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"Ni-ni": ni presente ni futuro

"Estoy recaliente", dijo Macri esta semana. Los y las jóvenes también, no los olviden.  

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a la cola. El desempleo es del 9,1% y entre los menores de 29 años sube al 15,4%. | cedoc perfil

Pareció el revival de un mundo bipolar que hace treinta años se derrumbaba ante millones de pupilas incrédulas. “El crepúsculo del socialismo –dijo esta semana un muy ensimismado Donald Trumpha llegado a nuestro hemisferio y espero que a nuestro gran país… Lo último que queremos en Estados Unidos es el socialismo”. El encuentro entre el presidente de Estados Unidos y Jair Bolsonaro –alias el “Trump de los trópicos”– no solo fundió a Brasil en la subordinación de un alineamiento sin precedentes, sino también desempolvó un lenguaje soterrado desde el fin de la Guerra Fría y azuzó “fantasmas” donde otros apenas ven resistencias ante la poderosa oleada “antiderechos”.

Desmontar un Estado de bienestar que supo contener y detener los ímpetus revolucionarios de quienes creyeron que un orden justo e igualitario era posible acarrea consecuencias. Las recetas neoliberales han despertado en los jóvenes una  “creciente insatisfacción” con el capitalismo y una visión positiva del socialismo. El fenómeno, con mayor intensidad en países anglosajones, fue catalogado por el semanario británico The Economist como “socialismo millennial”.

El 51% de la población estadounidense comprendida entre los 18 y 29 años ha roto con tabúes y elige un “nuevo” paradigma. La desigualdad enorme y creciente provocada por el neoliberalismo, la asimetría de oportunidades o la preocupación por el medio ambiente convirtieron el "sueño americano" en auténtico desvelo. Otro tanto ocurre en Gran Bretaña: masivamente se opusieron al Brexit aunque pocos concurrieron a las urnas. Y si en las últimas elecciones hubieran votado solo los jóvenes, ningún conservador legislaría. 

Esta “vuelta” al socialismo responde a un capitalismo descarnado que ha hecho de la precariedad su norma. The Economist puntualiza que mientras los políticos de derecha han abandonado prácticamente la batalla de las ideas y se han retirado hacia el chovinismo y la nostalgia, la izquierda se ha centrado en disminuir el poder de las elites en favor de los intereses ciudadanos. Sus líderes, algunos ya mayores como Jeremy Corbyn o Bernie Sanders, o extremadamente nuevos como la joven legisladora demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, parecen interpretar el hartazgo de jóvenes con demasiadas frustraciones en el presente y escasas esperanzas en el futuro.

Cantidad y calidad: además de aumentar el desempleo, creció la precarización

En términos vernáculos, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, continúa en su burbuja de algoritmos y marketing: “Cristina y Lavagna son propuestas antiguas, conservadoras, incluso en algunas cosas reaccionarias, porque es volver a 2002, volver a 2005, volver a 2007”, espetó en un principio de campaña. Los votantes, sobre todo jóvenes, no parecen compartir la "modernidad" de Peña, sobre todo si los lleva al cadalso.

Las encuestas dan cuenta de ello. Cambiemos está en su peor momento y los argentinos, en serios riesgos. Prácticamente no hay rubro, más allá de un escaso y selecto grupo, que no haya sido perjudicado con sus decisiones o impericias. Macri se recuesta en su núcleo duro de votantes –etariamente arriba de 50– aunque las elecciones serán definidas por una juventud castigada en los estratos bajos y medios: la mitad son pobres y otro 40%, clase media. La tasa de desempleo global es del 9,1%, pero entre los menores de 29 esa cifra sube al 15,4%. Acceden mayoritariamente a trabajos precarizados y temporales y solo el 40% goza plenos derechos. La cifras golpean más duramente a las mujeres jóvenes. Los bajos salarios y la dificultad de acceder a una vivienda retrasan su independencia. Mientras en Suecia, con apoyo estatal, la logran a los 19 años, en Argentina el umbral escaló hasta pasados los 30.  

Los jóvenes representan casi una quinta parte de la población argentina (8,4 millones) y este 2019 sumarán un millón y medio de nuevos votantes. En las plataformas electorales casi no existen. Se visibilizan en batallas por la legalización del aborto, contra la violencia de género o por el acceso a una educación de calidad y gratuita, pero se desvanecen en reclamos más genéricos. Es lógico que rechacen la “épica” de la “austeridad” porque nada les devolverá las posibilidades recortadas o perdidas. "Estoy recaliente", dijo Macri esta semana. Ellas y ellos también, no los olviden.   
 
 *Politóloga. Experta en medios, contenidos y comunicación.