CULTURA
Arte Queer

Identidad y transformación

Zona de conflicto en pos de nuevos territorios, las luchas políticas encabezadas por la disidencia sexual y el feminismo han configurado un nuevo campo de tensiones en busca de visibilidad y legitimación, lo mismo que de poder y operatividad. Una nueva edición del Festival Internacional de Arte Queer –vigente hasta el próximo sábado en Buenos Aires– se presenta como una oportunidad inmejorable para calibrar el estado de situación de este poderoso colectivo creador.

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Arte Queer. | pablo temes

"No me considero autor teatral ni autor de nada. Quiero ser libre. Trato de no ser nada, de no ser. No quiero tener un título, ni siquiera de actor” quedó registrada la frase de Alejandro Urdapilleta en las amansadoras ruedas de prensa de “Legión Re-ligión. Las 13 oraciones” (Colihue, 2007). Las nuevas olas golpeaban la puerta del gran intérprete trágico contemporáneo y reclamaban los derechos para reinterpretar aquellas viejas melodías hechas con Batato Barea y Humberto Tortonese, aquellas del mitificado y museificado under de los 80. Y Urda negaba rabioso exclamando que no se repitan, que sean ellos, que vivan, que rompan. Un ethos de rebelión que anida en la intimidad de lo Queer, una filosofía de vida que rechaza cualquier esencialismo, cualquier etiqueta social o de mercado. Queer que puede brotar en lo gay, en lo trans, en lo travesti, en lo lésbico, incluso en quien se autopercibe straight, heterosexual. Lo Queer en la dislocación de las entidades, lo Queer en una reterritorialización subversiva. No quiero tener un título. 

Pensamos mezclar miembros de la comunidad Lgbtq+, en el Festival de Arte Queer FAQ de este año, con personas que vengan con otras historias de vida, tal vez heterosexuales, pero que en su obra poseen una mirada queer. Por ejemplo artistes que recrean a Gal Costa –recientemente fallecida–, a quien se va a homenajear especialmente, y, por ahí, ajenas a la comunidad, pero que interpretan una lesbiana”, sintetiza Lisa Kerner, una de las organizadores en compañía de Violeta Uman del FAQ. 

Un canal de expresión, de expansión, de educación, de goce, de fortalecimiento de lazos, de nuevos tejes, de resistencias, complicidades y abrazos, celebración de las expresiones de las disidencias, que se realiza hasta el 10 del corriente en diversas sedes y con más de cuarenta artistas del cine, la música, la literatura, las artes visuales y escénicas. 

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En su quinta edición, organizado por la Asociación Civil y Cultural Brandon, será nuevamente un catalizador de la escena queer en Buenos Aires que derriba muros y taras, “En estos últimos tiempos, les artistes han podido llevar sus trabajos a otros espacios que no son solamente de o para la comunidad. Ayudó mucho la lucha por el aborto legal y gratuito, y la marea de los feminismos. Toda esta batalla cultural abrió una puerta enorme. Creo que se avanzó muchísimo en estos últimos cinco años”, comenta Lisa, fundadora y co-directore de Casa Brandon. Un espacio en Villa Crespo alfil de este avance, a través de la profesionalización del ambiente artístico LGBT y la formación de nuevas camadas. 

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De lo queer a lo cuirqui. En un terreno resbaladizo se mueve lo Queer. Nacido al calor de las luchas de los colectivos norteamericanos de fines de los ochenta, en la lucha contra la discriminación y la desidia ante la explosión del SIDA, Act UP o Queer Nation resignifican el insulto “queer”, torcido, raro, fuera de la Norma, y, de paso, derriban las convenciones de lo gay y de lo heterosexual. Ir contra la Norma, algo que no sería muy diferente a la aspiración del arte, en cualquier época. Aquí empiezan los problemas de qué hablamos cuando hablamos de arte queer. “El arte queer es lo que está en desacuerdo con lo normal, con lo heteronormado, con lo dominante. En la definición original sería aquello raro, lo distinto, y que no responde a las cuestiones de género dominante. Que el arte, claro, debería tener per se. Las artistas todos anhelamos salirnos de la Norma. Acá hay dos visiones. Siempre vas a tener artistas que miran hacia la Norma y otros que no. Yo siendo heterosexual siento que mi arte no mira hacia la Norma. Yo trabajo con materiales no tradicionales, de descarte; o con técnicas y oficios relacionadas con lo femenino,  como la costura, el bordado  y el tejido”, señala Luis Terán, que integra la comunidad de artistas del Munar, un espacio en La Boca que participa de las visitas del FAQ 22, junto a la Colección Fortabat y al desfile perfomártico en PROA21. Este escultor admite que en sus piezas surge cierta afinidad con lo queer, un “cuirqui”, aunque lejos está de pensarse como artista queer. 

