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Preludios electorales

El macrismo despliega un discurso negativo basado en la necesidad de impedir una mayoría absoluta para el FdT.

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La crisis en el oficialismo se potenció por la pandemia y por la tensión en el Frente de Todos. | Pablo Temes

Cuando se observan las diversas encuestas de opinión pública que comienzan a circular profusamente, se observa un hecho sencillo pero interesante: desde la definición del principal problema que tiene el país se puede deducir la intención de voto.

Tradiciones. La pregunta del principal problema es tradicional del mundo encuestoril, casi puesta allí para “romper el cubito”. Desde los años noventa hasta el gobierno de Mauricio Macri había un consenso social: el principal problema era la seguridad. Eso motivó mil experimentos las reformas de Carlos Arslanian en 1999 en la provincia de Buenos Aires, la creación de la Policía 2 en esa provincia (el desdoblamiento de la “maldita policía”), las reformas al Código Penal impulsadas por Juan Carlos Blumberg, la creación de las policías municipales, para terminar en el empleo de la Gendarmería Nacional como fuerza de intervención. En esta multitud de políticas pocas se sostuvieron en el tiempo, una de las exitosas ocurrió en la gestión de Sergio Massa en el partido de Tigre, con la famosa instalación de cámaras y la creación del COT (Centro de Operaciones de Tigre) un sistema de intervención rápida policial. Ese sistema se extendió en el tiempo y muchos vecinos consideran a este partido como uno de los más seguros de la provincia. No es extraño entonces que la problemática de la seguridad haya impulsado al escenario nacional a dos dirigentes tan parecidos y tan diferentes como Patricia Bullrich y Sergio Berni.  

La economía, estúpido. A partir del gobierno de Mauricio Macri los temas económicos comenzaron a emerger entre los principales problemas.  Inflación, desempleo y salarios comenzaron a trepar en las preocupaciones ciudadanas, hasta hoy. No es que los problemas no preexistieran, pero ahora cobraban protagonismo. Sin embargo, la gestión comunicacional de Macri logró exitosamente incluir en esa agenda en cuestión casi ausente en las respuestas sobre los principales temas: la corrupción, un problema que tiene en la Argentina una larga historia, pero que siempre se lo consideró distante de la vida cotidiana de las personas, de hecho está bastante generalizada la idea que buena parte de la dirigencia política no posee la cualidad de la honestidad. “Roba, pero hace” era una frase común con que se valoraba “positivamente” a la gestión del menemismo. Ese “buen” recuerdo llega hasta hoy al punto que circuló con velocidad de un rayo la foto de Zulemita Menem reunida con el presidente, sumando a la reunión a la intendenta de La Rioja capital (radical) y la vicegobernadora de la provincia la peronista Florencia Martínez ambas enfrentadas al gobernador Ricardo Quintela. ¿Nace el neomenemismo?  

Disrupciones. Hoy aparecen como los dos problemas más nítidos del país la inflación y la corrupción. Pero cuando se cruza el dato por simpatía política, la inflación es la mayor problemática para los votantes del Frente de Todos y la corrupción de Juntos por el Cambio. En el segundo nivel de problemas, el empleo también es prioritario para los cercanos del FdT y la seguridad quedó importante en mayor mediada para los simpatizantes de JxC. En estas demandan se puede observar diferentes urgencias.

Observando este panorama el oficialismo del Frente de Todos tendrá dificultades para plantear la campaña electoral ya que se encuentra enfrascado en la discusión interna entre tomar medidas que contengan el aumento de los precios es un giro hacia la ortodoxia como aminorar la emisión de pesos, la baja de los subsidios y obtener un preacuerdo con el FMI, o “poner plata en la calle”. Los halcones de la coalición de gobierno presumen que la elección se puede complicar porque si no se afloja el cepo paritario para que se puedan dar aumentos de sueldo para empatar la inflación (que se estima superando el 45%), dar bonos a los jubilados, mantener o aumentar los subsidios a los servicios públicos, regular las exportaciones de carne. Obviamente estas medidas contienen el riesgo de que la inflación se vuelva a disparar. Guzmán mostró como una buena noticia que el IPC de mayo fuera el 3,3% contra el 4,1% de abril, pero la apuesta es que en lo que te resta del año los salarios acompañen, asumiendo el riesgo heterodoxo.

Ventajas tácticas. El corazón de la campaña electoral no va a estar centrada en la economía a pesar de ser el tema más importante hoy. Las percepciones sobre el futuro son tan negativas que el esfuerzo debiera ser doble, convencer que la situación está mejorando y que se deben votar a los candidatos propios. Además, el kirchneroperonismo cuenta una ventaja poco habitual, el macrismo no tiene (por ahora) legitimidad para discutir en el terreno económico. Está muy fresco el recuerdo de la gestión macrista que enoja incluso a sus propios votantes, quizás ese tema puede quedar tercerizado en José Luis Espert que ahora va blandir la camiseta del macrismo. En cambio, el FdeT va a fundir la campaña electoral con la campaña de vacunación. La vacunación es uno de los pocos temas transversales que legítimamente alegra a la sociedad por fuera del nivel educativo o capacidad económica de los votantes. La otra intención es correr la campaña por fuera de las figuras políticas, para hacer foco en el “frentetodismo”, apuntando al voto marcario, tradición débil en un país marcado por liderazgos fuertes. Sin embargo, no sería extraño que Axel Kicillof recuperara el Clío para ponerse al hombro la campaña bonaerense. Ganar la provincia con holgura es el pasaporte para su propia candidatura presidencial del gobernador.  

Digamos. Por su parte, Juntos por el Cambio está enfrascado en sus internas, definición de candidaturas, y hasta buscando marca nueva. Se evalúa las ventajas y desventajas de que distintas listas vayan a las PASO, lo que probablemente no pase en el FdeT, excepto a nivel municipal. Si la elección es competitiva entre candidatos fuertes (como Bullrich y Vidal en CABA) podrían arriesgar a quedar segundos (en forma individual) frente a Leandro Santoro, hoy el candidato mejor posicionado por la oposición porteña. En términos discursivos el macrismo está más cerca de plantarse en el discurso negativo buscando demostrar que si ganara el kirchnerismo obtendrán mayorías en ambas cámaras y a partir de allí se desencadenarían los mil demonios.

 

*Sociólogo (@cfdeangelis).