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Defensora de Género

Jóvenes y violencia, una mirada desde la perspectiva de género

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Dolor. La educación de los varones debe ser de una masculinidad respetuosa de los otros, de todas las diferencias. | cedoc

Con motivo del juicio por la muerte violenta de Fernando Báez Sosa ocurrida hace tres años en Villa Gesell a la salida de un boliche, en estas dos últimas semanas, estamos a diario escuchando y reviviendo escenas de una pelea entre un grupo de Jóvenes frente a otros, iniciada antes y que termina con la muerte violenta de uno de ellos. 

Todos sabemos que la ida a los boliches de las y los jóvenes, está acompañada de un alto consumo de alcohol que empieza en la “previa” y continúa luego. A esto se suma frecuentemente el consumo de drogas que completa el marco de cómo se vive la “diversión”. 

Esta modalidad que es ahora una norma de conducta está aceptada por padres, familias y la sociedad en su conjunto, sin analizar las consecuencias y riesgos que implican. En primer lugar, que la diversión esté vinculada con el consumo de alcohol, es una distorsión porque es una emoción que se vive normalmente y que es positiva en la vida. Pero si solo se consigue consumiendo alcohol no es real ni beneficiosa. Además, sabemos que el alcohol en una cierta cantidad es un estimulante, pero luego tiene un efecto contrario y distorsiona la reacción a los estímulos. 

Asociado esto a algunas características sociales actuales, como son los estímulos a vínculos violentos a los que estamos expuestos a diario por los medios de comunicación, el cine y en todos los ámbitos y la intolerancia a todo lo que se opone a nuestros deseos, dan el marco a conductas como las que se ven en los videos que muestran los hechos ocurridos en este caso. Un grupo de varones jóvenes que demuestra su poder en peleas de las que salen siempre victoriosos, y así alimentan su percepción de superioridad. Son peleas en las que actúan como grupo no individualmente, y en general, enfrentan a uno o más, pero nunca a muchos y siempre menos que ellos. El objetivo es claro: demostrar que son superiores y esto es algo que distorsiona sus conductas, porque para ser superiores tienen que imponerse por la fuerza. 

Son jóvenes que tienen nivel educacional y que no provienen de sectores pobres sino de clase media o media alta. 

Este es un signo distintivo: no saben de carencias; no las han vivido. No es el objetivo en esta nota juzgar a estos jóvenes, eso lo debe hacer la Justicia, pero sí analizarlos desde la perspectiva de género. Constituyen un grupo típico de varones acostumbrados a imponer su voluntad, incluso por la fuerza, es una actitud típicamente “machista” que, frente a las personas débiles, sean mujeres o varones les deben marcar su superioridad. 

En general, son más débiles las mujeres, pero también los varones de sectores pobres o que ellos evalúan así, ya sea por el color de la piel, la forma de vestirse u otros criterios. La sociedad se los permite. Tanto la próxima, o sea familias y amigos, pero también los más distantes. Lo que todos aceptan en ellos es eso que ahora los tiene sentados en el banquillo de los acusados: porque esta vez se excedieron. 

Esto pudo haber pasado muchas veces antes, pero hasta que no acurre nadie reacciona. Por eso tenemos que revisar nuestras conductas de silencio y tolerancia, e incluso celebración, frente a esas conductas reiteradas. Ni los familiares ni amigos ni otros próximos les advirtieron que sus conductas podían terminar en esto. 

Ahora ya poco se puede hacer para cambiar la realidad de estos jóvenes, pero hay tantos otros que están en las mismas condiciones de riesgo que quienes son padres, familiares, amigos deben reaccionar y alertar y trabajar para evitar que les pase lo mismo. 

Pero la llamada de atención debe ser para prevenir, no llegar a esto y replantearnos como sociedad si debemos fomentar las previas, las idas a los boliches con tanto consumo de alcohol y si la educación de los varones no debe ser de una masculinidad respetuosa de los otros cualquiera sea el sexo o género, tolerantes de las diferencias, y que no tengan que estar demostrando siempre que son ganadores por la fuerza.