Terán señala que justamente en Munar jamás fue un tema ni se planteó la orientación sexual ni las cuestiones de género, “no debería pensarse el arte de esa manera” acota, si bien reconoce que en su taller asisten un “90% de alumnes no binarios”.  “Creo que no hay nada menos queer que la reificación de lo queer en una identidad y es eso lo que sucede muchas veces cuando hablamos de pensadores o escritores queer. Me he interesado por cosas que tienen que ver con lo queer, sí; pero no querría nunca convertirme solamente en una pensadora o escritora de los márgenes, de una imagen mercantilizada de lo subalterno. Ambiciono mucho más quererlo todo y creo que a pensadora y escritora no se le han de poner adjetivos”, amplía la respuesta Elizabeth Duval, visitante internacional del FAQ. La española realizará un conversatorio con Dolores Reyes en el CCK, el jueves 8 a las 19, una actividad gratuita como la gran mayoría de la nueva edición. Con poco más de veinte años, Duval está considerada una intelectual de peso en Europa, con varias participaciones en la prensa, redes y libros polémicos como “Después de lo trans”, además de las novelas “Madrid será la tumba” y “Reina”. Y, en particular, una voz de la Generación Z que realiza planteos sumamente críticos sobre identidades, al punto de debatir con sacerdotes del activismo y la teoría queer de la influencia de Paul B. Preciado.  

Performer, dramaturgx, “a veces pienso que soy cineasta”, Bel Gatti en sus puestas escénicas como “Yegua”, que se convertía en un vertiginoso devenir de identidades, sale también del cuadro, incluso el de los discursos hegemónicos feministas o gay,  “No puedo tener sexo” es mi primera película. Aún no la terminé. Escribí un diario en el proceso de realizacion, y los diarios cobraron fuerza –a leer de manera performática dentro del FAQ, el jueves 8, en Casa Brandon–. Creo que sin querer terminaron siendo una obra individual que acompaña a otra. Siempre me pasa un poco, que lo que se desenfoca, luego me resulta ser lo más atractivo. #vidaga-ttite también es una obra que está en proceso, y los puntos en donde dialogan pueden ser en la forma de pensar la producción, y el cine en sí mismo. Estoy reflexionando mucho sobre lo que hago”, remata Gatti, quien actualmente cursa en el Programa de Cine en la Universidad Torcuato Di Tella.

Arte queer, un lente de cómo ves las cosas. “Yo trabajo con perspectiva de género y diversidad sexual”, señala la diseñadora Feli Quispe en cómo entiende el Arte Queer, y agrega con respecto a su marca Qaos, que suele presentar con trabajos originales, varios a pedido, en las Marchas del Orgullo Gay, “Las prendas que diseño visibilizan exclamativamente el orgullo de pertenecer a la comunidad LGBT. Mis prendas  empoderan. Para mí lo queer es una exclamación. Y eso tiene que ver por dónde vienen mis diseños, que reflejan mi vivencia cotidiana dentro de la comunidad y su cultura. Incluso aparecen mis vínculos y la militancia”, marca una de las fundadoras de la Carrera de Reyes, un cita imperdible de los Drag Kings que crece temporada a temporada. La diseñadora egresada de la Universidad de Buenos Aires, donde es docente además, celebra participar en la FAQ porque me “empodera y me hace sentir que mi trabajo es necesario”. Necesario afirma Quispe ya que “visibilizo en mis diseños los reclamos de la comunidad”; en coincidencia a los postulados de la teoría queer, que tienden a la rehabilitación de la subjetividad, supuestamente erosionada en la posmodernidad, para la acción política o sexual.

