En 13 días Mark Zuckerberg cumple 26 años pero parece que apenas hubiera pasado los 20. Parece un chico dando lección, nervioso, ojos bien abiertos como recordando lo que tenía preparado. Este chico en jeans, buzo y zapatillas, dueño de Facebook, llega a un auditorio, días atrás en San Francisco, y se lanza a hablar sin preámbulos ni pausas. “Queremos crear una red que sea más social, personalizada y semántica.” Quiere que Facebook sea el centro y la trama de la red.
Zuckerberg anunció herramientas que permitirán a cualquier sitio interactuar y usar las funciones de Facebook –red social que en breve tendrá 500 millones de usuarios–, sin necesidad de estar en Facebook. Veamos algunas de ellas y por qué tanta generosidad.
“Me gusta”. Este botón permitirá marcar todo lo que al usuario le agrada en cualquier sitio que visite y enviar links a las páginas de Facebook de sus amigos: artículos, música, videos, fotos, etc.
Otra herramienta, un pequeño programa, hace que cuando un usuario ingresa a CNN, por ejemplo, pueda ver cuáles de sus amigos han ingresado al sitio, con qué contenidos han interactuado y cuáles han recibido un “Me gusta”: son recomendaciones que sirven para el usuario y también para Facebook.
Todos los datos quedarán registrados en Facebook. Al parecer, los sitios que se adhieran recibirán información sobre la actividad que los usuarios han tenido en ese sitio. Pero sólo Facebook tendrá toda la información de todos los usuarios y sitios. Si tiene éxito, logrará un mapa de las preferencias del planeta (culturales, económicas, políticas); podrá hacer publicidad dirigida con más eficacia y escala y formular sus propias recomendaciones sobre temas que mueven muchos millones de dólares (turismo); también sobre cuestiones subjetivas que quizás no muevan dinero pero sí interés y lealtad. Facebook quiere impregnar la red
Pero busca más. Quiere constituirse en el certificador de identidad, ayudado porque todos sus usuarios que se identifican con nombre, fotos y muchos otros datos personales (pueden falsearse, pero es inusual). Y luego querrá ser un centro de transacciones comerciales. ¿Queda algo afuera de la ambición de Mark?
Facebook está en la línea de Apple. Crea programas que le ponen un cerco a los contenidos (y eso que se llama Open Graph). Apple crea dispositivos, como iPod y iPad, y programas con la misma finalidad. Como dice Dave Winer (inventor del blog) “pueden dejar afuera a quien quieran”. Facebook es open en cuanto a que cualquiera puede usar su programa, pero los datos que recoge de los usuarios son closed.
Nada es gratis aunque no haya dinero en la transacción, como nos recuerda Chris Anderson, autor del libro Gratis, que analiza la fuerza económica de lo gratuito.
El Open Graph es un avance hacia una red más y mejor conectada, pese a sus aspectos negativos. Para el periodismo (el tradicional o no) es una oportunidad y una trampa. El periodismo construye redes sociales y el programa puede potenciarlo. También puede dejarlo afuera o cautivo: ¿qué capacidad de negociar tarifas de avisos y otros servicios tendrá si Facebook amenaza con terminar la relación? Puede llevarse usuarios...
El mal menor es que Google (buscador) y MySpace (red social) se han unido para hacer algo similar; es fácil imaginarse que otros quieran competir con Facebook. El mal mayor es que esto viene a confirmar la marcha hacia la concentración. Google y Facebook adquieren cada vez más fuerza económica y capacidad de mediar. Yahoo y Microsof no se van a quedar quietos.
Si alguna de estas empresas ajenas al periodismo se lanza al negocio de producir contenidos de ese tipo (Yahoo ya lo hace tibiamente) tendría dos ventajas sobre los medios: muchísimo más dinero y una conexión más fuerte con la gente. Sólo los grandes conglomerados mediáticos (donde el periodismo es muchas veces una herramienta de otros negocios) tendrán espaldas para defenderse. Y estamos otra vez en la concentración.
Sería ilusorio pensar que el periodismo pueda oponer suficiente fuerza económica a esta tendencia. Tendrá que oponer otro tipo de fortalezas: independencia y calidad, por ejemplo. Pero nada de eso servirá si no va acompañado de un lazo muy fuerte con la gente. Cómo construirlo y sostenerlo en esta ecología hostil es un problema a resolver.
*Periodista. www.robertoguareschi.com