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La discusión del relato

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El gráfico de la semana. Así se lo presentó dentro de un blog de la sección Artículos de la Web del Fondo Monetario Internacional. Cristina se lo apoderó. | Infografía G.P.

“Las perspectivas de inflación en Europa dependen de cómo los beneficios empresariales absorban las ganancias salariales. Los precios más altos hasta ahora reflejan principalmente aumentos en las ganancias y los costos de importación, pero los costos laborales están repuntando” fue el largo título de un texto publicado en el blog Artículos de la Web del Fondo Monetario Internacional, del cual Cristina Kirchner extrajo el gráfico, que traducido ilustra esta columna, y que exhibió el lunes pasado cuando sentó a Sergio Massa a su lado ya formalmente como candidato a presidente. 

En Europa, desde enero de 2022, el aumento de los precios se debió en un 45% al aumento de las ganancias de las empresas, el 25% al aumento de los sueldos (“paritarias”) y el 40% al aumento de los precios de los insumos importados de los productos, y no hubo cambios significativos en los impuestos.

Esto significa que “las ganancias (ajustadas por la inflación) estuvieron aproximadamente un 1% por encima de su nivel previo a la pandemia en el primer trimestre de este año, mientras tanto la compensación de los empleados (también ajustada) estuvo un 2% por debajo”. Como al terminar la pandemia los salarios habían caído un 5%, proyectan que continuando con la recuperación que se viene dando, para 2025 los salarios ya habrán recuperado el mismo poder de compra que antes de la pandemia.

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Cristina Kirchner sí pidió que se baje una candidatura: la de Radazzo en 2015 a presidente

El modesto artículo del FMI en inglés, con poco más de 700 palabras, que luego Infobae infló a casi el triple para agregar fotos de Cristina Kirchner y Kristalina Georgieva, le dio la excusa a la vicepresidenta para mostrarse como conocedora de la materia y defensora de los asalariados, faltándole justo a ella contexto (su palabra fuerza de ese día) porque los tres años previos, incluyendo la pandemia, las ganancias de las empresas había subido menos que los costos laborales.

Puja distributiva hay en todos los países en todas las épocas: ya en 1776 Adam Smith escribió en La riqueza de las naciones: “Tendremos el pan cada mañana no por el altruismo del panadero sino por su egoísmo”. Es tarea de los gobiernos conducir esas pulsiones individuales al bien común. Y como cada vez que se dispara la inflación el capital le gana al trabajo, porque los precios reaccionan más rápido que las paritarias, es responsabilidad de los gobiernos crear las condiciones para limitar incrementos bruscos de la inflación. Ya sea en Europa o en países emergentes, un veloz aumento de la inflación perjudica al sector asalariado. La reducción de la inflación reduce la puja distributiva y Cristina Kirchner invierte el orden de parte del problema.

Pero, ¿piensa verdaderamente la vicepresidenta lo que dice o dice lo que cree que la beneficia decir y, como le dijo Néstor Kirchner al presidente norteamericano Bush hijo:  “Júzgueme por lo que hago y no por lo que digo”? Aplicado al caso de la elección que fue haciendo de los candidatos a presidentes: Scioli en 2015, Alberto Fernández en 2019 y Sergio Massa en 2023, se podría inferir que ella sobreactúa un discurso más confrontativo con el mercado pero luego termina priorizando al candidato posible más amigable.

En el reportaje largo con Juan Grabois de la edición de hoy de PERFIL se desarrollan ampliamente ejemplos de la realpolitik que practica la vicepresidenta por momentos rayana con la mitomanía. Como cuando explicó que ni con una pistola 45 apuntándola en la frente le pediría a nadie que bajara una candidatura. Su memoria, egosintónicamente, olvida que precisamente hizo eso con la precandidatura presidencial de Florencio Randazo en 2015. Por entonces el beneficiado fue Scioli, quien probablemente moderó su frustración actual con aquel recuerdo.

Así como Scioli legitima a Wado de Pedro, Grabois legitima a Massa como candidato

Si Cristina Kirchner hubiera querido que Wado de Pedro fuera el candidato, lo habría sido, y el propio Grabois lo justifica diciendo: “A una determinada edad estás más preocupada de prevenir catástrofes que de generar transformaciones”.

El mejor ejemplo de esa hipocresía es la propia candidatura de Grabois: ¿por que se le permite a él compartir las listas de todos los candidatos territoriales y no se le permitió lo mismo a Scioli, facilitando la competencia? Si finalmente Grabois y Wado de Pedro comparten el mismo significante ideológico de la misma manera que Scioli y Massa, aunque tengan grandes enconos personales, representan también el mismo significante ideológico, ¿por qué unas PASO Massa-Grabois es mejor que otra Scioli-Wado de Pedro?

En el reportaje el propio Grabois da la respuesta desarmando la idea de que no hay PASO y se llegó a una lista de unidad. Así como Scioli hubiera sido útil para legitimar la candidatura de Wado de Pedro si se imponía en las PASO, Grabois será útil para legitimar la candidatura de Massa. 

En 1971, Hannah Arendt, en su ensayo La mentira en política, escribió: “Como el mentiroso es libre para decorar sus ‘hechos’ con el fin de adaptarse al beneficio y el placer, o incluso las meras expectativas de su audiencia, tiene más posibilidades de ser persuasivo que el relator de la verdad”.