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Jóvenes de derecha

Jóvenes Derecha
La alianza que parecía inquebrantable entre Milei y los jóvenes se puso en jaque esta semana. | Pablo Temes

Una marea de universitarios puso en aprietos esta semana a las fuerzas del cielo. Por primera vez desde que asumió su gobierno, Javier Milei sintió el impacto. Semejante provocación, sin embargo, no fue propinada por la casta. Fue gente da a pie la que desafió al Presidente. Seguramente, incluso, algunos votantes libertarios. La disputa por la educación pública puso en jaque al relato oficialista que se sostiene sobre la utopía (¿distopía?) de una sociedad que sufre pero apoya.

Lo que más sorprende, no obstante, es que hayan sido estudiantes los que dieron el primer paso para señalar las contradicciones de La Libertad Avanza. ¿No era, acaso, que Milei se sostenía, precisamente, por impulso de los jóvenes? ¿El león que bebe “lágrimas de zurdo” no era, por caso, el político que mejor había interpretado las demandas de las nuevas generaciones? ¿No había, por lo tanto, una “juventud maravillosa” que se sentía interpelada por el mileismo y desde ahí se erigía como el principal bastión de los libertarios?

Lo que se ha visto por estas horas obliga a repensar la alianza entre Milei y la juventud. Porque la puja por el presupuesto universitario puede haber alumbrado una nueva era para el oficialismo. Esa tan mentada unión entre el actor joven y el espacio libertario, una combinación que se suponía inquebrantable y que se constituía en la base sólida del mileismo, podría estar ahora mutando. Dicho de otro modo, es momento de repensar a los jóvenes de la nueva derecha argentina.

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Cuando Pablo Stefanoni publicó en 2021 ¿La rebeldía se volvió de derecha? se estaba preguntando si el escenario, que ya se había instalado en Estados Unidos con Donald Trump y en Brasil con Jair Bolsonaro, podría llegar también a la Argentina. Se trataba de un inédito paradigma, en el que la derecha se ampliaba geométricamente entre los jóvenes hasta asumirse revolucionaria, contestataria e irreverente. Una curiosidad propia de la ciencia política moderna: una derecha que se vestía con ropas de izquierda.

Y así fue también por estas tierras: el inesperado triunfo de Milei se sustenta, en gran parte, sobre el apoyo de una juventud que se presenta rebelde y se asume de derecha, sin que haya ninguna contradicción en esos términos.

Una marea de universitarios puso en aprietos a las fuerzas del cielo.

Norval Glenn fue el primer cientista social en analizar empíricamente el vínculo entre edad e ideología. Glenn quiso comprobar, puntualmente, si los jóvenes tenían más tendencia a coincidir con posiciones de izquierda frente a los adultos, quienes se inclinarían hacia la derecha a medida que iban creciendo. En Envejecimiento y conservadurismo, que fue publicado en 1974, este sociólogo y profesor de la Universidad de Texas descubrió que, efectivamente, los adultos se ubicaban más en posiciones de derecha que los jóvenes por un fenómeno etario.

Glenn sostuvo que los jóvenes de Estados Unidos preferían opciones más a la izquierda y se identificaban con el Partido Demócrata, mientras que los mayores operaban justo en las coordenadas opuestas y apoyaban al Partido Republicano. El autor advertía que los nuevos votantes se reconocían en la izquierda porque, literalmente, eran jóvenes. Es que tan pronto dejaban de serlo y asumían roles adultos, iban entonces adquiriendo posturas políticas conservadoras. Por lo que la conclusión que arrojó esta investigación fue identificar a este proceso como un efecto natural, propio del ciclo vital humano dentro del capitalismo.

El trabajo, que luego fue retomado por otros investigadores, se sostiene en la hipótesis de que los jóvenes no tienen nada que perder: no tienen patrimonio, por lo que es más fácil que puedan preferir políticas de solidaridad social y redistribución del ingreso. Tampoco necesitan un contexto estable en el que formar una familia o desarrollar un carrera laboral, así que están a favor del cambio. Sin embargo, los adultos tienen obligaciones familiares, profesionales y sociales, por lo que necesitan de cierta estabilidad y de un margen de control. A la vez que van sumando deudas a medida que van adquiriendo bienes y servicios, por lo que se muestran más permeables hacia el cuidado y la protección del dinero.

Pero como lo hicieron antes Trump en los Estados Unidos, o Bolsonaro en Brasil, Milei llegó para romper ese modelo interpretativo también en la Argentina, donde ahora los jóvenes también son de derecha.

