La Argentina asumió la presidencia del G20, en un contexto de alta incertidumbre global caracterizado por percepciones negativas de los beneficios de la globalización, con un descontento capitalizado por movimientos que inciden en las políticas nacionales.
Esta posición nos brinda una oportunidad única de contribuir a una agenda global, poniéndonos en el centro de la mirada de todos los países. Sin lugar a dudas, la agenda que impulse nuestro país debe estar focalizada sólo en un puñado de temas. Mi experiencia de trabajo en este foro durante cinco años consecutivos indica que el G20, cuando ha buscado abarcar muchos temas, ha perdido efectividad. En 2009, este grupo fue el instrumento que nos permitió coordinar políticas para sortear la crisis más importante desde los años 30. Allí, nos comprometimos a utilizar todos los instrumentos disponibles para evitar otra Gran Depresión.
Ahora, Argentina debe poner énfasis en la construcción de puentes para alcanzar nuevos consensos, sin olvidarse de nuestra impronta desde las economías emergentes. Es decir, conectando nuestras prioridades nacionales con el objetivo común de un crecimiento sostenible e inclusivo. De este modo, la presidencia argentina deberá enfocarse en revisar las políticas de estabilización económica frente a potenciales disrupciones financieras globales. En un mundo que crece en forma sincrónica, es necesario tener diseñados y preparados los instrumentos que permitan enfrentar cualquier contingencia. El haber llevado la tasa de interés a niveles tan bajos le quita a los Bancos Centrales capacidad de maniobra frente a posibles cimbronazos en la compleja arquitectura financiera internacional. Será necesario analizar una nueva caja de herramientas que exceda a los mecanismos tradicionales, de forma tal de asegurar la estabilidad global a través de los ciclos económicos. Así, es preciso trabajar sobre la capacidad presupuestaria de los países miembros para realizar políticas anticíclicas. Más aún, el financiamiento de infraestructura puede ser la clave para enfrentar contingencias futuras. La búsqueda deberá ir hacia el fomento de nuevos instrumentos.
Además, debe hacerse foco en el impacto de la disrupción tecnológica en el mundo laboral. El objetivo central del G20 de crecimiento y desarrollo depende, en buena medida, de la capacidad de generar empleo de calidad. Ese es uno de los desafíos planteados por los cambios estructurales a partir de las nuevas tecnologías. Según datos de la Federación Internacional de Robótica, en todo el mundo funcionan más de 1,3 millones de robots industriales instalados en fábricas en el sector automotriz, electrónico y metalúrgico, mientras se prevé que para fin de 2019 la cantidad de robots en funcionamiento a nivel mundial se duplique. Además, el Banco Mundial estima que 2/3 del empleo en países emergentes y en desarrollo son susceptibles de ser automatizados (Argentina y Uruguay figuran primeros en la lista mundial con un 60% de potencial de automatización). La presidencia argentina debe aprovechar la experiencia y las necesidades domésticas de los países mencionados en el G20 para impulsar iniciativas innovadoras e inclusivas que alienten la inversión en capital humano como activo clave en la era del conocimiento.
Para respaldar los esfuerzos nacionales en la reducción de la pobreza, es necesario reforzar los compromisos de los países miembros en términos de comercio e inversión. En este ámbito, Argentina debe buscar proactivamente una coordinación con Canadá, que también es miembro del G7 y asume su presidencia durante 2018, para de manera conjunta encontrar las vías de trabajo hacia posturas más conciliadoras con EE.UU. en relación al comercio, de forma de minimizar el impacto de las tendencias proteccionistas.
Por su parte, en el ámbito del cambio climático, nuestro país debería capitalizar la credibilidad en las metas de la administración Macri de impulso a las energías renovables (compromiso de satisfacer el 25% de nuestra demanda de electricidad con energía renovable para 2025, fuimos el primer país en presentar un plan de cambio climático más ambicioso como parte del Acuerdo de París) y de reducción de la deforestación en nuestro país para impulsar la implementación del Plan de Acción acordado por el G20 sobre Energía para el Crecimiento.
El mundo ya está poniendo el ojo en nuestro país: que sea sólo un comienzo para volvernos un enclave regional y pasemos a jugar en primera.
* Director de la Fundación Capital.