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tentaciones

Insomnio y madrugada

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| Cedoc

A veces pienso que, a cambio de una novela, tendría que escribir una serie de biografías de Grandes Conquistadores, una historia de la ambición sin límites. No un examen moral, no un análisis de costos y beneficios, no una recensión de las muertes y sufrimientos y sudores de quienes pavimentaron con sus cuerpos y sus vidas esa ambición ajena. Sería como una especie de texto invertido de aquel poema donde Brecht exige conocer los nombres de quienes acompañaron a Julio César y el de los esclavos que construyeron las pirámides. 

Por supuesto, es un proyecto imposible. No tengo información sobre los posibles integrantes de esa saga biográfica, nada que mejore lo que puede encontrarse en internet. Por otra parte, parece una idea más cercana a las posibilidades de Stefan Zweig (que huyendo de Hitler estuvo, entre otros países, en la Argentina). Y además, escribir un libro empleando personajes “garantizados” por su fama previa, es un recurso que detesté siempre que lo veía aplicado por otros autores (el odio es el primer mecanismo que instrumenta nuestro psiquismo cuando otro descubre, posee o exhibe lo que nosotros descubrimos o creemos que siempre quisimos poseer o emplear). Pero, a determinada edad uno solo puede escribir biografías de otros, reales o imaginarios, para averiguar cómo se vive. Así que, ¿cómo negarse a la tentación?

 Tal vez habría que poner patas para arriba el propósito inicial y escribir las vidas imaginarias de personajes reales  como simulacros de invención de la propia vida, de por sí fantasmal.