El presidente electo del Paraguay, Horacio Cartes, y sus asesores han expresado que el país no retornará a un Mercosur presidido por Venezuela, país incorporado ilegalmente como miembro pleno del grupo el 12 de julio pasado. Con el amplio apoyo de la opinión pública y coincidente con el actual gobierno, Paraguay rechaza su indebida suspensión del grupo por parte de Argentina, Brasil y Uruguay (el trío prepotente) y objeta sus flagrantes transgresiones al Estado de derecho subregional. Encomiable y valiente postura la del gobierno electo. Desafía la arrogancia, la ceguera ideológica y la torpeza diplomática de sus vecinos, que han llevado al bloque a un callejón sin salida.
Así, Paraguay no deja pasar por alto la violación al principio de no intervención perpetrada por los cancilleres de la región, encabezados por Nicolás Maduro, cuando arribaron a Asunción en junio de 2012 para detener el juicio político del Congreso paraguayo contra el presidente Lugo, aliado ideológico del “neoprogresismo” y su (anacrónico) antiimperialismo. Maduro incluso es persona non grata en Asunción porque prepotentemente arengó a los militares paraguayos para que saliesen a defender a Lugo.
Cartes y sus asesores tampoco olvidan la violación al Estado de derecho mercosuriano incurrida por la cuádruple alianza (Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela), que usó la destitución constitucional de Lugo (tildada de carente de “debido proceso”) como pretexto para suspender ilegalmente a Paraguay del bloque, sin siquiera permitir su presencia en la reunión de Mendoza para explicar lo acontecido, violando el Tratado de Asunción y elementales prácticas diplomáticas. Fue el “castigo” por el “atrevimiento” del Senado paraguayo de no ratificar la incorporación de Venezuela. Como si fuera poco, el trío arbitrariamente incorporó a Venezuela transgrediendo otra vez el Tratado, que requiere unanimidad para tal decisión. Agregando insulto al daño, el trío omnipotente permitió que Venezuela asumiera la presidencia del grupo, lugar que le correspondía a Paraguay por norma de rotación. Peor todavía, su presidente ahora es el “no grato” Maduro, cuya legitimidad es cuestionada en su propio país porque asumió la presidencia inconstitucionalmente (vía autogolpe) luego de la muerte de Chávez y fue reelecto por una mínima diferencia en elecciones irregulares e impugnadas. El trío arrollador nada dijo sobre esto (ni sobre las violaciones constitucionales en Bolivia, Ecuador y Nicaragua) y parece más interesado en el mercado venezolano (importa el 80% de lo que consume) y su petróleo que en la legalidad del Mercosur y la democracia venezolana.
Ante ello, Paraguay no puede retornar cabizbajo, aceptando la humillación sufrida y la violación a la normativa del Mercosur, como pretende el torpe trío. El Estado de derecho regional e internacional, incluyendo el respeto a la soberanía nacional y a la no intervención, representa la principal garantía que los Estados como Paraguay tienen para protegerse de la agresión o del abuso de poder de las potencias regionales o globales. Por eso el país insiste en el respeto y la vigencia de tales normas de convivencia.
A Paraguay lo han puesto entre la espada y la pared. Y como el desacertado trío no va a revertir sus desastrosas decisiones, al nuevo gobierno no le queda otra que esperar hasta que en el Mercosur se encuentre una solución que satisfaga sus intereses, respete su dignidad y el Estado de derecho subregional. Paraguay no debe volver al Mercosur aceptando la incorporación de facto de Venezuela y su presidencia.
Eso no significa, sin embargo, como lo ha expresado el presidente electo, que no se pueda dialogar y negociar bilateralmente con el trío, pero también con cualquier otro Estado para incrementar y mejorar las relaciones comerciales y diplomáticas con todos. Paraguay no debería quedar atado a un esquema caduco que ya no le conviene. Gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación el mundo está abierto y lleno de oportunidades para el ahora pujante país (crecerá 10% en 2013). Con la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, Perú y México), Estados Unidos, China y la Unión Europea se pueden explorar acuerdos de cooperación a fin de abrir mercados y atraer inversión y tecnología para el desarrollo.
El compás de espera permitiría conversaciones o negociaciones sobre una posible solución: un nuevo Tratado del Mercosur, incluyendo a Bolivia y Ecuador, con renovados objetivos y compromisos que generen seguridad jurídica y confianza para avanzar solidariamente en la gobernanza democrática regional, la integración y la prosperidad económica de todos.
*Profesor en la Universidad de Georgetown.