“Esto es un campeonato: cuando pensábamos que no podía haber nada peor que un tipo escondiendo millones de dólares en un convento, aparece un tipo que recibió millones de pauta oficial, dejó en la calle a un montón de laburantes, de safari en Sudáfrica, cazando leones y otros animales con su esposa modelo”.
Termino de leer en voz alta. Me detengo unos segundos. “¿Qué sigue después de esto?”, pregunto en voz aún más alta y levanto la vista por sobre el monitor sobre el que estoy leyendo el texto, en cuerpo 24. Estoy en mi oficina escribiendo mi columna política de PERFIL. En un sillón está Carla, concentrada leyendo algo en su iPad.
—¿Qué sigue después de esto? –pregunto otra vez, casi a los gritos.
Silencio.
—Te estoy preguntando qué sigue después de esto, ¿no me escuchás cuando te hablo?
—¿Posta vas a empezar así tu columna? –pregunta Carla–. Cada día estás más gagá.
—Contestame, por favor. ¿Qué sigue después de esto? Me angustia.
—No sé –contesta Carla, sin levantar la vista de su iPad–. Me parece que ahora Vannucci y Garfunkel van a ir a una playa europea a pescar niños sirios.
—¡Pará, bestia! –grito.
—¿Cómo bestia? ¡Mirá que te denuncio por violencia de género, ¡eh! –dice Carla, sin levantar el tono ni la vista, que sigue clavada en su iPad. Está mirando fotos de Victoria Vannucci desnuda, con el vello púbico depilado sólo en los costados.
—Bueno, disculpá. No quise ofender.
—¡Pelotudo! –dice por lo bajo.
—¿Qué? –digo sorprendido.
—Nada –dice Carla–. ¿Viste que cada vez que se hace una marcha contra los femicidios matan a alguna otra chica?
—Siempre me pregunté si esto es producto de que retrocedimos y hay más femicidios, o si se fue que avanzamos porque sigue habiendo los mismos femicidios, pero ahora se visibilizan más.
—¿Y a qué conclusión llegaste?
—A ninguna –contesto–. Me pregunto pero no sé qué responderme.
—Claro, es que para tener una respuesta lo mejor es preguntarle a alguien que sepa, no a un idiota. Deberías consultar con un especialista, no con vos mismo.
—¡Eso que me decís es violento!
—No, violento es matar leones –dice Carla–. Aunque hay que reconocer que Garfunkel nunca perdió la compostura durante el safari.
—¿Por qué lo decís? –pregunto, azorado–. ¿Justificás la caza?
—Para nada. Pero hay que reconocer que el tipo aparece siempre con un habano, como buena caricatura de millonario. Sólo le faltó la levita y el monóculo.
—¡Ja! ¡Es buena, ésa!
—¿Qué?
—Que es bueno el chiste. ¿Lo puedo usar?
Por primera vez en toda la charla, Carla levanta la vista de su iPad. Me mira fijamente durante unos segundos. Cuando yo bajo la vista, ella vuelve a su iPad.
—Mirá, yo sé que a vos mucho no te gusta, pero pensé en meter algunas cosas en joda en la columna –arranco, después de un largo silencio–. Como para cortar un poco el análisis puro y duro. Qué sé yo, algo más ameno, más descontracturado, ¿me seguís?
Carla se queda en silencio.
—Tengo un chiste que es muy bueno. ¿Sabés cuál es la diferencia entre el dúo Simon & Garfunkel y el dúo Vannucci y Garfunkel?
—Carla sigue en silencio.
—Que con Simon & Garfunkel el cóndor pasa. Y con Vannucci y Garfunkel, el león se queda.
—Carla sigue en silencio.
—¿Se entendió, no? Es por Simon & Garfunkel, ¿te acordás? Hacían una versión de El cóndor pasa, muy famosa, supongo que que la gente se acordará y…
—Decime, ¿estuviste entrenando?
—No, hace tiempo que no salgo a correr por…
—No, te pregunto si estuviste entrenando para ser pelotudo…
—¡Eso es violencia! –me quejo.
—No, eso es objetividad –responde Carla–. Pero si querés hablar de violencia, me parece que pronto va a haber menos violencia.
—¿Menos violencia? –pregunto–. ¿Por qué?
—Si desaparece el fútbol desaparece toda la violencia que lo rodea. Y así como están las cosas no creo que haya fútbol por mucho tiempo más.
—Pero si desaparece el fútbol no la vamos a pasar bien. Una cosa son las paritarias o el poder adquisitivo, o el presupuesto para la ciencia… ¡Pero otra cosa muy distinta es el fútbol!
—Imaginate: si nos quedamos sin fútbol no vamos a ser más subcampeones del Mundo ni de América –dice Carla.
—¡Vamos a extrañar esos gloriosos subcampeonatos! –digo.
—Es un buen eslogan kirchnerista: “Con Cristina éramos subcampeones del Mundo” –se entusiasma Carla–. Cuando no clasificás ni al Mundial, esas cosas se terminan valorando más.
—¿O sea que el fútbol puede pasar a ser el principal sostén del kirchnerismo? –pregunto.
—El principal no: el segundo –explica Carla–. El principal sostén del kirchnerismo hoy es el Gobierno. Y si sigue existiendo es gracias al Estado.
—¿O sea que todo sigue igual a cuando gobernaban?
—No, la diferencia es que ya no maneja la caja, entonces el porcentaje de esa caja disminuyó mucho.
—¿Cómo que el kirchnerismo sigue mordiendo de la caja? ¿Y el Gobierno no hace nada?
—Al Gobierno le conviene que exista el kirchnerismo. Hoy el kirchnerismo es como una Oenegé, que vive del problema que dice que viene a solucionar.
—¿Y hay otros candidatos?
—Massa. Todavía no entiende cómo despegarse de esa lógica. Y fue el jefe de Gabinete durante la 125. Tampoco es que bajó de una nube donde se reunió con Perón.
—¿Stolbizer?
—Una Carrió menos mística. La gente la quiere denunciando, legislando y sacando libros. Puede andar para el año que viene. Me refiero a la Feria del Libro del año que viene. Seguro que arrasa firmando ejemplares.
—No seas malo, ahora también puede mostrar gestión.
—¿Stolbizer? ¿Y qué gestionó?
—¿No fue ella la que gestionó el pase de su hijo, Nicolás Laprovittola, para que juegue en la NBA, en los San Antonio Spurs, con Manu Ginobili?
—Si demuestra que fue ella, la veo como futura gobernadora –dice Carla–. Y si además demuestra que también gestionó el pase del Pipita Higuain a la Juventus por 92 millones de euros, la veo como presidenta. Pero mejor hablemos de una candidata con futuro.
—¿Quién?
—¡Tu mujer!
—¡Noooo! –grito–. Por favor, la llego a nombrar y me echa de casa. Tiene miedo de que la ensucie.
—Pero Victoria Donda es una gran candidata…
—Por eso mismo no quiere que la nombre.
—¿No quiere que la critiques? —No, no quiere. Pero mucho menos quiere que la elogie. Dice que eso daña mucho más su imagen. Que si en algún momento digo algo de ella, lo mejor es que la critique, no que la elogie. —No entiendo por qué sigue con vos.
—Gracias a Vannucci y Garfunkel. —¿Cómo gracias a Vannucci y Garfunkel? –pregunta Carla. –Claro –respondo–. Victoria me ve a mí y piensa: “Peor es cazar leones”.