas: retirarse como un presidente con buenas intenciones y malos resultados. O hacerlo como el peor mandatario que tuvo la Argentina desde el regreso de la democracia.