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La internacional argentina

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Me tuve que ir corriendo del país para pensar políticamente. Allá no se puede, todo es muy vertiginoso. Lejos de la patria, leo con fruición las noticias sobre el estallido de las alianzas (Cambiemos, el peronismo confesional, esa cosa que no entusiasma a nadie, y ¡las izquierdas!). Es que suficientemente atractiva es la fórmula Fernández-Fernández (“Sombra terrible de Fernández”, “¿Encontraría a Fernández?”, “¡La Fernández Fierro!”) como para no arrasar con todas las certezas pequeñoburguesas. Cuando se conozca el condimento que le falta (relacionado parcialmente con mi viaje) arrasará, como lava de volcán de chocolate, con las últimas resistencias y potenciará las luchas intestinales (¡evacuación de Tinellis!). Necesitaba alejarme un poco para poder tener un panorama mejor y recabar la información que usaré cuando vuelva.

Estoy en Boston, para empezar mi propia campaña electoral. Hoy jueves llegan a la ciudad Marlene Wayar y Susy Shock, a quienes pretendo involucrar en esta cruzada. Quienes recuerdan la fiesta más importante de los últimos diez años (mi boda) sabrán que solo ellas, que entonces nos precedían rumbo al escenario del Club Español arrojando plumas blancas y negras a diestra y siniestra, podrían garantizar mi triunfo y mi reinado (bah, virreinato). Están en Miami, me dicen, esperando la conexión. En cuanto lleguen a Boston se van a querer pegar un tiro: la ciudad es más aburrida que chupar un clavo.

Pero el asunto es así: hay turno electoral en la Latin American Studies Association, de la cual soy miembro prominente. Mi amigo el chileno Cristián Opazo preside la seccional Cono Sur (o Coño Sur, como decimos para impacientarlo) desde el año pasado. De modo que tuve que buscar otra sección, porque no está bien molestar a amistades. Me pareció que “Sexualidades” me permitiría desarrollar mis talentos y aportar bastante a la causa. Allá voy, Fernández-Fernández.