COLUMNISTAS
epopeyas

Viejos anónimos

16-4-2023-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

En los relatos anónimos antiguos se dan dos maravillas juntas. La primera es que todo un pueblo decide abrazarlos con fe de mito; por eso trascienden épocas y fronteras. La segunda es que ese mismo pueblo paradójicamente decide olvidar (o dice desconocer) el nombre del autor.

Ambas cosas se dan tanto en la Epopeya de Gilgamesh (quizás el primer texto anónimo del que se tenga noticia) como en el DNU 70/2023 de Javier Milei, que –ahora lo sabemos– parece ser el último de los grandes relatos anónimos. Además de contar cosas muy increíbles, resulta que ninguno los escribió.

El argumento de Gilgamesh no sabe de síntesis aristotélica y precede a Aristóteles en más de 2 mil años. Como en muchos materiales arcaicos, los acontecimientos ocurren como explosión más que como dicta el sentido de la flecha del tiempo, que es el de las causas y efectos, o sea, el de la razón.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Gilgamesh comienza siendo un rey muy tirano, y muy especialmente con las mujeres; está siempre entre sus prendas íntimas. Sus súbditos se quejan de su lascivia ante los dioses y estos atienden el pedido tercerizando: crean a Enkidu, el hombre salvaje que debe enfrentar al rey. Para sorpresa de todos, en vez de combatir a muerte en balotaje, se hacen entrañables amigos y se van de parranda por ahí a matar al gigante Humbaba, al Toro del Cielo, y a rechazar el amor de la diosa Inanna. Así que los dioses hacen que Enkidu muera.

Gilgamesh queda vivo pero desolado. Busca la vida eterna del sabio Utnapishtim y su mujer, únicos sobrevivientes del diluvio, pero falla en la misión: la eternidad es atributo de los dioses y no de los monarcas. No sabemos si el relato contiene enseñanza ni si esboza alguna forma de justicia caldea. Las mujeres estupradas por Gilgamesh no reciben compensación de esos dioses tan inanes. Reescrito por los sumerios hace más de 4 mil años (el original era en idioma acadio y sus orígenes son más viejos), tiene más de una similitud con las tendencias y corrientes de la narrativa contemporánea.

Ahora dicen que el archifamoso DNU de Milei tampoco tiene autor. Es legalmente nulo aunque el Poder Judicial se tome su tiempo para advertirlo. La ley de procedimiento administrativo establece que quien lo redacte debe ser funcionario del Ejecutivo, pero Sturzenegger admitió alegre coautoría en una charla en la Universidad de Miami, donde funge de cónsul de un gobierno al que no pertenece. ¿Quién lo redactó? Nadie en el Gobierno sabe señalar al dueño de la pluma: lo escribió vagamente el personal de Legal y Técnica, que es quien da forma pero no contenido a los artículos. También han confesado que no existen los informes de las áreas de gobierno que están alcanzadas por el decreto, lo cual supone una segunda violación a la ley que rige estas prácticas, que no son nada nuevas, por cierto. O sea que la nulidad es clarísima. Sin embargo, esta ficción anónima, como la de Gilgamesh, sigue vigente por fuerzas que desconocemos.

No importa tanto quién lo redacte cuando de todos modos el Gobierno es apenas la taquígrafa en minifalda de los grandes grupos empresarios.