“Devaluado”, “histérico”, “light”, “sin visitantes”. Podrá tener cualquier etiqueta, pero Boca-River asume la entidad de ser el partido más grande del fútbol argentino. El padre o la madre de todos los clásicos y ese espectáculo que, según publicó alguna vez el semanario inglés The Observer, nadie puede dejar de ver antes de morirse. Esta tarde-noche se jugará el superclásico 192. Los protagonistas y las historias de un partido siempre especial.
Opuestos. Quizás sea el último superclásico de Juan Román Riquelme. Con 35 años, será el jugador de más edad en cancha. Sin embargo, la continuidad de Román en su club no está atada tanto al documento como a la decisión de Daniel Angelici. Hasta ahora el presidente de Boca evitó hablar de la renovación del contrato del diez, que vence en junio. El capitán de Boca escuchó que coreaban su apellido por primera vez el día del debut, en la victoria de Boca sobre Unión 2 a 0. Aquel 11 de noviembre de 1996, Riquelme jugó por la banda derecha, a pedido de Carlos Bilardo.
Su bautismo en el superclásico fue en el empate 3 a 3 jugado el 23 de marzo de 1997. Por entonces, el futbolista más joven de este partido tenía 4 años y 25 días. Cuando Riquelme ya sabía lo que era enfrentar a River en Primera, Eder Alvarez Balanta estaba por ingresar a jardín de infantes.
Doble camiseta. Jonatan Maidana es el jugador comodín. El único de los titulares que vistió las dos camisetas. Para Boca jugó dos superclásicos; para River, tres. El más significativo para el defensor fue el del Apertura 2010: River ganó 1 a 0, con gol suyo. Al otro día, los afiches que adornaban parte de la ciudad lo ubicaban como el gran protagonista. La leyenda jugaba con el nombre de una película y el apellido del defensor central: “El día después de Maidana”.
Nuevitos. La palabra “nervios” suele incluirse en los análisis de este tipo de partidos. En ese sentido, River corre con una pequeña ventaja. Todos sus titulares jugaron, al menos una vez, el gran clásico. La experiencia es un valor agregado para un plantel que, además, no perdió contra Boca en este verano: dos triunfos para River y un empate. Boca, en cambio, tiene dos de sus casilleros vacíos. De la planilla de titulares, los debutantes en un superclásico serán Hernán Grana y Emanuel Insúa. En la lista de los que jugaron una sola vez están Juan Forlín, Juan Manuel Martínez, Emanuel Gigliotti (Boca), Ramiro Funes Mori, Carlos Carbonero y Teo Gutiérrez (River).
Desde el banco. En el cruce de entrenadores, el triunfo lleva la firma de Carlos Bianchi. En superclásicos oficiales se enfrentaron seis veces: dos victorias del Virrey, una de Ramón Díaz y tres empates.
A Díaz no le fue muy bien en el partido más importante del fútbol argentino. En 13 encuentros anti Boca su equipo cosechó dos victorias, cinco empates y seis derrotas. En la Bombonera, el escenario de hoy, ganó una sola vez: 3 a 0, en el Clausura 2002. De las otras cinco veces, empató una y perdió cuatro.
Bianchi tiene saldo a favor. Como DT de Boca se enfrentó 16 veces a River: su equipo ganó seis, empató seis y perdió cuatro. De local, los números mejoran: ganó cuatro, igualó tres veces y Boca cayó apenas en una oportunidad. De todos, el partido que más recuerda el Virrey es el triunfo 3 a 0 en la Copa Libertadores 2000. “Fue muy emocionante”, dijo Bianchi el viernes en conferencia de prensa, cuando tuvo que elegir su superclásico preferido. Esa vez hizo un gol Martín Palermo, que volvía a jugar luego de seis meses tras superar una rotura de ligamentos de su rodilla derecha.
Hacen gritar. Los goleadores de cada lado coindicen en un aspecto: ambos son los capitanes. Riquelme, con tres tantos, es el jugador de este plantel que más goles marcó en superclásicos. En uno de aquellos festejos, precisamente, nació una estampa: la del Topo Gigio.
En River, ese rubro lo domina Fernando Cavenaghi, que anotó dos. Los consiguió en siete partidos disputados contra Boca. A Riquelme, en cambio, alcanzar su marca goleadora le llevó más recorrido: 19 encuentros.