Mujica visitó Buenos Aires para debatir con un grupo de dirigentes políticos, sociales y sindicales de América Latina sobre los desafíos del continente. “Estoy en una etapa de la vida para sembrar ideas, para tirar ideas medio raras y que otros las hagan pelota y me critiquen, pero que no se queden anquilosados repitiendo esquemas de hace setenta años”, me dijo en una reciente visita a su sencilla casa de Durazno, a las afueras de Montevideo. De esa conversación surgió el encuentro “Alternativas y desafíos democráticos en el Sur”, organizado por la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y la Fundación Friedrich Ebert. Un variopinto grupo de mujeres y varones debatieron durante dos días sobre el presente de América Latina y los desafíos del campo popular y la izquierda en un contexto de crisis.
El ex presidente Mujica fue la figura central del encuentro, del que participaron Manuela D’Avila (candidata a vicepresidenta del Brasil por el PT), Gerardo Pisarello (tucumano de nacimiento y vicealcalde de Barcelona), Marco Enríquez Ominami (ex candidato a presidente de Chile), Leonardo Rubin (ex candidato a vicepresidente del Paraguay), Carol Proner (jurista y abogada de Lula da Silva), Aloizio Mercadante (ex jefe de Gabinete de Dilma Rousseff), Luciano Concheiro (intelectual de Morena), Guillermo Dalance (dirigente minero de Bolivia), Felipe Solá, Juan Grabois y Jorge Taiana, entre otros.
El debate se centró en los avances y retrocesos transitados durante el siglo XXI, en el análisis del presente que transita cada país y los desafíos de fortalecer la institucionalización de las transformaciones. Brasil y Argentina, cada uno con sus particularidades, fueron ejemplos de abruptos retrocesos en derechos y debilitamiento democrático. México, con la victoria de Manuel Andrés López Obrador, se interpretó como una nueva oportunidad para quebrar el avance conservador en el continente. Una mirada crítica de las transformaciones no encaradas y de las equivocaciones cometidas permitió establecer una nueva hoja de ruta para la región.
“Llegar al gobierno está muy lejos de llegar al poder”, fue una de las primeras definiciones que realizó Pepe Mujica al inaugurar el evento. La creciente desigualdad, la dictadura del mercado y el consumismo sobrevolaron las intervenciones del ex presidente uruguayo. Su intacto magnetismo permitió un rico intercambió de miradas y perspectivas, condición indispensable para construir mejores realidades.
“Nuestra lucha es por mejorar el contenido de esa herencia que se llama civilización”, reafirmó Mujica. Mejorar esa herencia demanda determinar cómo superar las limitaciones que nuestra región transitó a pesar de la marcada voluntad transformadora. No hay que buscar nuevas respuestas a las mismas preguntas de siempre. Tenemos que formularnos las nuevas preguntas necesarias para los desafíos de nuestros tiempos. Es necesario salirse de un libreto, tantas veces repetido, buscando alternativas que permitan enfrentar los problemas estructurales y los condicionamientos externos a los que son sometidos nuestras naciones.
Es una obligación reformular un activo rol del Estado, diseñar marcos regulatorios que democraticen la economía, impulsar reformas tributarias que permitan una mejora radical de la distribución de la riqueza. No alcanza con el gobierno para modificar la realidad y recuperar el tiempo perdido, es necesario alcanzar la confluencia con organizaciones sociales y de trabajadores. Los tiempos de crisis son también una oportunidad para buscar nuevos caminos, interpelando a la sociedad a un futuro que nos permita recuperar la esperanza.
*Rector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET).