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¿Rechazo al modelo o solo al gobierno?

1-11-2020-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

Las PASO fueron establecidas para que los ciudadanos resolvieran cuáles listas de las presentadas por las diferentes fuerzas política fueran las mayoritarias. Pese a ello son muchas las interpretaciones que se han hecho a partir del voto del 67 % del total empadronado y faltando saber si estos resultados se repetirán o no en noviembre.

Sin desconocer los aportes que todas esas lecturas hacen a la comprensión de lo que estarían pensando los argentinos, esta nota pretende ir más allá de la foto para ubicar estos resultados en el largo proceso que vivimos los argentinos en busca de un modelo de país que sume a la institucionalidad democrática una capacidad de brindar  a todos un horizonte de bienestar material, independencia con respecto a los poderes económicos y del Estado, con movilidad social ascendente y una vejez protegida dignamente. Todas demandas que sólo pueden lograrse con un desarrollo económico sostenido en el largo plazo, el que los argentinos buscamos con ideas poco claras desde principios del siglo pasado. El que intentamos con la sustitución de importaciones y que estaba agotado ya en los 60; el que intentó Frondizi y abortaron los militares; y el que amagó Menem con su “revolución productiva” pero que fracasó por no completar los cambios que se hacían necesarios. Fracasos que no se condicen con las ventajas comparativas que nos brindan nuestras riquezas naturales y el grado de destrezas de nuestra fuerza de trabajo; lo que ha llamado la atención de especialistas como Simon Kuznets cuando sostuvo que “Hay cuatro clases de países: desarrollados, en vías de desarrollo, Japón y Argentina”, a partir de las singularidades de un Japón que sin recursos adecuados fue capaz de desarrollarse, mientras que nuestro país con vastos recursos no lo logró.  Y también de Cardoso y Faletto, quienes en su libro “Desarrollo y dependencia en América Latina” decían a fines de los 60: “las condiciones económicas de los países más prósperos del área, por ejemplo Argentina, apuntaban derechamente hacia el desarrollo hasta la mitad de la década del 50…”  

 De ahí que la pregunta que nos hacemos a partir de los resultados de estas PASO no sea tanto la de si se repetirán o no en noviembre, sino la que indaga sobre si estamos frente a un rechazo a este modelo responsable del agravamiento de nuestros deterioros o si se trata sólo de un rechazo al gobierno actual. Estamos otra vez en el 2015 para volver al 2019 o entendimos de una vez por todas que lo que hace falta es una profunda remoción de los obstáculos que vienen impidiendo desde hace décadas que pasemos a la categoría de país desarrollado. Remoción que requiere responder a las preguntas de Qué hacer y de Cómo hacerlo. La primera cuenta con una respuesta bastante consensuada entre los expertos, la que pasa por crear empleos genuinos fomentando las inversiones productivas: controlando la inflación, el gasto público y la carga impositiva; modernizando las leyes laborales sin afectar los derechos de los trabajadores; y garantizando la seguridad jurídica.

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Mucho más difícil es el cómo, dada la resistencia de la sociedad a hacer los esfuerzos necesarios. Se ha comenzado a reconocer la necesidad de un acuerdo político entre las principales fuerzas; aun cuando esta idea necesita ser ampliada y profundizada; lo que requiere, necesariamente, de la ruptura del peronismo republicano con el kirchnerismo, mucho más allá del enojo de los barones del conurbano con la Cámpora.

Para terminar con un dejo de optimismo puede destacarse que si el cambio hacia el desarrollo con equidad es difícil, también lo es el camino hacia un populismo a la venezolana. Llegar a ese modelo requiere de una represión desde el Estado (como la que existe en ese país) que creemos desterrada en Argentina. Queda el peligro de la explosión social que nunca se sabe a dónde conduce, y esto fortalece la necesidad del acuerdo que la evite.

*Sociólogo.

Producción periodística: Silvina L. Márquez.