COLUMNISTAS
Copa Davis

Que no todo passing

La alegría de la victoria ante los australianos, un recreo para tantas malas noticias sobre violencia, barras bravas y negociados en el fútbol.

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David calentó motores cuando jugó un game impecable para ponerse dos iguales.Un par de reveses cruzados tomando la pelota bien arriba, un ace y un saque ganador anunciaban lo que pocos minutos más tarde, a los 29 de juego, con una doble falta de Philippoussis, se consumaría como la primera alegría de tres días excepcionales para los amantes del tenis. El público había llegado tras descrubrir “otra” ciudad, sorprendido por la maravillosa iglesia de Pompeya, pasmado ante un estadio que se parecía mucho a los que siempre se admira a través de la televisión. ¿Open de NewYork?, ¿Roland Garros? No. Buenos Aires poniéndose a tono con el brillante nivel de la generación heredera de Vilas y de Clerc. Tan buen tenis argentino merecía un esfuerzo así. Aceptable comportamiento del público por tratarse de la Davis, y de los australianos de Hewitt, esperado en el Coliseo, con el deseo de ponerlo con la arena hasta el cuello y lanzarle los leones más hambrientos. Pero el canguro ha cambiado. El único “camón” sería gritado con malicioso humor por el propio Nalbandian provocando la atónita mirada de Philippoussis, quien tendría a su vez, en todo el partido, sólo dos motivos de celebración. Uno, íntimo; cuando despatarró a David tras un cruce de habilidades que terminó con un violento tiro al cuerpo del argentino, que movió su cabeza como diciendo ¿con que ésas tenemos, eh?, y el otro exteriorizado en un bramido atemorizante cuando quebró por única vez en el tercer set. El de Hunquillo viajó hacia el banco con una sorpresa socarrona, cara de “¿qué le pasa a este pibe?”, para volver luego humillante y categórico a ofrecer su calidad excepcional.
La gente “de tenis” sufría mucho más que por el australiano, con algunos desbordes de los que creen que ayudan con su mala educación.Y por los celulares de los que desde cualquier lugar del estadio querían localizar a sus amigos para saber en qué tribuna estaban. “Pero cómo va a cobrar él, no puede ser”, señalaba una señora cuando el visitante detuvo una pelota de fondo sin que mediara el fallo del línea.Un ratito después, ante una acción idéntica de David, el comentario fue: “Ah, ¿entonces se puede?”. Diego imponía su presencia y su aliento sin desbordes. A su arribo, en medio del revuelo previsible, el partido iba a empezar, pero el australiano se resistió al primer saque hasta que retornara el orden. David se dio vuelta hacia la cabecera, ocupada también para el ratito de las fotos por Telerman y Scioli, chequeando cómo les va en imagen positiva, y saludo al “master”, aplaudiendo con la raqueta y la mano libre. Anticipo amable de su gran tarea. Las verdaderas emociones llegaron cuando ya la primavera refunfuñaba con su malhumor y agrisaba todo, menos la pasión. Chucho hizo historia, y aunque se fue a dormir sin la certeza que ofrece la victoria consumada, había sido el artífice del triunfo que en el mediodía del sábado sellaron David y Calleri tras diplomarse el propio jugador misionero. Los abonos para hoy perdían su cotización. El triunfo rotundo abrevió la expectativa previa. En el alborozo indescriptible de Nalbandian y Calleri en la base de la pirámide que conformaron sus compañero¨; en los papelitos que irrumpieron en el aire del estadio, y el griterio de un público feliz y protagónico con ese tenis que, como Diego, se exhibió con toda la barba, en el rostro conmovido de José Luis Clerc, la vuelta olímpica y la magnificencia del Roca, subrayaron el carácter sublime que el deporte puede asumir. Se agradece a la redacción de Perfil el pedido de esta nota. En líneas normalmente traspasadas por el desencanto, ofrecerse el sustento de la alegría es un recreo. Haga usted mismo el ejercicio. Diga Nalbandian, Calleri, Acasuso, Mancini y luego promuncie Grondona, Muñoz, Tribunal de Disciplina, barras bravas apañadas, negocio de la tele, violencia, grupo financiero, venta de jóvenes, ¿Suena distinto, no? Que sea “el” revés y no “al” revés. Que el drive sea de David y no de los “drivers”. El paralelo un golpe y no un interés. Que a dos manos sea sólo una forma de golpear la pelota. Y que no todo passing.