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Maternidad en tiempos de guerra y subrogación de vientres: sí o no

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Familias argentinas en Ucrania. Fueron a buscar bebés de vientres subrogados. Un tema a debatir. | cedoc

Es interesante el hecho de que la guerra de Rusia a Ucrania, desde sus comienzos, nos aportó referencias a situaciones de maternidad vinculadas a nuestro país, algo que no era conocido en general por la mayoría. Entre las primeras informaciones y fotos que recibimos de lo que empezó a suceder en Kiev estaba la situación de la embajada argentina y sus funcionarios. Nos informaron que corrían peligro si se quedaban allí, que se cerró la embajada y que la embajadora y el cónsul se trasladaron por seguridad. El resto del personal y sus familiares fueron ayudados a salir del país. 

El traslado de la embajadora y su pequeño séquito se acompañó de información y fotos de matrimonios argentinos que estaban en Ucrania para recibir a sus hijos que nacieron por el sistema de subrogación de vientres, conocido como alquiler de vientres. Se señalaba la protección de estos matrimonios y sus hijos recién nacidos por parte de la embajada, que incluso fueron trasladados en el vehículo en el que lo hizo la embajadora. Así nos enteramos de una practica habitual ignorada por la mayoría de nosotros. 

La noticia reciente del traslado de otro matrimonio que se arriesgó a morir por las acciones bélicas por esperar a que naciera el hijo que fueron a buscar nos permitió conocer que hay clínicas especializadas en Ucrania que trabajan con nuestro país. Que hay parejas que ya tienen hijos provenientes de la subrogación de mujeres ucranianas, y que el sistema cubre todos los aspectos del proceso, incluido el viaje en distintos momentos, que culmina con el que hace para recibir al hijo, y cubre también la espera para trasladarse de regreso y el procedimiento de registro del bebé. Esto indica que está organizado con el consulado y por eso se asumió su evacuación; son niños ciudadanos argentinos. 

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Esto nos permite hablar de algo que no se menciona: la subrogación de vientres o “alquiler”. Esto no esta regulado en nuestro país, no hay legislación que lo controle, por tanto, no existe. Pero sabemos que existe y que los centros de reproducción asistida que atienden a las personas con dificultades para engendrar, la mayoría privados, atienden también a personas que congelan sus óvulos para futuras posibilidades. Sabemos que todas esas prácticas que se realizan tienen, aunque a veces precario, un marco normativo que lo permite; la subrogación carece de esto. 

Cuando hace algunos años se discutió en audiencias públicas el cambio del Código Civil y Comercial del país, se planteó la inclusión de la subrogación de vientres, y hubo algunas voces que se opusieron, muy pocas que lo apoyaron. La que se oponían eran de sectores religiosos. Debo recordar que opiné, y allí me opuse a su inclusión si no se daban las suficientes garantías de cuidado y apoyo a la mujer que subrogaba y se eliminaba el aspecto comercial que rige en general estas prácticas realizadas en el sector privado. 

En un país donde teníamos ya un alto nivel de pobreza, esta era una posibilidad de que muchas parejas se vieran llevadas a “elegir” esta salida para superar sus necesidades básicas. En este sentido, las mujeres en esos casos no pueden elegir libremente someterse al proceso, ya que son “forzadas” por la pobreza a someterse a ellas para mejorar o incluso asegurar el futuro de sus familias. Por eso este tema es tan delicado, pero eso no se justifica no sea enfrentado. Ahora es de conocimiento público por la guerra, es una oportunidad para tratarlo y dar una respuesta legal que lo enmarque y regule. Así se desbarata este negocio internacional al que están sometidas las personas que quieren o necesitan esta práctica. Es una oportunidad que nos da esta guerra inaceptable, que rechazamos, para apoyar la vida y oponerse a la muerte que la guerra implica. Garanticemos la posibilidad de la vida sin afectar la de nuestras mujeres ni permitir negocio con sus cuerpos.