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Los clubes, lugares de formación

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Postales. Luciano Aued recordó sus inicios en La Plata. | instagram

Todavía sigo intentando con eso de jugar a la pelota. Desde hace unos años cada lunes de 20.30 a 22 me junto con una banda de pibes que tienen veinte años menos que yo en la canchita del colegio Don Bosco de Almagro. Apenas me puedo mover y me arrastro por las baldosas, lo asumo, pero ahí estoy. Aunque debo admitir que la gran motivación es la provoleta que comemos después en un bodegón sobre Hipólito Yrigoyen.

Antes jugué varios años con un grupo de gente vinculado al mundo de la música en unas canchitas sobre Virrey Cevallos, debajo de la autopista. Césped sintético, ocho contra ocho, grandes partidos. Y mucho antes, también debajo de la autopista pero sobre Quintino Bocayuva, nos sacábamos chispas con excompañeros y profesores de TEA.

Fueron muchos los campos de juego por los que exhibí mi rusticidad. Pero mi club es uno solo. Mi club es Brisas, de Valentín Alsina. El club de mi barrio, claro. Ahí, sobre el piso rojo gastado por tantos años y tantos partidos, soñaba con ser Villaverde. Brisas fue el club al que llegaba caminando y jugaba con lo puesto, donde invertí horas en el metegol, donde el bufetero nos conocía por el nombre. El club donde jugó Gustavo López antes de ser una estrella de Independiente, algo que nos llenaba de orgullo.

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No es casualidad que Javier Milei salga a hablar de las bondades de las sociedades anónimas en el fútbol y yo me acuerde de Brisas. El tipo habla de los presupuestos de la Premier y yo pienso en el barrio donde me formé y me deformé. El sujeto piensa en negocios y yo me obsesiono con el destino que podrían tener los clubes de barrio si cayeran bajo las garras de la oferta y la demanda. 

En el país hay 11.870 clubes, por los que pasan 4.928.574 pibes y pibas

Le hablamos con el corazón y nos responde con el bolsillo. Nunca me sentí tan lejos de un candidato.

Para que nos demos una idea de la dimensión e importancia que tienen los clubes de barrio, un relevamiento que hizo el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación en conjunto con la Universidad Nacional de San Martín determinó que existen 11.870 clubes y entidades deportivas en todo el país, por los que pasan 4.928.574 pibes y pibas.

Uno de esos clubes es Independiente de La Plata, donde jugó Luciano Aued cuando era un niño. Él mismo lo contó ayer en un posteo en Instagram, en respuesta a la propuesta libertaria de las sociedades anónimas. El exjugador de Racing describió sus orígenes de manera muy emotiva: “Era un nene cuando empecé a jugar en Independiente de La Plata. Mi vieja, Lili, manejaba el buffet y, de paso, como no teníamos un mango en casa, aprovechábamos y comíamos ahí”.

Sigue Aued: “En Gimnasia me becaban si viajábamos a algún torneo en el país. Salvo esa vez que vendí el pelo para juntar unos pesos, siempre precisé que me dieran botines, ropa y zapatillas. Cuando la cosa estaba especialmente brava, buscábamos una canasta con fideos, arroz, leche en polvo y puré de tomate. ¿Cómo no voy a estar eternamente agradecido?”

Y el cierre del posteo es demoledor: “Muchas veces pensé qué hubiera sido de mi vida sin los clubes de barrio, sin los clubes siendo asociaciones civiles sin fines de lucro. Siempre me respondo lo mismo: soy el resultado, como miles y miles de nenes y de nenas en este país, de esa solidaridad que nunca van a entender quienes creen que todo es un negocio. Por eso defiendo que nuestros clubes sigan siendo de nuestra gente. Por eso estoy convencido de que hay cosas a las que hay que decirles Nunca Más”.