Arte Queer
OBRAS. Izquierda: Barroco Postcamp, por Ópera periférica; Derecha: piezas de Juan Malka, Cristina Schiavi y Rosana Fuertes.

Aquí un nexo del arte queer con la militancia, con el artivismo, “capaz de transformarnos en una sociedad más justa e igualitaria”, aparece en las líneas de presentación del FAQ. “El arte queer puede ser político, pero para mí la militancia tiene que ver con una comunidad, una disciplina, unas organizaciones, unos vínculos, y el arte puede o no puede tener que ver con eso”, advierte Duval. “Yo creo que tiene que ver, no con la militancia, sino con el deseo de romper con ciertos moldes”, suma Kerner, quien no teme en definirse artista queer, un color para mirar, un lente de cómo ves las cosas, asegura, y coincide con Terán, “Pero el arte también comparte eso en general. Lo que sí se comprende más es la politización de les artistes queer. Venimos de una comunidad estigmatizada, en muchos casos silenciada, perseguida, y es comprensible que tengamos una impronta política ligada a los reclamos de la comunidad”. La gestora cultural, un figura mítica del under de los 90 y nombrada Personalidad destacada de la cultura porteña, entiende al arte como una “herramienta de transformación social”, y enfatiza que el hecho artístico facilita acercar mensajes de una manera que otros dispositivos discursivos, escuelas, leyes, medios, jamás alcanzarían. Lisa, que con Brandon mantiene a flote una casa amiga y un megáfono de la comunidad Lgbtq+ hace diecisiete años, sabe de lo que habla. 

Donde no se lo nombra. Queer. Ya a fines de los noventa, en Estados Unidos, comenzó la fuerte crítica al Queer en teoría y arte, señalando sus orígenes en la clase media norteamericana, la traslación de términos sajones –en Latinoamérica algunos creadores se denominan cuir– y el foco de sus artistas en el mundo del consumo. De aquí que se apunte al Queer validando las iniciativas pinkwashing, o sea las acciones de empresas e instituciones oficiales de “pintado de rosa”. Que vienen en alza. La Chola Poblete en un espacio destacado dentro de la reciente ArteBA, máxima transfiguración del arte en vacía mercancía de feria, a meses de su triunfo europeo y el saludo con reyes españoles. Los gobiernos del color que guste a los codazos para colgar el último banner en las calles de la última Marcha del Orgullo. Un evento multicolor que arremolinó una multitud pocas veces vista en las calles céntricas de Buenos Aires, con cantantes pop en carrozas lanzando nuevos simples en Spotify. Esto despierta en la comunidad LGBT, y sus artistes, la insidiosa pregunta: ¿Debo ir o debo quedarme? 

“Este es un tema bastante controversial puertas adentro. Por un lado habla de cierta batalla cultural ganada, entre comillas, y por otro, aparecen marcas que se ocupan una vez por año del mercado Lgbtq. Obvio para la Marcha del Orgullo. Y después, durante el año, ni siquiera aportan un banner. También podemos hablar de la asimilación del Lgbtq en la mainstream, y enfrente, aquellos que somos más queer, más apoyados en quebrar mandatos, y que el mismo mainstream más combate y rechaza”, revuelve Kerner, quien sigue confiando en los márgenes por una producción estética revulsiva Queer. Y también en el centro, alabando Lisa a Marilina Bertoldi, quien dijo con el Gardel de Oro en 2019 entre las manos: “La única persona que no es hombre que ha ganado este premio fue Mercedes Sosa hace 19 años: hoy lo gana una lesbiana”. A eso llama Kerner escaparse del algoritmo. Queer. A mediados de 1989 Gumier Maier desde el Rojas escribía, dislocaba, resignificaba: “El arte, lo sagrado, se escurre de las pretensiones, adolece de fugacidad, se instala donde no se lo nombra”. Queer.