El sindicalista de los pilotos Pablo Biró es Alfredo Leuco al lado de la calentura que tiene Carlos Colunga con la política aerocomercial del Gobierno. Este ejecutivo trabajó 34 años en la empresa de aviones de la familia Macri, Macair Jet, hasta que la compró Avianca para empezar a operar en el país en plena “revolución” impulsada por el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. En ese momento se transformó en el CEO de Avian Argentina y hace 14 meses comanda la operación local que, sin embargo, está lejos de despegar: el viernes decidió presentar un procedimiento preventivo de crisis en la Secretaría de Trabajo para despedir personal.
“Lo más barato para Avianca es irse”, dice Colunga sin pelos en la lengua. “Pero la decisión es seguir”. E hilvana una catarata broncas: que tenía un plan de negocios para más aviones pero que no pudo avanzar por motivos que van desde “una denuncia de La Cámpora” por haber trabajado con los Macri, hasta “la ley de transparencia” y “la suba del riesgo país”. “Encima yo me quedé con todos los gremios adentro, así que me amenazan con parar Aerolíneas Argentinas si echo sesenta pilotos para quedarme con 20 o 24 para seguir operando”, dice. “Tal vez fui blando, no sé, pero no tengo gremio por empresa como las otras compañías que llegaron”, agrega. En total son 245 empleados, que recibieron en las últimas 24 horas la información de que se pedía al Estado un plan de emergencia para resolver la ecuación. “Pero los gremios no quieren que eche gente, y el Estado me pide que aguante, pero ya esperé 14 meses, y me sale 500 mil dólares por mes esperar; ahora los accionistas me dijeron no hay más plata”, resume. “Encima antes venía la plata de Brasil, pero ahora Brasil ya no manda más plata”, se enfurece.
¿Pero cómo? ¿No estamos ante un boom de gente que está viajando por primera vez? ¿No estamos en plena revolución de los aviones? ¿FlyBondi no está ploteando el Roca con vuelos populares? ¿No tenemos a la top top top de las aerolíneas de bajo costo acá, como es Norwegian que da wi-fi a bordo? ¿No acaba de llegar JetSmart, que metió marketing a full con vuelos a $ 1? ¿No hay incluso consultores ladris en modo diablo hablando de un posible voto low cost en octubre que nadie ve venir? ¿Aerolíneas Argentinas no pierde market share porque crece la torta de pasajeros pero también la competencia?
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Cuando Colunga escucha esto se vuelve loco. “¡Qué tiene que ver el número de pasajeros con el negocio de las empresas! Lo que importa es cuánto cuesta llevar al pasajero”, afirma. “Pero el 80% del presupuesto se lo llevan los pilotos, porque hay que mandarles chofer, porque quieren menú vegano...”.
Más allá de los detalles, es cierto que se le llena la turbina de preguntas al sueño aéreo de Dietrich y compañía: “FlyBondi perdió US$ 72 millones el año pasado y acaban de echar al CEO; Andes está con problemas”, enumera.
¿El boom low cost puede ser también otro éxito pasajero? No sería el primero de la gestión Macri. Hubo un año y medio de auge hipotecario. Casi otro tanto de obra pública. Todavía hay gente esperando que arranquen los PPP. La ola de créditos Argenta fue re 2017. El gas subsidiado para Vaca Muerta aguantó lo que aguantó y llegó la guadagna. Fueron los triunfos del diálogo con gradualismo que duró un rato, hasta que llegaron la crisis y el FMI, y todo giró a shock con grieta.
Igual, grieta-grieta es la que se activó en las últimas semanas en la cámara de los laboratorios nacionales Cilfa, donde desde que no negocian más en conjunto con el PAMI se rascan un poco la panza y pelean entre gigantes. Después del brindis de fin de 2018, Isaías Drajer, hombre de Elea, dio un paso al costado antes de terminar el mandato. Lo reemplazó Eduardo Macchiavello, de Roemmers, el laboratorio del cumpleaños con Ricky Martin 2018. Pero no, a decir verdad, no se rascan la panza. Están trabajando en la revancha contra la obra social de los jubilados. Ofrecerán descuentos a sus marcas líderes por fuera de esa cobertura para contrarrestar el incipiente impulso oficial a las recetas con genéricos.