DOMINGO
DISLEXIA

Cerebro lector

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La lectura es un proceso de apariencia simple pero de ejecución compleja, en cuanto a que el cerebro debe activar zonas que inicialmente no estaban preparadas para la lectura, ejercitarse y llegar a automatizarlas. En este acto convergen procesos de bajo nivel cognitivo (encargados de la decodificación fonológica y la identificación ortográfica de palabras) con procesos de alto nivel cognitivo (encargados de la comprensión lectora y la metacognición).

En un lector típico, los procesos de bajo nivel comienzan siendo cognitivos en la etapa de aprendizaje inicial y luego deben automatizarse, perdiendo su condición de “alto nivel cognitivo” y pasando a ser “automáticos” o de bajo nivel cognitivo. No obstante, en las personas con dislexia la decodificación continúa teniendo características cognitivas (no automáticas); es decir que al leer ponen parte de su caudal cognitivo en el proceso mismo de la lectura, disminuyendo el rendimiento de las facultades cognitivas involucradas en la comprensión lectora. Como consecuencia, esto también les trae fatiga cognitiva y falta de atención.

A pesar de que inicialmente, en los años 60 y 70, se pensaba que la dislexia era un problema de percepción visual, numerosas investigaciones en los últimos cuarenta años demostraron que no es así, apoyadas en estudios de neuroimagen; en todos los países y lenguas muestran que el núcleo de las dificultades de las personas con dislexia reside en deficiencias para efectuar correctamente el procesamiento de la información fonológica, por ser deficitario el procesador fonológico. 

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Este procesador fonológico afecta la decodificación lectora (automatización de las correspondencias grafema-fonema y del acceso automático a la secuencia fonológica de palabras o etiquetas verbales), lo cual incide secundariamente en la adquisición de estrategias de reconocimiento ortográfico de palabras y subsecuentemente en la comprensión lectora y la ortografía. En investigaciones recientes se cree que esto último se debe a dificultades en la conectividad de las distintas zonas cerebrales, aunque el déficit primario reside en las habilidades o procesos fonológicos. Stanislas Dehaene, en su libro El cerebro lector, denomina esto como “efecto cascada en cuanto, por la falta de automatización de las CGF (correspondencias grafema-fonema), no se activan adecuadamente las zonas de lectura fluida.

El compromiso ortográfico es consecuencia de las dificultades en la recodificación fonológica, debido a que el procesamiento fonológico (en el cual los disléxicos muestran un compromiso) facilita la formación del léxico ortográfico. (…)

Según estudios recientes, el cerebro de un lector típico procesa todas las letras pero en milésimas de segundos, lo cual hace parecer que las procesa “globalmente”, aunque en realidad lo hace de manera muy ágil visual y fonéticamente, y las reconoce como familiares. Esta estrategia de lectura es la utilizada frente a palabras de uso frecuente, lo cual permite identificarlas con mayor fluidez. La estrategia fonológica se elige para la comprobación del reconocimiento visual ortográfico o frente a palabras de baja frecuencia. A pesar de no mostrar dificultades significativas en este procesador, los pacientes con dislexia presentan baja activación de esta vía en cuanto la formación de léxico ortográfico depende inicialmente de la decodificación fonológica.

Este procesador no solo permite percibir y memorizar/reconocer palabras frecuentes, sino también acceder con una velocidad imperceptible a la fonética y al significado lingüístico de la palabra. Ahora bien, la persona con dislexia se enfrenta menos que un lector normal a la lectura, por lo cual su léxico ortográfico se ve empobrecido, así como la implementación de la vía ortográfica o directa para el reconocimiento de palabras.

Esto trae aparejadas dificultades en el procesamiento de la información para el estudio, el desarrollo de vocabulario y la lectura comprensiva. También afecta otros aprendizajes que implican automatismos, como el recuerdo de las tablas, de los nombres de los números y de combinaciones numéricas. (…)

Un paciente con dislexia tiene dificultades en la automatización de la lectura a pesar de presentar una adecuada inteligencia y de haber recibido instrucción explícita. Se destaca en otras áreas independientes de la lectura y se comporta como un niño típico en habilidades de interacción y de la vida diaria. Puede sobresalir en dibujo, arte, deportes (aunque no es criterio de diagnóstico), o tener una notoria creatividad por una activación diferente del cerebro.

Estas personas atraviesan, al igual que un lector normal, las mismas etapas de lectura, con la diferencia de que les cuesta iniciar el proceso lector y se quedan estancados en la fase alfabética de lectura (destinada a la automatización de las correspondencias grafema-fonema). Un paciente con dislexia muestra un amplio déficit en las habilidades fonológicas, lo que se pone en evidencia en la lectura de pseudopalabras, en pruebas de manipulación de fonemas y en la lectura por límite de tiempo. Presenta errores específicos (sustituciones, omisiones, inversiones, adiciones o rotaciones de letras; sustitución de palabras), dificultad en el ritmo lector (vacilaciones, repeticiones, baja expresividad) y un perfil de bajas habilidades fonológicas, así como menor fluidez lectora en relación con individuos de su edad y grado escolar. En una evaluación completa, también se detecta baja memoria verbal y dificultad para evocar etiquetas verbales, muchas veces junto a una lentitud en el procesamiento de la información. (…)

*Autora, junto al Equipo JEL Aprendizaje, de Una forma diferente de aprender, Ed. Paidós (fragmento).