Cuarenta años atrá, la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann editaba su libro La espiral del silencio, en el que entre otras cosas desarrollaba el concepto de "espiral de silencio" que, como ella misma afirma, no es original: "Tocqueville escribió que la gente 'teme el aislamiento más que el error', cuando quiso explicar por qué nadie en Francia defendía ya a la Iglesia a finales del siglo XVIII. Hoy se puede demostrar que, aunque la gente vea claramente que algo no es correcto, se mantendrá callada si la opinión pública (opiniones y conductas que pueden mostrarse en público sin temor al aislamiento) y, por ello, el consenso sobre lo que constituye el buen gusto y la opinión moralmente correcta, se manifiesta en contra".
Este mismo criterio teórico puede utilizarse para entender la realidad venezolana por estos días, donde se suceden una y otra vez los anuncios de movimientos militares sublevados que llaman al resto de las fuerzas armadas a sumarse a su asonada y desconocer al régimen de Maduro. Uno a uno se anuncian y uno a uno se menciona su desarticulación y la detención de sus cabecillas.
Resulta llamativa la sucesión, y fundamentalmente, resulta asombrosa la facilidad que tiene el gobierno para lograr las rendiciones sin enfrentamientos armados y sin víctimas entre los involucrados.
Pareciera más una puesta en escena de ciertos grupos afines al gobierno que pretenden mostrar la fortaleza del mismo para imponer su criterio para quienes buscan una salida militar a la crisis en la que está sumida Venezuela.
Es decir, se expone un falso grupo rebelde que es "reprimido y encarcelado" y entonces aquellos grupos disidentes que podrían evaluar la posibilidad de alzarse contra el gobierno reprimen su voluntad para no ser discordante de la mayoría de las Fuerzas Armadas y para no sufrir las consecuencias de lo que aparece como algo imposible puesto que fueron reiterados los casos recientes y ninguno llegó a buen puerto. Por otra parte, la manifestación de estos grupos justificaría los dichos del gobierno acerca de la supuesta conducta violenta y golpista de la oposición y la necesaria "mano dura" ante quien se declare rebelde en las calles al régimen.
Para el gobierno es una opción ganar-ganar: hacia dentro de las instituciones se muestra que ante un movimiento sedicioso habrá una respuesta oficial para descabezarlo, y hacia fuera de las instituciones, se expone que no habrá contemplación a la hora de reprimir cualquier acción "violenta" que pretenda modificar la avanzada revolucionaria.
Esta reinterpretación de la espiral del silencio nos permite entender el proceso de homogeneización ideológica que se pretende instalar en el país caribeño. La apuesta es clara y pretene mostrar no sólo una postura mayoritaria del oficialismo sino que, en algunas esferas y temas, casi única, puesto que, como afirma Noelle-Neumann "esta misma inhibición hizo que la opinión que recibía apoyo explícito pareciera más fuerte de lo que era realmente, y la otra opinión más débil. En un proceso en espiral, un punto de vista llegó a dominar la escena pública y el otro desapareció de la conciencia pública al enmudecer sus partidarios. Éste es el proceso que podemos calificar como de 'espiral del silencio'".
La crisis política y humanitaria que vive hoy Venezuela aparece inmersa en una gran incertidumbre regional sin vistas de soluciones posibles que no lleven la violencia como protagonista. Los organismos internacionales, si bien dieron cuenta de la ruptura del régimen democrático, insisten en el camino del diálogo y la diplomacia a sabiendas del fracaso rotundo obtenido hasta el momento. La oposición resiste, no se sabe hasta cuándo, lo mismo que Maduro y la cúpula militar. ¿Será el presagio del nacimiento de la nueva Venezuela en silencio pero en paz?
*/** Licenciados en Ciencia Política.