Milei llegó para romper el modelo interpretativo entre juventud e ideología.

En Los picantes del liberalismo. Jóvenes militantes de Milei y “nuevas derechas”, Melina Vázquez se pregunta cómo se construye un militante joven de Milei. Para responderlo, la autora, socióloga y doctora en Ciencias Sociales, reconstruye una mirada de largo aliento sobre la trayectoria de la participación política juvenil en la Argentina, con la intención de focalizar su relación con la derecha y de esa forma concentrarse, principalmente, en los años más recientes, cuando se gesta el espacio mileista.

En ese sentido, Vázquez sostiene que los militantes que acompañan a Milei asumen un compromiso de “derecha y popular” porque buscan diferenciarse de los “los chetos” y revalorizar las “ideas de la libertad” desde abajo para asumirse como “los picantes del liberalismo”, tal como le confesó a la autora un dirigente del espacio juvenil de La Libertad Avanza.

Vázquez advierte que la discusión sobre la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y las medidas de aislamiento social durante la cuarentena obligatoria en la Argentina redefinieron en una parte de los nuevos votantes la concepción de “ser de derecha” hasta convertirse “en un principio de reconocimiento y de presentación”. Es en ese marco donde se produce, precisamente, el masivo ingreso de nuevos militantes a espacios libertarios que gravitan en torno a la figura de Milei.

Es interesante reparar en los hallazgos de Vázquez. Por caso, la investigadora del Conicet advierte que la discusión sobre la IVE permitió que un nuevo actor emergiera: el joven de derecha que no se avergüenza ser de derecha. Se trata, hay que decirlo, de una novedosa y desconocida figura social: un joven de derecha que se autopercibe de derecha. Y así lo expresa. “El aborto también es femicidio”. “Cierren ya el Ministerio de la Mujer”. “No quiero un cupo de género”. El repaso de algunas de las pancartas que la juventud mileista enarboló durante el debate sobre la legalización del aborto sirve para marcar la génesis de lo que más tarde explotó como un boom libertario.

Algo de eso también se observa en Pandenomics, la película de Santiago Orfia que se volvió un material de culto entre los anarcocapitalistas. Orfía, que hoy acompaña a Milei en todos sus actos gubernamentales, inmortalizó en ese documental la figura de un Milei rockero y contestatario que venía a liberar a la juventud de la opresión de la casta. De hecho, Orfía patentó en ese filme una frase que luego se convertiría en un mantra para los nuevos votantes libertarios: “No es la pandemia, es la cuarentena, estúpido”. El encierro del aislamiento obligatorio, no caben dudas, tuvo un mayor impacto en los jóvenes que decidieron sumarse al espacio de Milei.

Un nuevo actor: un joven de derecha que se autopercibe de derecha.

Ni radicales, ni peronistas, ni de izquierda. Esa fue la síntesis de la Unión para la Apertura Universitaria (UPAU), la agrupación universitaria que en los ochenta aglutinó a figuras que hoy están en veredas opuestas pero que se abrazaron en sus años de juventud, como Amado Boudou, Sergio Massa o Carlos Maslatón. Una derecha democrática que tuvo presencia en los centros de estudiantes de la Universidad de Buenos Aires luego de la dictadura y que hoy sirve de legado para recuperar experiencias militantes entre los jóvenes de Milei. Porque la juventud de La Libertad Avanza se diferencia, por ejemplo, de la ideología light que postularon sus colegas del PRO. Frente a la juventud que se asumía desideológizada y pragmática durante el gobierno de Macri, la juventud de Milei expresa una derecha que está orgullosa de ser de derecha.

Milei representa, por lo tanto, el despertar de una nueva derecha para los más jóvenes. Algo que bien supo sintetizar Agustín Laje en La batalla cultural. “La rebeldía se volvió de derechas y no podía ser de otra manera –sostiene el intelectual preferido de los libertarios–. La rebeldía consiste en decir no al sistema establecido. Desde que el sistema establecido hizo del progresismo su dogma oficial, no podía ocurrir otra cosa distinta: el derechismo está despertando su propia potencia rebelde”.

Esta semana, no obstante, la juventud estuvo en otro lado. ¿Se habrá modificado algo entre los jóvenes y Milei desde la marcha universitaria? ¿Se trastocará la base sólida del mileismo por ese reclamo de nuevos votantes? Todavía es muy prematuro para saberlo, pero en la Casa Rosada ya tomaron nota del cambio. Se trata del cambio que siempre es impulsado por los jóvenes.