Esta semana se cumplió el plazo de 90 días de la sanción de la Ley de cannabis medicinal para que el Poder Ejecutivo reglamente respetando el espíritu que esta iniciativa logró en marzo cuando el Congreso Nacional la aprobó.
Cuando empezamos éramos pocos diputados que nos sumamos a este proyecto sensibilizados por la labor de muchas familias de pacientes que ya usaban el cannabis como medicina para diferentes enfermedades. Así se logró el apoyo de todo el arco político tanto en Diputados como en el Senado, pudimos escuchar y reflejar en una Ley la lucha de familiares y organizaciones, como CAMEDA y Mamá Cultiva.
Hoy es una responsabilidad ineludible alertar de la urgencia de implementar esta reglamentación de manera de no demorar la posibilidad de mejorar el acceso y la calidad a la salud. No tiene sentido que se pasen los plazos mientras hay gente que sufre y necesita medicación derivada del cannabis medicinal.
Por otro lado, esto evitará posibles negociados, por ejemplo la empresa norteamericana que produce el aceite de Charlotte, que se importa a través de Anmat, ya está en Argentina haciendo lobby para incrementar su mercado y ventas. Mientras que nuestros cannabicultores, que en muchos casos venían produciendo aceites de manera solidaria, no cuentan aún con la reglamentación y disposiciones necesarias para poder realizar este trabajo en un marco protegidos por la ley.
Hay que destacar que en la sanción de la Ley de cannabis medicinal también se incluyó la investigación científica sobre el uso terapéutico de preparados a base de cannabis. Así el texto de la ley garantiza el acceso al aceite de cannabis a pacientes que acrediten tener enfermedades a tratar, autoriza la importación del aceite hasta que el Estado se encuentre en condiciones de producirlo -con prioridad para los laboratorios públicos nucleados en la ANLAP- y también permite el cultivo de cannabis por parte del Conicet y el INTA con fines investigativos. Y además crea un registro que tiene como objetivo no penalizar a las personas que se dediquen al autocultivo, siempre y cuando estén registrados y el Estado haga el control de calidad del aceite que se produce.
Está comprobado que el aceite de cannabis tiene un uso positivo en el tratamiento de varias enfermedades: cáncer, HIV, Alzhemier, Parkinson, esclerosis múltiple, epilepsia refractaria y los tratamientos del dolor. El uso terapéutico del cannabis es un hecho de reconocimiento global. Se aplica a partir de la extracción de uno de los componentes llamado Cannabidiol, que no posee efectos alucinógenos, y es 30 mil veces menos adictivo que la morfina.
El cannabis medicinal está paliando y ayudando a muchos ciudadanos que sufren enfermedades para las que la industria farmacológica tradicional no ofrece soluciones. Y al destrabar las cuestiones legales que impiden a nuestros laboratorios públicos nacionales encabezar la producción se garantiza que los sectores de mayores condiciones de vulnerabilidad tengan el acceso al medicamento.
Reglamentar esta ley es darle una respuesta a los sectores que hoy se encuentran en mayores condiciones de vulnerabilidad, el Estado se tiene que hacer cargo y contemplar la urgencia que conlleva tener una enfermedad. La reglamentación tiene que traer luz a esta situación, quienes venimos apoyando esta causa vamos a usar todos los elementos legales a disposición para que se reglamente ya, respetando el espíritu de la ley aprobada.
(*) Diputada nacional Partido Socialista