Hay que reconocerlo: pocos, han hecho tanto para destruir al kirchnerismo como Alberto Fernández. El fracaso de su gestión, que lo coloca al peronismo al borde de la peor elección de la historia, sus gustos y actitudes personales, su decisión de mantener las PASO y el acuerdo con el FMI, y un largo etcétera que incluye a los funcionarios que no funcionan, terminaron por dinamitar los pocos puentes sólidos que unieron al Presidente con la vicepresidenta. Hoy ya se sabe –porque lo contó la misma Cristina Fernández de Kirchner– que las desavenencias entre los dos comenzaron durante la campaña electoral de 2019.
El cierre de las alianzas electorales acaecido en la noche del miércoles dejó a la vista de todos, el nivel de enojo supino del kirchnerismo con el Dr. Fernández, por lo expresado por la Dra. Fernández de Kirchner y su hijo Máximo. Hasta antes de este episodio, CFK le temía a una derrota en la elección de octubre. A partir del miércoles pasado, a ese temor se le agregó otro: el de perder el dominio absoluto del peronismo. Por eso, en la desesperación afloró un intento de ultimísimo momento: la alteración de los pisos porcentuales a partir de los cuales los opositores internos podrían colocar sus candidatos en las listas definitivas. Esta trampa la descubrieron los acólitos de Daniel Scioli en las primeras horas de la tarde del viernes y afecta a las listas en la provincia de Buenos Aires, el bastión clave a defender a capa y espada por CFK y sus secuaces.
Es francamente paradojal lo que está sucediendo con el embajador argentino en Brasil. En 2015 fue él, quien se benefició de la determinación adoptada por CFK de nombrarlo a dedo como el candidato presidencial, dejando en el camino al entonces ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo al que, a cambio, le ofreció la candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Hay que recordar que, en un gesto de dignidad poco común, Randazzo rechazó esa propuesta indecente. Hoy le toca a Scioli beber esa amarga medicina.
La posibilidad de que Axel Kicillof sea conminado a aceptar la candidatura presidencial está latente. El gobernador de la provincia de Buenos Aires ya avisó a sus laderos que hará lo que la jefa le pida.
Sin embargo, el daño colateral de una jugada de estas características podría ser demasiado alto: perder la provincia donde mejor mide que, a su vez, sería el refugio para la tropa propia.
Tiempo de sirenas. Faltan casi dos meses para la celebración de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y pasaron apenas cuatro días luego de la presentación definitiva de las alianzas que competirán en el proceso electoral. El cierre de listas y la presentación de todos los candidatos será el 24 de junio, según el calendario electoral. El problema no son las fechas. Las fricciones y los personalismos están a la orden del día, tanto en el oficialismo, tal cual lo hemos narrado, como en la oposición.
La interna en el PRO continúa al rojo vivo a pesar del acercamiento forzoso y las conversaciones que mantuvieron la exministra Patricia Bullrich y el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Ambos pujan por convertirse en la opción definitiva y arrastran en su pelea a todo Juntos por el Cambio. “Horacio siempre conservará su vocación de sumar aliados a la coalición, es el camino que eligió y es su forma de encarar este desafío. Además, hay en él una concepción política de trascender las divisiones y superar la grieta. Un país dividido es una bomba de tiempo para todos” –aseguran cerca del jefe de Gobierno. Su alianza con Martín Lousteau para la Ciudad le asegura la adhesión de otro sector del radicalismo (además del identificado con el gobernador de Jujuy Gerardo Morales) y es un factor de presión hacia Jorge Macri que quiere cruzar la General Paz para sucederlo, apadrinado por el expresidente Mauricio Macri y la propia Bullrich.
Asimismo, en el campamento de la exministra de Seguridad sostienen que “hay sumas que restan” y mantienen la idea de limitar las alianzas a los perfiles que acrediten coincidencias pragmáticas, pero fundamentalmente ideológicas. El bullrichismo avanza en un acuerdo con la UCR bonaerense. En términos de cargos, su titular, Maximiliano Abad, podría transformarse en el compañero de fórmula de la presidenta del PRO. En rigor de verdad –aseguran fuentes al tanto de las negociaciones– existe la necesidad de generar un buen acuerdo para que HLR no se quede con la mayor parte del radicalismo jugando a su favor.
El problema principal, es que la contienda escaló tanto, que los conflictos terminaron dirimiéndose públicamente en la tapa de los diarios y aún falta un tramo tan desgastante como la conformación de las listas. Es en esta etapa donde la pulseada se tensará al máximo en cada una de las coaliciones. Si no prima la cordura, será muy difícil el día después. Si el 25 de junio nos devolviera la imagen de una ambulancia asistiendo a los heridos, nada bueno podría esperarse de un futuro gobierno de unidad.
La experiencia nos enseñó que los rejuntes electorales, son un padecimiento que, inexorablemente, termina perjudicando a todos.