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Carta 20230826
Carta | Unsplash | Towfiqu barbhuiya

Hijo mío: como eres muy pequeño y estás aquí desde hace poco, aún no sabes que te ha tocado nacer en un país de crisis cíclicas. Es cada dos décadas, así funciona el relato, así es la fábula; lo verás por vez primera.

Yo era joven cuando empecé a advertir la repetición. Trabajaba en un instituto de inglés y les dábamos a los alumnos unos artículos de Time Magazine u otros medios foráneos como para iniciar conversaciones didácticas: aprender vocabulario global para una experiencia local. Las palabras juegan un papel muy importante, hay que saber si preexisten o no al evento, porque luego sintetizan experiencias y las congelan distorsivamente en una postal de época. Mis alumnos advertían con sorpresa que las palabras para algo tan de acá ya preexistían en inglés, y de modos muy extraños: picketers, pans, y la lista es conocida: hiperinflación, pobreza, cacerolazos, piqueteros. Todo el léxico desembocaba finalmente en los saqueos: ransack, plunder, con infinitas acepciones.

Ya en 1989, ya en 2001 la prensa (sobre todo la internacional) miraba el fenómeno de afuera y podía ver con más claridad y perspectiva lo que aquí el día a día nos obturaba: el arte del saqueo estaba organizado con fines políticos. Pero cuando pasa parece que hubiéramos borrado la versión anterior, como un viejo casete TDK: para grabar una canción había que deshacerse de alguna otra. Pero como no sabes, hijo mío, qué es un TDK o cómo funciona un saqueo, me veo en la amorosa necesidad de protegerte del miedo con alguna herramienta que no tengo.

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Es como aquellas vacas descuartizadas vivas al borde de la ruta en 2001: a cada acontecimiento dizque real, tu país le agrega un capital simbólico, una puesta en escena. ¿Me parece a mí o estos recursos teatrales son cada vez más toscos, como si se descuidaran bastante las formas? Hoy los saqueos son organizados por grupos de WhatsApp y los saqueadores van en moto. ¿No es demasiado? 

Pero cuidado, hijo mío: eso no quiere decir que el motivo del saqueo no esté intacto. La gente anda con hambre, y si se la invita a pasar a un Día, ¿qué más da? Con todos sus derechos vulnerados, no hay manera de que esa bronca no se pliegue a la batuta de cualquier orquestación que prometa rapi-venganza.

Muy pronto, esta semana o la siguiente, verás, hijo querido, el video de un chino que llora entre góndolas. Es un guion infaltable. Entiendo que Duhalde ya ha empezado a reaparecer en la TV, pero ahora me faltan el tiempo y el aliento para explicarte también quién era Duhalde. Veremos juntos el video, te abrazaré y esperaremos. Es un diciembre en agosto.