La voladura del dique Nova Kajovka sobre el río Dnieper, es una muestra de cuánto está en juego en la guerra de Ucrania. Más allá de que ambas partes responsabilizan al adversario de haberla cometido, es importante resaltar que se produce al inicio de la tan anunciada contraofensiva ucraniana para recuperar los territorios ocupados y anexados por Rusia. En este marco, es necesario analizar (más allá de las respectivas estrategias de desinformación) quién se beneficia de un suceso que ha provocado un desastre humanitario y ecológico. La inundación desencadenada por la voladura de la represa controlada por las tropas rusas ha cubierto de agua 600 km. cuadrados de tierras predominantemente agrícolas. Dos tercios de estas tierras están en territorio ocupado por Rusia y la inundación no sólo afecta las fortificaciones y defensas construidas en los últimos meses para contener un avance ucraniano y elimina los campos minados para detener a las tropas de Kiev en la región, sino que también incide decisivamente sobre la provisión de agua potable para la población de Crimea y, eventualmente, puede amenazar el aprovisionamiento de agua a la central nuclear de Zaporozhie provocando una catástrofe mayor. Por otra parte, la expansión de la inundación dificulta e impide a corto plazo el desarrollo de la contraofensiva ucraniana en esa zona.
Pese a que el gobierno de Kiev ha sido renuente a declarar que la contraofensiva se ha iniciado en los dos últimos días en por los menos tres puntos de la línea del frente –Bakhmut/Artiomovsk, Donetsk y Zaporoshie– hubo intentos de avance ucraniano que, aparentemente, han fracasado con significativas pérdidas de tropas, armamento y suministros en algunos casos, según la información proporcionada por el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa, a la par del inicio de reacciones ofensivas rusas en algunos puntos según la misma fuente.
Sin embargo, más allá de los altibajos bélicos que puedan desarrollarse en torno a esta contraofensiva, para Ucrania es crucial que, después de meses de anunciada, su inicio comience a mostrar algunos éxitos en lograr el retroceso de las tropas rusas en las posiciones tomadas. En este contexto, si bien los intentos ucranianos en estos tres frentes puedan ser parte de una estrategia de tanteo de la capacidad de reacción rusa a la espera del lanzamiento de la contraofensiva, Ucrania se ve urgida por alcanzar algunos éxitos rápidamente. Sin ellos, no sólo se expone a un estancamiento del conflicto que juega a favor de Moscú, sino también a que la fatiga occidental en proporcionar, fondos, armamento, capacitación y suministros se acreciente. Las presiones en este sentido en el ámbito de las sociedades europeas están tensando la conflictividad social y acrecentando el rechazo a sostener el involucramiento en la guerra –como en el caso de Alemania–, mientras que en los Estados Unidos se incrementa el cuestionamiento al apoyo financiero y militar al conflicto en un escenario europeo alejado de los intereses inmediatos de los Estados Unidos –como en el caso de sectores que se oponen a la aprobación de más fondos para Ucrania y que encuentran crecientes ecos no sólo en sectores republicanos.
Por otra parte, el eventual fracaso de la contraofensiva acentúa asimismo, las tensiones internas entre el gobierno de Zelenski y los mandos militares ucranianos que se han mostrado escépticos sobre un lanzamiento apresurado de la contraofensiva y que ya han expresado sus reticencias frente a las pérdidas en la batalla de Bakhmut. Sin mencionar que refuerza las aspiraciones rusas de conservar y asegurar los territorios ya anexados. A su vez, el éxito de la contraofensiva puede repercutir favorablemente en que Occidente redoble su apuesta por Zelenski ignorando que convierte a Ucrania en la nación de mayor poderío militar convencional en Europa, mientras que en Rusia puede agudizar algunas fracturas en ciernes en la elite político-militar y económica que rodea a Putin y que se prepara para enfrentar las próximas elecciones presidenciales que decidirán su continuidad en el poder. Los abundantes podcasts críticos de Prigoshin, jefe del grupo Wagner son sólo una muestra de esta situación.
Sin embargo, más allá de la contraofensiva en sí, de sus resultados y de las lecturas bélicas sesgadas que se desarrollan sobre el conflicto, lo cierto es que nada parece augurar que éste sea superado a corto plazo, en tanto los esfuerzos de actores externos –desde China y el Vaticano hasta los países africanos– para lograr un diálogo que permita avanzar hacia un armisticio o hacia algún acuerdo de paz se ven tan estancados como el conflicto mismo, principalmente por la resistencia de algunos actores directa o indirectamente involucrados en la guerra.
*Analista internacional/Global South Distinguished Scholar (ISA)