En el año 2013, 14 escuelas en la Ciudad de Buenos Aires, en forma voluntaria, iniciaron la implementación de la nueva escuela secundaria. El diseño curricular de la CABA para la nueva secundaria fue desarrollado de 2012 l 2014 de acuerdo con el marco de las resoluciones del Consejo Federal de Educación, organismo de concertación de la política pública educativa nacional, con el estudio de los planes educativos vigentes para la secundaria (artística, técnica y bachiller) y con el aporte de las más de 500 mesas de intercambio entre técnicos de la gerencia de currículum, supervisores, directivos, profesores y foros realizados con organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y centros de estudiantes, entre otros.
El problema que se suscita a raíz de esta reforma y que genera la toma de escuelas por parte de los estudiantes pone en el escenario una vez más la demanda de mayores niveles de idoneidad en las definiciones de las políticas de cambio estructural, organizativo, funcional y hasta curricular en las escuelas.
Para que esto sea posible conviene dar lugar a un proceso de divergencia necesaria que tome aportes de diversos estamentos del sistema educativo con idoneidad técnico-profesional y con conocimiento y experiencia real de las problemáticas del aula, la escuela y la docencia, y a su vez contar con conocimientos de cuáles son las mejores estrategias pedagógico-didácticas para promover un cambio real, no logrado aún en nuestra formación secundaria.
Es un deber moral de quienes ejercen las políticas educativas contar con investigaciones serias, experiencia y evidencias que hagan posible que las reformas logren llegar a mejorar las prácticas del aula o fuera del aula y optimicen así los aprendizajes de los estudiantes, cualquiera sea su contexto sociocultural. No se pueden “copiar modelos importados”, hay que adaptar las mejores experiencias internacionales a la realidad local, tanto social como económica.
A su vez se requieren procesos de capacitación continua de los profesores y docentes a cargo de las aulas para que se logre enseñar e incluir a todos óptimamente.
Prefijar la meta “cambiar” sin un piso o un soporte sólido y sin establecer el alcance y los resultados esperados consensuados con los diferentes actores del sistema hará que se genere cada vez más resistencia, lo cual tiñe de impotencia al “cambio” que sin dudas es necesario para aggiornarnos a lo que los propios estudiantes necesitan y reclaman como pueden.
Nos debemos un nuevo pacto socioeducativo si como sociedad queremos mejorar nuestra educación para contar con personas que puedan estar capacitadas para los nuevos desafíos laborales que se vislumbran. En este sentido es central un modelo de organización de los aprendizajes que promueva el desarrollo de capacidades fundamentales, aprendizajes interdisciplinarios que logren articular contenidos de distintas disciplinas además de incorporar prácticas profesionalizantes en el último tramo de la formación, no para ser “cadetes” de empresas, sino para aprender competencias específicas vinculadas con las inquietudes y aptitudes de los estudiantes y la vida adulta laboral.
* Directora del Departamento de Educación de la UCA.